La andadura búlgara en Eurovisión se inició no hace demasiado, en 2005, aunque no llegaron a clasificarse hasta 2007, año en el que Elitsa Todorova y Stoyan Yankoulov consiguieron un quinto puesto. Su mejor posición es recordada por todos, aquel segundo puesto en 2017 en el que un jovencísimo Kristian Kostrov conseguía lo impensable ante un Salvador Sobral imparable, tanto en la votación del jurado de los países como en el televoto. 

Este año se ha elegido internamente a Victoria, una de las jóvenes más prometedoras del panorama búlgaro. Participó en la cuarta edición de X Factor Bulgaria, y su último single, I wanna know, ha ganado miles de visitas en YouTube y en Spotify, y la artista consiguió presentar su videoclip tanto en Sofía como en Madrid.  

Tiene un peculiar timbre de voz, entrecortada y grave, y se hace notar en la canción elegida para defender en Róterdam, Tears getting sober, que mantiene una de las tónicas en esta edición, el cuarteto de cuerda, pero aquí aparece sumamente difuminado con el resto de la producción, que juega con las caídas de ritmo, y emplea la percusión para darle más profundidad a la escucha general de la canción.  

El tema habla del dolor tras una ruptura, del resentimiento hacia la persona con la que antes compartías la vida y ahora sólo te queda arrepentirte del pasado. Habla de las lágrimas que se le escapan recordando, y transmite con suma crudeza sus sentimientos, mientras deja ver atisbos de superación.  

Victoria defenderá su tema y a su nación, así olvidando la ausencia, por cuestiones financieras, que tuvo el país el año pasado, y por la que no pudo pisar Tel Aviv, en la segunda semifinal del concurso. Hasta entonces queda esperar si su álbum debut saldrá antes del 14 de mayo, o preferirá centrarse en la carrera eurovisiva exclusivamente.