Paul Alone se ha convertido en un referente para muchos artistas que comienzan en la industria en estos momentos. Con un sonido orgánico y unas composiciones sinceras, el de Pamplona se ha abierto camino en el mundo de la música, llenando salas y siendo invitado a numerosos festivales.  

Ha vivido en Pamplona, pero también en Cádiz, en Londres, en Barcelona, y ahora en Madrid, él es un espíritu libre, centrado en cualquier modo de hacer arte y de sentirse realizado con su trabajo. Ahora se centra en sus canciones, apostando por la salida de singles con los que dibujar una historia a descubrir poco a poco. 

Músico, fotógrafo, poeta y modelo, atendió hace unos días a las preguntas de VAVEL.com, explicándonos su modo de vida, de trabajo y de creación, dejando que cualquiera que lo lea, se adentre en sus inquietudes y opiniones.  

Pregunta: Hace unos meses publicaba ‘No me rayes’. ¿Cómo nace la canción? 

Respuesta: Todo lo que estoy publicando tiene una especie de unión, y ‘No me rayes’ es una especie de resolución, un capítulo final, pero no es el final. Como cuando al final de un concierto, antes de que el público pida otra, cantas la última canción. Es una especie de ‘vale, he entendido la historia, no me rayes, pero quizás pasa algo después’.  

P: Ha cambiado de un sonido más pulido, más producido, con influencias electrónicas y con el inglés como idioma referente, a un sonido más acústico y en español. ¿Qué le llevo a este cambio? ¿Qué referencias tiene? 

R: Realmente, todo lo que he escuchado siempre es orgánico, electrónico no he escuchado mucho. Me siento mucho más identificado con lo de ahora, y antes de la electrónica también hacía esto, sin tantos medios, pero tiraba más al rock o a la balada. La parte electrónica fue una situación más concreta que se dio porque conocía a alguien que producía electrónica y, por trabajar que no falte. Lo que sí que hay cambios es que ahora canto en español porque antes sólo cantaba en inglés, pero a nivel musical mantengo la esencia de lo que me gusta. Y cantar en español vino por intentar que se entienda más lo que estoy diciendo, rompiendo la barrera de la timidez.  

P: Ha vivido en numerosos lugares durante estos años. ¿Cuál diría que te inspira más? ¿Es distinto componer en Londres que Cádiz, por ejemplo? 

R: Es una historia distinta, al final componer es escribir, y para escribir tienen que pasarte cosas. Si estás encerrado en una habitación igual te salen cosas, pero en mi caso tengo que vivir para que pase. Es muy distinto lo que he vivido en Cádiz de lo que he vivido en Londres, o en Madrid o en Barcelona, entonces, ¿cuál es el mejor? Ninguno. ¿Cuál es el peor? Tampoco, ninguno. En cada sitio sale un tipo de historia distinta. 

Si hablo de estadísticas, puramente objetivo decir dónde he escrito más, ha sido en Londres, porque pasaron más cosas y me dio más vidilla para todo. Un cambio tan brusco con situaciones tan nuevas me dio más canciones. Pero a nivel preferencia, ninguno.  

P: Más o menos ha quedado contestado, pero, ¿de dónde le viene la inspiración a Paul Alone? 

R: De vivir, yo diría. Mientras pasan cosas, las interpreto a mi manera, y de las interpretaciones saco canciones. Ha sonado hasta poético (risas).  

P: ¿Cómo se vive el éxito en un artista alejado del mundo más mainstream? ¿Le han tratado distinto por no sonar en las radios? 

R: Lo primero, es un poco frustrante, porque intentas dar lo mejor de ti y cuando las radios no reaccionan de la manera que tú esperas, a veces cuesta un poco. Pero también hay que entender que el consumidor de radio o el de streaming son distintos. Por esto tengo una especie de brecha interna, porque sí, no sueno en radio, pero quizás lo que hago yo no es para radio. Por ejemplo, yo estoy escuchado mariachis todo el día, pero entiendo que eso no suene en radio.  

En cuanto al éxito, creo que tanto yo como mi círculo, ninguno tenemos éxito, ya, a nivel interno. Por mucho que llenes conciertos, jamás consigues lo que podrías llegar a conseguir, por así decirlo. Siempre necesitas más, ‘vale, esta canción estará muy bien, pero tengo que hacer algo mejor’. Entonces yo creo que nunca terminamos de saborear el éxito tanto como se ve desde fuera.  

Es un poco lo que nos pasa a todos los seres humanos, consigues algo y ya estás mirando a lo siguiente. El éxito se saborea cuando ya estás retirado, que dices, ‘joder, pues ha ido bien, la verdad es que ha estado guay’ (risas). Pero mientras trabajas, jamás llegas a tener el éxito que habrías podido imaginar. Igual es porque nos exigimos demasiado, pero siempre estás mirando cómo arreglar el punto que no te hace llegar a ser algo redondo.  

