El cine no entiende de fechas, cualquier momento es bueno para sacar a relucir las locas ideas de cualquier director, si bien es cierto que hay ciertas épocas en las que las compañías adaptan sus estrenos al panorama, lo cierto es que no hay un patrón definido a la hora de producir películas. Sin embargo, en todo ese compendio de reglas no escritas sobre el cine, parece que el periodo de verano se ha establecido como un tramo en el que los estrenos están más al alza que nunca.

Los factores no son muy complicados de entender, en primer lugar la gente goza de más tiempo libre en época de vacaciones, por lo que el cine se presenta como uno de los entretenimientos más fáciles a los que recurrir, por otra parte también hay que destacar que las películas lanzadas en estas fechas son las que mayor promoción reciben, con trailers y anuncios presentes incluso desde os primeros meses del año resulta inevitable que cuando se acerca el verano, el cine pase de ser una opción para acercase a ser una  prioridad.

Sin duda todos estos factores impulsan de manera increíble la industria, haciendo que la única responsabilidad de las productoras sea la de entregar un producto decente en esta estación. Sin embargo esa es una tarea que no se cumple en su totalidad, pues a pesar de que la cartelera es amplia y de que las propuestas son variadas, a la hora de la verdad las productoras prefieren optar por la cantidad que por la calidad, es decir, lanzar un sin fin de ideas por defectuosas que resulten, porque después de todo son conscientes de que algún beneficio pueden sacar.

Y es que ese es precisamente el problema del cine de verano, cuando la ambición supera la planificación todos los esfuerzos por disfrutar de buen cine en su totalidad resultan inútiles ante la avaricia de las grandes compañías de cine.