La Semana Santa es una festividad religiosa donde en numerosos rincones de España se vive de una manera especial y diferente. Las grandes devociones de las ciudades salen a las calles para cumplir con sus Estaciones de Penitencia a los templos catedralicios y los vecinos engalanan sus balcones para la ocasión. En la oscuridad de la noche y en el vacío de los templos poco iluminados, las hermandades ultiman todos los detalles para que sus titulares puedan procesionar con sus mejores galas.

Y es, justamente, en este preciso instante, donde entra en juego algo que es esencial para entender la Semana Santa tal y como nosotros la conocemos hoy día: el bordado. Esos hilos de oro y pedrerías que, unidos, conforman numerosos motivos vegetales y decorativos que enriquecen las túnicas del Señor, los mantos, palios y tocas de sobremanto de la Virgen, son realizados de forma totalmente artesanal por muchos talleres de tradición centenaria que dejan su huella en cada uno de los trabajos que realizan para vestir a las imágenes de majestad y realeza.

Sin embargo, el bordado es un elemento que, durante mucho tiempo, ha sufrido las consecuencias de un desconocimiento del pueblo en general al que se le suma, además, la falta de información de muchas hermandades que ignoran por completo el significado y la valía tan importante de numerosas piezas de este calibre. Y es que todas y cada una de estas piezas son verdaderas joyas de incalculable valor inspiradas en muchas manifestaciones artísticas que hoy día podemos presenciar en la arquitectura de un edificio o en los elementos que definen un movimiento cultural.

Muchos de los talleres más destacados que se encargan de realizar este tipo de joyas a fin de realzar las imágenes procesionales se encuentran en Andalucía, concretamente, en la ciudad de Sevilla, cuna de la Semana Santa y de las innumerables imágenes barrocas que atesoran sus bellos templos. Prueba de ello es el taller de la familia de Esperanza Elena Caro y el de sus sucesores, quienes se han dedicado a la realización de estas maravillas desde el año 1907 y continúan actualmente enalteciendo la Semana Santa de Sevilla y parte de Andalucía con sus excelentes trabajos. Solamente en los años 60 tuvieron a bien realizar más de trescientas obras para la Semana Santa de Andalucía, siendo una de las más importantes para este taller, y que guarda un gran significado, el manto de coronación de la Esperanza Macarena. Realizado en el año 1964 según el diseño de Fernando Marmolejo y sobre terciopelo verde, podemos contemplar un amplio repertorio decorativo de gran frescura ornamental, con elegantes jarras que marcan los ejes compositivos del manto, así como numerosos juegos y motivos florales y vegetales que se extienden por toda la pieza con exuberancia, marcando una tendencia propia de un ritmo barroco.

El manto de la Coronación de la Esperanza Macarena. Foto: web oficial de la Hermandad

 

Y es que todo es poco para realzar la belleza y la imagen de la Santísima Virgen. A los mantos y a las tocas se le suman los monumentales pasos de palio, libros abiertos que son auténticas joyas del bordado, aunque algunos de ellos son de orfebrería. Juan Manuel Rodríguez Ojeda fue otro de los personajes que hizo grande la Semana Santa de Andalucía, creando iconografías novedosas hasta la fecha en las formas de vestimenta de las imágenes y diseños innovadores en los albores del siglo XX. A él le debemos la creación de extraordinarias piezas de calidad que siguen saliendo a la calle a día de hoy, como es uno de los dos palios que posee la Virgen de la Estrella. Datado en 1891 y bordado por su hermana Josefa, este palio sigue un diseño de transición entre los modelos decimonónicos y los nuevos que él mismo impone en las fechas que hemos mencionado anteriormente. Dicho palio perteneció a la Macarena hasta el año 1909, fecha en la que la Estrella decide adquirirlo.

La Estrella procesionando con el palio de Ojeda. Foto: ABC de Sevilla

 

Pero no todo iban a ser palios y mantos, ya que Ojeda dedicó también gran parte de su obra a los nazarenos, realizando para ellos numerosas túnicas con estos bordados tan personalísimos. La Hermandad de los Gitanos tuvo a bien realizar, en el año 2017 y gracias a una donación de un grupo de devotos, una reproducción de una de las túnicas bordadas del Señor de la Salud que, desgraciadamente, se perdió en un incendio en la Iglesia de San Román del centro de la capital hispalense allá por el año 1936. Dicha túnica sigue el diseño de este bordador, mientras que su ejecución corrió a cargo del taller de los sucesores de Elena Caro, como hemos comentado líneas atrás.

El Señor de la Salud de los Gitanos con su túnica bordada. Foto: Manu Socarrás

 

En definitiva, sirva esta noticia para recalcar el arte más visible y a la vez escondido y poco valorado existente en nuestra Semana Santa. Ellas y ellos son también personas que han hecho grande la historia y el mundo de las cofradías que merecen su sitio y su reconocimiento. Un trabajo muy digno, a la vez que sacrificado, realizado cuidadosamente con mucho esmero, amor y devoción.