Locke and Key es la nueva polémica de la plataforma Netflix. Se estrenó el pasado 7 de febrero, basándose en una serie de cómics escritos por Joe Hill e ilustrado por Gabriel Rodríguez, entre los años 2008 y 2012.

Esta historia gira en torno a la mudanza de tres hermanos a su hogar ancestral en Massachusetts, debido al reciente asesinato de su padre. Allí descubren que la casa tiene varias llaves mágicas que les proporcionan peculiares poderes, no obstante no son los únicos que conocen el secreto, pues un demonio hará lo posible para conseguirlas.

La familia Locke está compuesta por la madre Nina, interpretada por Darby Stanchfield, actriz estadounidense conocida por su papel en la serie Scandal. Y sus hijos Tyler, en este caso representado por Connor Jessup, Kinsey, papel realizado por Emilia Jones, quien tuvo una aparición en la famosa serie Doctor who (2013), y el más pequeño de los hermanos, Bode, es decir Jackson Robert Scott, que además es el rostro más conocido debido a su actuación en la película It (2017), adaptación de la novela de Stephen King, además de su papel protagonista en The prodigy (2019).

Sus capítulos están suponiendo un gran dilema, los lectores de las historietas originales no están satisfechos con su representación, no solo por haber simplificado notablemente el argumento inicial, común en este tipo de adaptaciones, sino también por haber modificado los elementos esenciales que la convertían en un producto consumido por adultos, en una mezcla incierta, ya que a simple vista parece tratarse de una serie fantasiosa que cualquier niño puede ver con sus padres, sin embargo eso cambia a medida que van transcurriendo los episodios, pues ocurren sucesos quizás demasiado violentos para una trama como esta. Este hecho resulta confuso para quienes lo ven. 

Podemos decir que se trata de una mágica historia que no ha logrado liberar todo su potencial por apostar sobre lo seguro, siendo una serie que ha abandonado su poderoso argumento y no logra aportar intensidad. Probablemente hubiera triunfado si se hubiera centrado en sus seguidores y hubiera evitado extraños experimentos.