Marriage Story es una historia muy bien contada sobre algo difícil de contar. Y es que si amar es algo complicado de expresar, más lo es narrar una historia en la que el amor sigue presente sin tener más cosas que ofrecer. Una trama que narra la dolorosa descomposición de lo que fue y jamás volverá a ser, de una pareja que se quiere pero que no puede renacer. Así se presenta la obra de Noah Baumbach. 

El comienzo de esta historia ya deja al espectador enganchado para el resto del largometraje, y es que el prólogo que se encarga de iniciar la trama no puede ser mejor. Lo que parece dulce y entrañable pronto se vuelve amargo y tormentoso. Esto marca el desarrollo de la película, pues si bien el drama parece asomar durante un tiempo prolongado, de pronto la comedia te hace olvidarlo todo e iniciar una carcajada. En esta película todo es tan sencillo que resulta demoledor, pues es tal la cercanía que se siente con los personajes que por momentos sientes entenderla a ella y odiarlo a él y en otros exactamente lo contrario. Muestra la realidad que vive cada uno de ellos, desde lo costoso que resulta atravesar un divorcio como los sacrificios personales y profesionales que se hacen por salir a flote en esta lucha que aunque al principio no quiera inciarse como una guerra, pronto desencadena pequeñas batallas en las que sin quererlo ni forzarlo, uno sale ganador y otro perdedor. Lo bonito de esta historia no sólo se plasma en lo optimista que se presenta este proceso pese a ser un momento terriblemente triste para ambos de los personajes, si no también que durante toda la trama tenemos más de una mirada tras la que ver la realidad.

Scarlett Johansson en Marriage Story. Fuente: Instagram oficial Marriage Story

 

La belleza de esta obra se refleja en el guión; cercano, vivo, emocionante y desgarrador. Tan bien escrito como interpretado, pues sin duda las actuaciones de Scarlett Johansson y Adam Driver son espléndidas. Johansson demuestra una vez más lo gran actriz que es y Driver se convierte en un fantástico protagonista que con cada uno de sus silencios, miradas y gestos hace del personaje una de sus mejores interpretaciones. Los protagonistas se retroalimentan durante toda la historia, por lo que no se podría contar de otra forma que con la complicidad y el dolor que ambos comparten y que tan bien transmiten. También hay que destacar a la siempre sobresaliente Laura Dern, pues pese a tener un personaje secundario, los diálogos ( a veces casi monólogos) que mantiene con April, la protagonista , son una prueba de su maestría. Por otro lado, es importante destacar la imagen, preparada para dar al espectador pequeños detalles que hace que la historia se cuente por sí sola. Baumbach a través de esta película nos habla de la vida, de su crudeza y al mismo tiempo de su belleza, y lo hace de una manera tan elegante que sólo se le puede elogiar. 

No resulta en absoluto extraña la gran acogida que está teniendo entre el público. Sólo hay felicitaciones y buenas palabras para la obra y esto no sólo se refleja en el espectador, si no también en la crítica, pues las nominaciones a premios no paran de caer para este talentoso equipo, como la de Mejor Película Dramática, Mejor Actriz y Actor de Drama o Mejor Actriz de Reparto en la 77 edición de los Golden Globes. Sin duda, todos ellos merecen ganarlos.