OT es un programa difícil. No de ver (que a veces también), si no difícil que sobreviva durante mucho tiempo en antena. Al contrario que programas como GH o Tu Cara Me Suena, que tienen mucha capacidad de reinvención y mantenimiento, OT es difícil que aguante más de tres o cuatro ediciones. Esta ley no escrita persigue desde el inicio a su undécima edición. Sin embargo, hasta el momento, los datos desmienten (en parte) esas acusaciones. La edición que coronó a Famous Oberogo, tuvo una media de 1,9 millones de espectadores. OT 2020 está cosechando de media una audiencia de 1,8 millones. Aunque la audiencia no es especialmente favorable, es importante recalcar que hasta ahora los datos están siendo muy similares unos con otros ,y que no ha sufrido un gran bajón con respecto a OT 2018. Aún es pronto para pronunciarse sobre esta edición, pero no lo tienen nada fácil.

El pasado domingo 26 de enero TVE emitió la Gala 2 (que tuvo un audiencia de 1,7 millones de espectadores y un 12,6% de share), y poco a poco ya se va viendo por dónde van los tiros. Si OT 2017 se caracterizó por su naturalidad y diversidad, y OT 2018 por la originalidad y la búsqueda de artistas, OT 2020 parece que ha optado por perfiles normales y polémicos. Al menos eso es lo que ha demostrado esta semana. La música no ha sido lo más importante, y eso no debe ser una buena noticia para un programa que se enorgullece más de ser un talent que un reality show.

La actitud de los concursantes Eli y Jesús en la academia y la que tuvieron con su compañera Ariadna, ha sido lo más comentado de la semana. Se han producido comportamientos injustificables, y en la gala decidieron abordarlo. La verdad es que lo trataron con bastante tacto y delicadeza. Sin embargo, no fue buena idea la emisión de las tutorías con Noemí. Además de descontextualizar la situación y no aportar nada, se vio como una intromisión a la (escasa) intimidad que tienen los concursantes.

Así lo manifestaba Eli posteriormente en el chat, quien pensaba que se trataba de una charla privada. Es positivo tratar de la manera que lo hicieron este tipo de problemas en las galas. OT se emite en una televisión pública, y todo se hizo de forma muy conciliadora y didáctica. Sin embargo, a pesar de tratarlo de esta manera sobrevolaba sobre la gala (y sobrevuela sobre la edición), los temores a que OT 2020 se convierta en una especie de OT 2008, edición que se basó más en las polémicas y el mal rollo que en la música.

Operación Triunfo es un talent en las galas y un reality en YouTube. Lo segundo sirve para alimentar lo primero. Todo talent necesita tener un fenómeno fan, que los espectadores se identifiquen con los concursantes, que se sufra con ellos y que haya salseo (por supuesto). Y esa es la función del canal 24 horas. El peligro que existe es que el espíritu del reality show invada la gala y la domine. Y fue justo lo que parecía. Lo hicieron de manera tímida, pero todo el mundo se percató de ello. Incluido los concursantes. Lo que quería el programa era salseo. Camuflado, pero salseo. Encontrar el equilibrio entre el talent y el reality show va a ser el gran reto de esta edición, teniendo en cuenta la existencia de concursantes tan polémicos y de tantas historias ocurriendo al mismo tiempo en la academia.

Noemí Galera ha elegido un buen grupo. Sin embargo, tienen un perfil más de concursantes que de artistas. Se les ve y no parece que ninguno vaya a tener ningún tipo de futuro en una industria musical en la que parece que no van a aportar nada. Puede que ahí resida el "éxito" de la edición. Al final OT es un programa. Es cierto que no sobresale nadie en especial como en ediciones anteriores, pero el grupo ha gustado, al menos en redes sociales. Y eso es positivo en el devenir de las galas.

Quien parece no haber encontrado su hueco aún es el jurado. Es muy difícil ser jurado y nunca van a acertar, pero durante sus valoraciones dio la impresión de que estaban viendo otra gala. Natalia, la exvocalista de La Quinta Estación, por ejemplo, está muy pasada de rosca. Sus comentarios, tanto en la Gala 1 como en la Gala 2, fueron muy irrelevantes e inoportunos, y no aportaban nada ni a la gala ni a los concursantes. Cuando han tenido que ser duros no lo han sido, y cuando alguien lo ha hecho mal parece que han hecho oídos sordos. Es incomprensible que a Flavio le dijeran que cantó fatal pero que debía salvarse, y a Gerard justamente lo contrario y nominarle. La función del jurado es actuar como examinadores y deben decirles a los concursantes lo que no quieren oír, lo que puede que sus profesores de la academia no les digan o no vean porqué están en continuo contacto con ellos. Al final el jurado no tiene trato con los concursantes y puede ser más objetivo. Hasta el momento su función parece más un mero trámite sin importancia ni sentido que uno de los momentos más cruciales de la gala.

Aparte de esto, como se dice en el principio del artículo, aún es muy pronto. Operación Triunfo es un programa que se cocina a fuego lento y que depende muchísimo de sus concursantes. Cuanto más a gusto se sientan ellos en plató, más ritmo tendrán las galas y más redondo será todo. En esta gala ya se les ha visto más cómodos y eso es un buen paso, aunque aún sea insuficiente para mantener una gala de casi tres horas.

Respecto a la expulsión, la marcha de Ariadna es una mala noticia para el programa. Era de esas concursantes que tenían una voz especial y que, además, como demostró en la gala (y durante su estancia en la academia), tiene discurso y mucha personalidad. Ha sido una de las protagonistas indiscutibles de la semana y fue la mejor actuación de la noche. Personas como Ariadna son las que necesitaba OT 2020. Era una concursante completa y es una lástima haberla perdido tan pronto.

Esta semana están nominados Eli y Rafa. Ambos cantaron (o destrozaron) "Bonita", de Juanes. Ellos sabían lo que iba a pasar y el resto del mundo, también. Por mucho que digan en OT que no hay canciones nominables, sí las hay. Y esta era la canción nominable. Con esta nominación, OT consigue poner en la palestra a una de las concursantes que más ampollas está levantando esta edición: Eli. Es cierto que merece ser expulsada. Su manera de actuar en la academia ha sido muy desacertada, y tenía que haber un toque de atención. Tanto para ella como para el resto de concursantes. No pueden tener según qué comportamientos. Ya no porque estén en un programa de televisión, si no porque no deben. No hay más. En OT los asuntos extramusicales también se tienen en cuenta, y esta nominación era necesaria. Por suerte no ha venido solo por los motivos por lo que Eli ha sido tan criticada esta semana.

A pesar de merecer ser la próxima expulsada, Eli no debe ser juzgada a su salida del concurso. Hay que recordar que es un ser humano (a la gente se le olvida muy a menudo) y que, como se ha visto estos días, ella también lo está pasando mal. Su castigo será la expulsión. Después de eso nadie tendrá (o debería tener) derecho a recriminar nada a la canaria.

Finalmente, hay que agradecer mucho el esfuerzo que está haciendo esta edición por ofrecer un espectáculo llamativo y original. Comparando esta gala con la anterior, el sonido estuvo bastante mejor, y la escenografía y puesta en escena fueron un gustazo. La llegada de Nia SanJuán ha sido todo un acierto. La directora de programas se está haciendo cargo de las galas y está haciendo un trabajo digno de ser alabado.

OT 2020 tiene los ingredientes necesarios para sobrevivir. Seguramente no pase a la historia del formato ni se convierta en un fenómeno, ni otorgue a sus concursantes la posibilidad de vivir de la música, pero con esta Gala 2 OT ha demostrado que el show puede continuar.