El día posterior a la primera semifinal, todo son resacas. Son muchos los acontecimientos que en la noche anterior ocurrieron, y si ya se comenta la previa, llena de suposiciones y apuestas, más se comenta el pos. La primera semifinal da muchas sorpresas, cambia mucho las tablas, y, sobre todo, puede cambiar el rumbo del festival.

En la noche del 14 de mayo, no faltaron las sorpresas. Tanto las de las clasificaciones como las de las actuaciones.

A las 21.00, el himno de Eurovision sonaba en las casas de millones de europeos, australianos e incluso algún país asiático, anunciando el comienzo del Festival. En esta ocasión, no se comenzó con imágenes del estadio lleno de eurofans. Si no, con un vídeo.

La televisión israelí decidió homenajear con una emotiva película de apenas un minuto a la cantante Netta, la ganadora en 2018 que instantes después pisaba el escenario. Como es tradición, el ganador de cada año canta, al año siguiente, el tema que le dio el micrófono de cristal, y así se hizo. Netta Barzilai levantó la Expo de Tel Aviv con una versión más actual, electrónica y más potente de Toy, su tema ganador. La cantante hizo una gran demostración vocal y demostró a todos por qué fue la merecedora del trofeo en la edición pasada.

Tras una Netta emocionada, gritando al estadio lo maravilloso que había sido este último año para ella, sobre el escenario se presentaron los cuatro presentadores encargados de dirigir el transcurso del festival: La modelo internacional Bar Refaeli y los presentadores de la televisión pública israelí, Erez Tal, Assi Azar y Lucy Ayoub. Desde España, nuestros comentaristas, Tony Aguilar y Julia Valera fueron los encargados de traducir toda la gala, acompañados del eurofan Víctor Escudero, quién daba los datos más curiosos de los representantes.

Una vez dada una breve explicación de cómo funcionaría esta primera semifinal y de un par de cordialidades, arrancó el espectáculo.

CHIPRE Y SU MEJORA VOCAL

La primera en abrir el proceso de presentaciones fue Tamta, la cantante georgiana que representa a Chipre.

La puesta en escena, diseñada por Sacha Jean Baptiste, considerada una de las mejores escenógrafas del mundo eurovisivo, en esta ocasión, dejó mucho que desear para una gran cantidad de eurofans. Cuando se reveló en los ensayos de la semana pasada, Chipre llegó a bajar mucho en las casas de apuestas, por su vestuario (un cambio de vestimenta en medio de la actuación que no mejoraba ni mucho menos la anterior) y el sonido en directo.

A pesar de ser una de las diosas musicales del mediterráneo, Tamta llevaba sobre sus hombros el peso de la actuación del año anterior de su compañera Eleni Foureira, quién quedó en 2º lugar, lo que hizo que, las expectativas para esta actuación estuvieran muy por encima.

No obstante, la calidad vocal de Tamta mejoró muchísimo ensayo tras ensayo y en la noche de la semifinal se escuchó una voz más clara, mejor cuidada y con unas subidas de tonos clavadas. Y, aunque el efecto Replay en realización quedara bastante en desacorde con la actuación y un tanto cutre, no le penalizó para pasar a la final.

MONTENEGRO Y SU DESCOORDINACIÓN

Montenegro este año arriesgó mucho en cuanto a que dejó a un lado sus baladas balcánicas para presentar a un sexteto de jóvenes que le daban un aire juvenil e inocente al festival. En su preselección pintaban bien en cuanto a puesta en escena: Seis cantantes subidos a un pentagrama, nada que no quedara original. Pero, sus cambios de cara al festival terminaron por sentenciarlos.

Quitaron el pentagrama y se vistieron todos de blanco y rojo. Hasta ahí no suena actuación desastrosa, pero, todo empezó cuando tuvieron que coordinarse entre los 6. Cada uno bailaba con una intensidad diferente, se pisaban las voces entre ellos… Y, por si fuera poco, los últimos segundos de la actuación, improvisaron un “baile” totalmente descoordinado y por el que, casi se tropieza más de uno.

No hubo quién los salvara de ser eliminados.

FINLANDIA Y SU ACTUACIÓN VACÍA

El cantante Darude y el dj Sebastian Rejman salieron al escenario con la intención de levantar la Expo de Tel Aviv, pero, desde casa, pudo notarse como apenas se escuchaba al público. Su puesta en escena, a nivel de realización, vestuario y vocalmente, no estuvo mal. La bailarina de clásico en el centro del escenario, desconcertaba un poco al ser un tema de pop electrónico, pero no demasiado.

