Los films biográficos sobre músicos o grupos musicales están en su apogeo gracias al éxito de Bohemian Rhapsody. Ahora, en clave más minoritaria, se estrena Leto, cinta rusa que busca ser un drama biográfico musical que se desarrolla en la década de los 80.
Leto se sitúa en Leningrado, en un verano a principios de los 80, donde la escena del rock de la ciudad está en pleno apogeo. Aquí se cuenta la historia de Viktor Tsoï, un joven músico que está tratando de hacerse un hombre en este mundo y que creció escuchando a Led Zeppelin, T-Rex y David Bowie. El encuentro con su ídolo Mike y su esposa, la bella Natacha, cambiará su destino, y juntos construirán una leyenda como pioneros del rock ruso.
A priori, puede ser una cinta que no interese mucho puesto que se basa en un grupo que no es conocido por la mayoría de los espectadores. Sin embargo, Leto, que tuvo el privilegio de participar en la Sección oficial de largometrajes a concurso en 2018, tiene cierto encanto e inspira cierta ternura gracias a su personaje protagonista. Es cierto que no pasará a la historia de los biopics, pero tampoco es nada desdeñable.
El largometraje funciona de forma alternativa e inconstante, siempre en un difícil equilibrio entre la sorpresa y la pretenciosidad. En cualquier caso, lo que exhibe es tan extraño, surrealista y desesperado que, solo por ello, merece la pena adentrarse en ella.
La obra de Kirill Serebrennikov es una muy hermosa reconstrucción de la movidilla rockera durante los estertores soviéticos, llena de ingenio visual y de buenísima música. Leto logra esquivar varios de los clichés argumentales típicos de los biopics habituales, con una fantasía musical que fascinará a todos los que amen una buena melodía.
Valoración: 3/5
Lo mejor: Sus secuencias musicales, pura fantasía
Lo peor: Funciona de manera desigual y es demasiado pretenciosa