P: Se ha mostrado reticente a la idea tradicional de hacer un álbum, ¿qué le lleva a esto? ¿La industria verdaderamente ha cambiado tanto? 

R: Lo que yo veo es que tenemos un mercado distinto. Cuando no había tanta comunicación, tenías tiempo para contar una historia larga y que la gente se sentara a entenderla. Hoy en día estamos tan comunicados, que yo siento la necesidad de contar la historia de una manera distinta. Es decir, en vez de dar el libro entero estoy dando capítulos. Intento, a medida que vivo, contar la historia que estoy cantando.  

Antes, tendrías la historia de Nirvana cuando tuvieras el disco, la entenderás, buscarás las letras y lo disfrutarás. Pero yo te cuento una historia y la saboreas hasta que se pueda continuar con la siguiente. No es tanto un par de singles y el disco, sino cómo contar lo que quieres narras, y desde mi punto de vista, me pide más hacerlo así que soltando once de golpe.  

P: ¿Cuál de todas sus canciones diría que llevas por bandera? 

R: La música desde el punto de vista del consumidor es canción y ya, pero desde mi punto de vista, desde el punto de vista de un creador, la música tiene varias fases, la de composición la de la producción o la del conjunto general. Así que aquí te lo tendría que separar.  

Igual ‘Me siento vivo’ me da mi sentimiento favorito, pero la producción de ‘No me rayes’ o ‘Me olvidé de lo bueno’ me parece la mejor, con cómo está metida la trompeta o la guitarra eléctrica. No puedo tener una favorita a nivel global, porque cada una me aporta algo distinto, hay producciones a las que ahora les saco fallos, letras que pienso que si hubiera cambiado una frase quedarían mejor, pero todas aportan algo. Pero las canciones, son como hijas, al final.  

P: Estos días, a raíz del #YoMeQuedoEnCasaFestival, todo el mundo ha podido ver el gran seguimiento que tiene en redes sociales. ¿Cuán importantes las siente como artista y como persona de a pie? 

R: Para el tío normal, es complicado. Complicado porque las redes sociales son un reto, un lenguaje distinto en el que tengo que elegir todo al milímetro. Ya no tanto las palabras, sino las líneas y fotos que pongo, el color de ellas, es un trabajo mental para transmitir lo que quiero transmitir. A nivel personal es un reto, por ver si lo que yo pienso consigo que llegue.  

A nivel profesional, es una cosa muy rara, pero mola. Hay veces que sale mal, pero es una especie de juego. Cuando consigo explicar bien la canción, es muy guay, acojona si no lo consigo, pero es una presión guay. Todos sabemos que hay que trabajar mucho las redes sociales.  

¿Nos estamos volviendo locos? Pues bueno, yo lo explico con una metáfora un poco extraña, pero espero que se entienda. Hay 500 pelotas de color negro, y hay que conseguir ser una de color amarillo. La gente, cuando entra a Instagram, ve 500 pelotas negras, y se fija en la amarilla. Hay que trabajar ser esa amarilla, y hay que ser minucioso para serlo. No sé si tanta cantidad de información vuelve a la gente loca, pero sí, los creadores nos tenemos que volver locos para conseguir la atención.  

P: ¿Afronta de manera distinta tu trabajo como fotógrafo que tu trabajo como cantante, o al final todo en su vida converge? 

R: Creo que la capacidad humana no está preparada para llevar tantas cosas, por lo que me he tenido que centrar en cosas concretas, y ahora estoy en la etapa de músico. Antes, cuando me dedicaba sólo a la fotografía, hacía música, pero no le dedicaba tanta fuerza. Tenía un blog y llevo sin escribir un año, porque no estamos capacitados para hacer tantas cosas a la vez, y yo ahora la fotografía lo hago de colegueo, porque me encanta, pero lo hago más como un hobbie. Igual, de repente, de aquí a diez años, me olvido de la música, pero ahora mismo compagino como puedo.  

P: ¿Qué diferencia tiene para ti la poesía de la música? ¿Qué opina de la reciente oleada de poetas que ha irrumpido en el mundo musical? 

R: A nivel directo, la música es un trozo de poesía. Siendo muy sencillos, la poesía puede durar quince libros, y una canción la tienes que resumir en muy poco. La música es más directa, pero a la vez más peligrosa, porque en la poesía puedes explayarte todo lo que quieras y en la música no. Pero esto es la diferencia básica, al final.  

Respecto a la segunda pregunta, es como si le preguntases a un fotógrafo qué opina sobre que yo pasara de ser fotógrafo a músico. Yo creo en la libertad total de cada uno para hacer lo que le sale de los cojones. No creo que esté tan lejos, que son muy hermanas. Todos los artistas estamos en el mismo saco y podemos pasar de un arte a otro más o menos fácil.  

P: ¿Y es distinto el Paul que graba en un estudio que está en una sala dando un concierto? 