A Finlandia le faltó que su tema tuviera enganche.

EL CUADRO POLACO

Todos sabían que Polonia mandaba una propuesta arriesgada: Cuatro chicas de voces extremadamente agudas e irritantes cantando un tema folclore polaco con ritmos modernos. Arriesgaron. Muchísimo. Y más con una puesta en escena que terminó siendo un cuadro. Pero un cuadro con todas las letras.

Ataviadas con un traje regional rojo y de colorines, se plantaron sobre un escenario de colores rojos y con sus caras en las pantallas. Por supuesto que arriesgaban, e incluso podrían haberse colado en la final por su propuesta, pero, sus voces terminaron por rematarlo.

Otro año será para Polonia.

LOS INTIMISTAS ESLOVENOS

De una actuación agobiante como la de Polonia se pasó a la performance más lenta y, para algunos, una de las más aburridas de toda la edición. Eslovenia apostaba este año por un dúo (musical y de romance) de dos jóvenes, Zala y Gasper, para representar su país. Una canción alternativa, indie y con sintetizador. A todo esto, le sumaron una puesta en escena totalmente intimista, y, voilà, la final fue suya contra todo pronóstico.

Zala y Gasper no derrocharon energía en absoluto en el escenario (algunos incluso decían por redes que necesitaban un par de litro de cafeína para despertarlos), pero, ellos son así: De blanco, en medio de un universo, y cantando ella Sebi mientras él la mira y la acaricia de vez en cuando.

Para algunos fue un muermo, para otros, una actuación llena de amor.

EL BUEN ROLLO DE REPÚBLICA CHECA

República Checa, desde su sexta posición con Mikolas Josef el año, está subiendo en el festival. Este año le dieron al trío Lake Malawi el billete para Tel Aviv, y les ha rentado muchísimo.

Albert, Antonín y Jeroným revolucionaron con su Friend of a Friend la Expo de Tel Aviv, y eso se notó desde casa. El cantante, Albert, supo utilizar todo el escenario a su favor, llenándolo con su sonrisa y el buen rollo que desprende su canción. Además, República Checa supo jugar muy bien las cartas con un vestuario muy simple y colorido y juego de casillas en realización que quedó desde casa muy original.

Su pase a la final les otorgó subida en las casas de apuestas. Quién sabe hasta dónde llegaran estos tres jóvenes checos el sábado.

LA ELEGANTE HUNGRÍA QUE SE QUEDÓ EN SEMIFINALES

Hungría mandaba este año a una de sus viejas glorias en el festival para intentar, al menos, igualar su participación de 2017. Pero, las puertas de la final se cerraron para Joci Papái. El cantante de etnia gitana se subió a un escenario para él solo, descalzo, y completamente vestido de negro, e interpretó su tema Az én Apám (A mi padre).

Para muchos fue una gran sorpresa el hecho de que Hungría no llegara a la final con una de sus mejores jugadas en el festival. Además, teniendo una puesta en escena tan bonita jugando con brillos y formas étnicas y una canción pegadiza, elegante y de corte actual.

Hungría que, en los últimos diez años, todo habían sido pases y la mitad, conseguir un top, ha decaído por primera vez.

LA NIÑA BIELORRUSA DE LA SUERTE

Igual que casi todo el mundo daba por hecho que Hungría estaría en la final, muy pocos daban por hecho que Bielorrusia se haría con un pase a la final. La pequeña Zena, la más joven de todo el festival, con 16 años, se coló entre la lista de finalistas de forma sorprendente.

Su tema, de pop tremendamente comercial, y su puesta en escena hip-hopera le dieron lo necesario para que Bielorrusia y su Like It viera una final después caída en semifinales el año pasado.

EL BALADÓN SERBIO

Serbia este año quiere quitarse la espinita de la mala posición que obtuvieron la final el año pasado, y para eso cuentan con Nevena Bozovic, una artista serbia que ya ha participado en Eurovisión en otras ocasiones, y que, esta vez lo ha hecho sola y con un baladón de los grandes. Se titula Kruna (Corona), y le ha coronado como finalista.

