Crítica de 'Dumbo' 
Imagen de la película Dumbo. Fotografía: IMDB

78 años han pasado desde que Disney nos contase la historia de Dumbo el pequeño elefante que tenía unas orejas de un tamaño tan ingente que le daban la posibilidad de volar, algo impensable para un paquidermo.

Por si alguien no lo sabía, aunque se menciona en ambas versiones, el nombre Dumbo es un juego de palabras entre "Jumbo" que es el nombre de su madre y  el adjetivo inglés dumb que traducido a nuestro idioma significa "bobo" otorgado al pequeño animal tras ver sus orejas, motivo de burla para el resto de elefantas en la versión animada y para todos los miembros de la troupe de Maximilian Medici en el live-action

Si eres de los nostálgicos que se quiere acercar al cine para revivir aquel largometraje de animación con una calidad visual acorde a los tiempos que corren, lo que encontrarás será una sorpresa para nada gratificante ya que el mayor parecido entre ambas cintas es el nombre 'Dumbo' y que el elefante puede volar con sus orejas gigantes. Más allá de ahí, cualquier parecido es pura coincidencia. Y no, tampoco encontrarás a Timoteo el divertido ratoncito que ayuda a Dumbo a reunirse de nuevo con su madre. 

La versión que se ha estrenado el pasado viernes 29 de marzo ha corrido a cargo del director Tim Burton, característico por los tintes oscuros y excéntricos, quién ya se encargase en 2010 de hacer el live-action de Alicia en el País de las Maravillas que abrió la veda para que Disney esté preparando un montón de ellos más. Sin embargo, el cineasta no consigue captar la esencia del clásico de 1941 que hacía que a todos se nos cayesen las lágrimas al verla. El filme de 2019 es tan frío que no llega a impactar en el público de forma que te de esa sensación de tristeza. 

Para hacerla más adulta, esta versión encuentra sus protagonistas en la familia Farrier sustentada por Holt (Colin Farrell) una estrella del espectáculo y veterano de guerra que al regresar se reencuentra con sus hijos, refugiados en el circo de Maximilian Medici (Dani DeVito) en el que trabajaban Holt y su difunta esposa, y al que se le encarga la tarea de cuidar del recién nacido Dumbo. 

Nico Parker y Finnley Hobbins interpretan, respectivamente, a Millie y Joe Farrier, cuyo propósito es ayudar al pequeño elefante a volver a reunirse con su madre cuando ésta es vendida por Medici porque creen que es una bestia. Durante la hora y cincuenta de metraje, se nos intenta vender el amor que los niños sienten por el elefante e incluso que fueron ellos los que enseñaron a Dumbo a controlar sus peripecias aéreas. Sin embargo, es todo tan frío que cuesta creerse ese vínculo que ha nacido entre el animal y los infantes

El resto de la troupe de Medici, no es más que un elemento que lo quiere es rellenar espacio ya que su cometido es bastante nulo hasta casi el final, cuando ayudan a rescatar a la señora Jumbo. 

El papel antagónico lo sustenta Vandevere (Michael Keaton), un enigmático empresario que adquiere el circo de Medici para explotar a la maravilla voladora. Ni siquiera, el papel del malo destaca en la película, ya que todos los personajes carecen de carisma y potencia visual. La más destacable sería la trapecista Colette (Eva Green) personaje tan desaprovechado como lleno de clichés que queda prendada, o al menos eso parece, de Holt Farrier en la primera escena que se encuentran. Por no hablar de la imposibilidad de que un elefante bebé, por grande que sea, pueda ser montado por un adulto de estatura media y menos aún volar con dicha persona a cuestas

Entre Dumbo y la señora Jumbo tampoco da tiempo a crearse un vínculo materno-filial ya que los separan en el mismo momento en el que el pequeño ha nacido y está oculto entre las pajas. ¿Por qué entonces ese ímpetu de volver a reunirse con su madre? ¿En qué momento Dumbo ha desarrollado un amor tal por ese otro elefante como para querer juntarse de nuevo a ella?

Ni la dirección de Tim Burton ni la presencia de artistas de renombre como Colin Farrell, Danny DeVito o Michael Keaton pueden salvar el despropósito conseguido con esta película que, sin embargo, será un éxito en taquilla por el sello que lleva detrás: Disney. 

Esta película puede ser recomendable si no conoces el filme original, sino, tal y cómo se dice las comparaciones son odiosas. No obstante, la sensación que deja es fría y de vacío. Lo más destacable y positivo es la banda sonora compuesta por Danny Elfman (Big EyesEl Lado Bueno de las Cosas) que consigue que cada nota vaya acorde a las escenas que estamos viendo. 

Más allá de la belleza visual conseguida por CGI para la creación de los elefantes, todo lo demás deja mucho que desear. Incluso la escena más impresionante a efectos visuales que sería la de los elefantes rosas carece de ningún sentido y no aporta nada más que un simple recuerdo de la escena del clásico animado. Una pena que se quieran recuperar estas películas para las nuevas generaciones pero no se consiga mostrar lo que nos enamoró hace tantos años. 

 

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