R: Te respondería que soy distinto en mi casa, con mi novia y mi perra, que en un concierto, por supuesto. Pero en el ámbito trabajo intento estar siempre al máximo, y la gente sabe que soy igual un concierto o en un estudio, e incluso diría que mi perra y mi novia también. Pero es distinto lo que hay que vivir, no puedo tener esa sensación todo el día, porque si no, iría bailando y gritando a la gente por mi casa (risas), sería raro. Pero no soy distinto, tengo un papel distinto, eso sí.  

Y si se actúa diferente es porque el show lo exige, al final los artistas somos un poco payasos, vamos a un sitio en el que la gente paga por vernos y tenemos que entretenerlos. Hay mirarlos a los ojos y decir ‘coño, ¿estás bien?’, ‘ok, pues canto esta más animada para levantarte’. En un concierto estoy tenso, a nivel mental, para estar pendiente del ambiente, pero en mi casa todavía no me exigen eso (risas).  

Y hay que estar a la altura dependiendo de la situación. Al festival la gente va a pasarlo bien con amigos, y a ver si les entretiene alguien, así que hay que salir ahí como se pueda y conseguir llamar la atención. Y eso no tiene nada que ver con un sold out en la Joy Eslava, que la gente ha pagado por verte a ti, y si tienes una mínima cagada lo van a entender.  

P: ¿Qué es lo que más disfruta cuando está subido en un escenario? 

E: He pasado por distintas etapas, porque venía de un mundo muy distinto. En una primera etapa, lo que más disfrutaba era escucharme a mí en directo, que es súper egocéntrico, pero podía escuchar lo que hacía con una banda detrás, ver un disco tocado en directo y ser el primero que lo hace. También me tenía que adaptar, no es lo mismo coordinar una mesa de mezclas que a cuatro músicos. La segunda etapa fue el encontronazo con la realidad, en la que había que estar a la altura. Y en la tercera etapa estoy ahora, disfrutando con el show, sabiendo lo que hay, mirando al público. 

Es un desarrollo que tienes que interiorizar tú, y la gente no se puede enterar de que lo estás interiorizando. Ahora estoy más tranquilo, entiendo al guitarra o a la percusión. Porque claro, antes los entendía en mi habitación o ensayando, pero entenderlos en un directo es muy distinto. Cuando hay una cagada los tienes que mirar a todos y decírselo. Es como cuando llegas a Alemania y aprendes alemán. Al principio te sorprende que hablen alemán, pero la segunda semana decides aprender alemán, y cuando lo empiezas a entender ves lo bonito que es. Después, a los dos meses, ya hablas alemán y te tienes que adaptar. Pues ha sido un poco así.  

Entender a la banda es un idioma nuevo, porque la música en directo lo es. Arriba, es un lenguaje saber lo que te dice el guitarrista, tú entenderlo sin que nadie se entere y a la vez comunicárselo al batería. Cuando llegas a esa conexión todo fluye mucho mejor, porque cuando hablas un idioma no piensas en la gramática, piensas en comunicarte. Se disfruta mucho más cuando lo entiendes. Y cuando hemos tenido gente nueva es muy difícil, por eso lo flipo con quienes cambian de banda de costumbre.  

P: ¿Qué se puede esperar de lo siguiente qué saque? 

R. Mariachis, joder, mariachis (risas). No, pero ojalá. Tenemos ya canciones preparadas para cuando se acabe la cuarentena, porque queremos darle una historia y contarlo todo. Así que, cuando haya tiempo para vivir, por así decirlo, y podamos crear nuevas historias que contar, lo haremos. Pero durante el confinamiento, todo estará parado.  

P: ¿Qué le diría sobre su música alguien que no haya escuchado ninguno de sus temas, lea esta entrevista y se lance a investigar? 

E: Si digo la verdad, no lo sé, pero puedo poner un ejemplo de algo que me ocurrió a mí. Yo nunca entendí a Lana del Rey, pero un amigo me dijo, ‘cuando te pase esto, ponte a Lana del Rey’. Y flipé. Me di cuenta de que la música tiene una intención y hay que buscar el momento para consumirla. Creo que he escrito mis canciones con una intención y cuando a alguien le llegue el momento, las podrá disfrutar igual que yo disfruté a Lana del Rey cuando pensé que jamás podría consumir sus temas. 

Cada uno escuchará mi música cuando lo necesite, ojalá la recomienden mucho y conecten con las canciones en esos momentos concretos. ¿Cómo lo recomendaría yo? No puedo. Las canciones son una especie de cosa que termina y acaba, pero nunca sabes cuándo. Así que prefiero que cada uno las recomiende y surja el sentimiento, así que prefiero que cada uno lo interprete a su manera y aparezca la magia. Eso es lo que veo de la música, quizá alguien no te llama la atención y de repente, aparece la historia en una canción, y alguien lo flipa. 

Desde VAVEL.com queremos darle las gracias a Paul, por sus ganas de contestar a todas nuestras preguntas, y por tratarnos con tanta complicidad y calidez. ¡Te deseamos lo mejor!