Antes de los ensayos, pocos son los que le habían echado mucha cuenta a Serbia en el festival, pero, una vez presentó la puesta en escena, empezó a sonar mucho más. El vozarrón elegante de Nevena, su vestido negro y la puesta en escena colorida y fantasiosa le otorgaron todo lo necesario para el pase a la final.

BÉLGICA ESTUVO FALTA DE EMOCIÓN

Aunque muchos querían ver al pequeño Eliot en la final debido a su amabilidad y a su gran amistad con el representante español, no fue suficiente para su tema. La puesta en escena, igual que juega a favor, para otros juega en su contra. Y este fue uno de los casos.

Junto con los eslovenos, Eliot era otro de los representantes que, en el escenario, para mucho, le faltaba salero y gracia. Y eso le pasó factura. Además, de su voz, que en ocasiones temblaba, la puesta en escena y el vestuario no terminaron de captar la atención.

Bélgica ya en 2017 triunfó en una tercera posición con la misma fórmula (cantante rubia lacia y con poca gracia cantando un tema monótono), y, en los últimos años, ha seguido por ese camino. Pero, desde el año pasado con su no clasificación y la de este año, está visto que, lo que sale bien una vez, no sale más veces igual.

GEORGIA TUVO DEMASIADA POTENCIA

Georgia este año contaba con uno de sus artistas del momento y con una canción en su idioma para participar en el festival. Pero, quizás, no le jugó a su favor tanta potencia vocal del cantante (muy buena pero quizás excesiva) ni de sus coristas, llegando incluso a rozar el terror en algunos puntos de la actuación.

La falta de salero del belga y la excesiva emoción del georgiano, hicieron del festival unos minutos demasiado contrapuestos, que, para muchos, pudo descolocar. Para colmo, la puesta en escena georgiana, llena de fuego y humo, terminó por sentenciarlos sin el pase a la final.

CERO GRAVEDAD EN AUSTRALIA

Australia era la primera vez que se presentaba en el concurso con una puesta en escena de las que los eurofans llaman “frikadas”. Hubo un tiempo en el festival en el que lo que más llamaban la atención eran las puestas en escenas, y no el tema, y, como Australia es la novata, parece ser que ha querido probar. Y le ha salido de maravilla.

Hasta los ensayos, nadie daba nada por Australia: Un tema que mezcla el pop, con la ópera y que resulta un batiburrillo de sonidos musicales, no gusta a todo el mundo. Ya no solo arriesgaban en la puesta en escena, sino que la canción era también arriesgada. ¿Cómo lo solucionaron? Quitándole gravedad al asunto. Literalmente.

Con un juego de ilusiones ópticas y con unos palos que a todos los eurofans maravillan por cómo puede la cantante subirse ahí arriba y hacer ese derroche de voz a la vez que da vueltas, Australia ha llegado a subir en las casas de apuestas hasta colocarse entre las favoritas para ganar.

LOS TEMIDOS ISLANDESES

Islandia, después del número de Australia, llegó al escenario con ganas de seguir sorprendiendo y asustando al público de Eurovisión. Ya asustaron en su día cuando ganaron la preselección de su país: Una puesta en escena digna de una película de miedo, con fuego, vestuario de pinchos y cadenas, además de una voz completamente rota (tan rota que suena a radio estropeada) y un tema que comienza completamente eléctrico y al estribillo da un giro a algo más actual, asusta, asusta a muchos. Y más cuando se descubre que el tema, Hatrid mun sigra traducido significa El odio prevalecerá.

Pero la propuesta arriesgadísima de Islandia era un pase clarísimo para la final. No podía quedarse en semifinales y que solo la disfrutaran unos pocos.

Como dato curioso, el rubio del grupo Hatari, es uno de los presentadores del telediario en su país.

ESTONIA Y SU COUNTRY POP SUECO

Tras el susto de Islandia, Estonia aparecía en Tel Aviv con uno de los guaperas de esta edición y con un tema muy de estilo radiofónico de los últimos años. Victor Crone, de nacionalidad sueca, pero representante de Estonia, levantó la Expo con su tema Storm, de toques musicales muy parecidos al grupo sueco Swedish House Mafia.

