El caso ERE, una de las mayores tramas de corrupción de nuestro país, ha reconocido en su sentencia a la magistrada sevillana por su “esfuerzo y diligencia” que, sujeta a diversas presiones políticas, dirigió e investigó durante años esta trama.
Pero, ¿qué sabemos de Mercedes Alaya? Seguramente, muchos de nosotros recordaremos su imagen bajando del taxi que le dejaba en la puerta de los juzgados de Sevilla arrastrando su maleta con ruedas.
Siempre se mostraba hermética y casi inexpresiva ante la cantidad de focos que la perseguían, pero en ningún momento dejaba ver atisbo de algún sentimiento, mientras que la magistrada se desplazaba entre el bullicio de curiosos y policías en los juzgados de la capital andaluza.
Si hay algo que recordemos de ella será que es una mujer clara, sincera, que no anda con rodeos, con sus conocidas frases directas y cortantes durante los interrogatorios a los acusados: “Míreme a los ojos”.
Por si fuera poco, la juez no es conocida por este caso en Sevilla, sino por dejar a Manuel Ruiz de Lopera sin la presidencia de Real Betis Balompié después de 18 años con la presidencia de este conocido equipo sevillano.
Su lucha por el caso ERE fue incesante desde el 19 de enero de 2011 que comenzó a investigar esta trama. Ni las presiones políticas que recibía ni el foco mediático diario que tuvo lograron apartarla del caso, pero sí una dura neuralgia de trigémino, que la mantuvo seis meses fuera del caso. Cuando regresó, en marzo de 2013, la juez siguió esquivando los intentos de arrebatarle el control de la trama.
Con la instrucción de los ERE prácticamente terminada, optó a una plaza de magistrada en la Audiencia Provincial y, a pesar de que se le prometió poder concluir con esta trama de corrupción, recibió la noticia de que no podría continuar con la instrucción del caso en el año 2015. De este modo, fue Mercedes Núñez Bolaños la encargada de continuar con esta trama.
Al pronunciar el nombre de la juez Mercedes Alaya se producen dos bandos diferenciados entre la población: para unos, icono de valentía contra la corrupción española; para otros, una figura sin sentimientos, enigmática, capaz de enfrentarse a cualquier con tal de conseguir lo que se propone.
Sin embargo, ni sus seguidores ni sus detractores han sido algo que le haya desviado la atención a la juez, pero de lo que estoy seguro es que, al ver la sentencia del caso, habrá esbozado una escueta sonrisa.