El cine ha sido desde su creación un concepto principalmente audiovisual, los espectadores siempre han valorado las películas en base a sus escenas, los personajes en pantalla e incluso los diferentes escenarios en los que se desarrolla la historia, lo cual vendría a significar que el lenguaje audiovisual lo es todo en la gran pantalla. A pesar de ello existe un elemento interesante que para la mayoría pasa desapercibido, dicho elemento es conocido como banda sonora, es decir, aquellos sonidos y melodías que ambientan la película, sin embargo aquellos que de verdad saben distinguir las virtudes de una buena banda sonora preferirán denominarlo como el verdadero espíritu de toda película.
Tras lo anteriormente dicho es evidente que el apartado de banda sonora aporta más a una película de lo que se pueda pensar, sin embargo si de verdad se quiere ahondar en todo lo que engloba una buena banda sonora, resulta obligado conocer la figura de Danny Elfman. Para aquellos que lo conocen resulta inútil realizar una introducción, sin embargo para los que no lo conocen basta con nombrarlo como uno de los mejores compositores de bandas sonoras de toda la historia del cine.
No se trata solo de su habilidad para encontrar la tonalidad adecuada para cada momento, ni de su versatilidad en cuanto a trabajos realizados, ni si quiera se trata de su creatividad en cada melodía. La verdadera magia de Danny Elfman reside en su maestría para tomar cualquier película y hacer que la banda sonora pase de ser un elemento olvidable para ser el punto álgido de cualquier película en la que este involucrado.
Películas como Family Man, Spiderman o la afamada Beetlejuice solo atestiguan lo que en principio era un legado pero que en la actualidad se esta convirtiendo en leyenda, por ello y por todo lo expuesto resulta oportuno echar la vista hacia atrás para reivindicarse y dejar de nombrarlo como uno de los mejores, para pasar a llamarlo por lo que es, el mejor compositor de bandas sonoras de toda la historia.