Fue también una de las sorpresas de la noche con su pase a la final, aunque no una de las mayores sorpresas. Su puesta en escena era de lo más simple: El cantante sólo sobre el escenario, con una guitarra que aparece y desaparece y un juego de realización que a más de uno desconcertó al final de la canción. Y el directo tampoco fue uno de los mejores de la noche. Sí es cierto que el tema ganaba por encima de lo demás, y es quizás la razón por la que Estonia, una vez más, está en la final de Eurovisión

LA EXTRAVAGANTE PORTUGAL

Portugal fue la gran sorpresa de la noche. En todos los sentidos. Reinó en Twitter con la cantidad de memes que salieron tras su actuación, reinó en Tel Aviv con su tema, puesta en escena, baile y vestuario extremadamente extravagantes y reinó en sus tres minutos de participación. Pero hasta ahí llegó su reinado.

Conan Osíris y su bailarín se quedaron a las puertas de la final, a pesar de impresionar a muchísimos con cada segundo de su participación. Muchos, a día de hoy, después de ver su actuación millones de veces, siguen sin comprender qué tiene toda la puesta en escena con Telemovéis (teléfonos móviles), el tema principal de la canción. Lo más sorprendente fue el final. Mejor verlo que contarlo.

Portugal en los últimos tres años ha protagonizado un hecho muy curioso: En 2016 se retiró del concurso. En 2017, cuando se cumplían 40 años de su primera participación, ganó por primera vez superando el récord en votos. En 2018, pasó a la final directamente por ser la ganadora y obtuvo el último lugar. En 2019, ni tan siquiera ha llegado a la final.

LA MAGIA LLAMATIVA DE GRECIA

Grecia dejaba atrás en esta edición una década de ritmos étnicos y raps griegos para darle paso a su candidatura más internacional.

Katerine Duska llevó a Tel Aviv la puesta en escena más llamativa y pomposa de todo el festival, inspirada en el cuadro del Jardín de las Delicias de El Bosco. Grecia, una de las grandes favoritas, cada vez menos a ganar, pero sí a optar a una buena posición, derrochó luminosidad y vistosidad sobre el escenario.

Sí es cierto que, la realización, fue lo más flojo de su actuación, haciendo en ocasiones, un poco vacía la puesta en escena. Nada que la grecocanadiense no pudiera arreglar con vocalmente. La voz de Katerine Duska, nasal pero que a mucho recuerda a la gran Amy Winehouse, hizo que su tema Better Love (que a muchos recuerda al grupo Florece + The Machine) se colara en la final de cabeza.

Grecia dejaba atrás su mala pata del año pasado (no se clasificó por primera vez) demostrando que es capaz de hacer puestas en escenas sublimes y mágicas.

SAN MARINO PASA POR SEGUNDA VEZ EN SU HISTORIA A LA FINAL

La primera semifinal la cerró San Marino y su titular en esta ocasión no podía ser otro que fue su segunda clasificación en toda su historia en el festival. El turco Serhat, quién volvía por segundo año por San Marino al festival, se hizo con un pase para la final sorprendente para muchos y para otros, merecido.

Realmente, la actuación fue un tanto desastrosa en cuánto a sonido. Las coristas se comían la voz rasgada y grave del cantante, llegando en ocasiones a dejar de escucharse su voz, una voz muy particular pero que no es la mejor ni mucho menos. Pero Serhat es icónico en el festival, y quizás, eso y, su canción disco tan pegadiza, le ayudaron a pasar a la final.

Con San Marino, la suerte estaba echada, y solo quedaba esperar a las votaciones del público. Durante el descanso, la mítica Dana International, última ganadora israelí en el concurso antes que Netta en 1998, quien hizo varias versiones durante su actuación. También se pudo disfrutar de tres de los candidatos que tienen pase directo a la final. Bilal (Francia), Kobi Marimi (Israel) y Miki (España) dieron una pequeña entrevista para todos, además de presentar un minuto de la actuación que tienen preparada para este sábado.

Media hora después más o menos, las líneas se cerraron y los finalistas ya estaban escogidos. Grecia fue la primera en ser anunciada, y a ella le siguió Bielorrusia, Serbia, Chipre, Estonia, República Checa, Australia, Islandia, San Marino y Eslovenia.

El orden fue totalmente aleatorio, y, hasta el domingo, no se revelará el orden real, conociendo al ganador de cada semifinal. Ansiosos están los eurofans por saberlo tras anunciar Jon Ola Sand, unos de los directores del festival, que estuvo muy muy reñida la clasificación.

Con estos diez finalistas, el próximo jueves conoceremos a los otros 10, y, junto con los 6 con pase directo, el sábado tendremos la gran final.