ETA muere, la democracia vive. Con la disolución de la banda terrorista que asoló España durante el Siglo XX y parte de nuestro tiempo, comienza un nuevo periodo en la historia del secesionismo vasco. Si fechas atrás, el independentismo abertzale agarraba las armas y utilizaba las balas y bombas como arte de persuasión para conseguir la anhelada emancipación del Estado español, ahora se abre una nueva etapa en la que estos, con el PNV a la cabeza, pero subyugados por EH Bildu, procurarán lograr la independencia a través de vías democráticas.
El primer paso, lo ha dado el lendakari Iñigo Urkullu, que en los próximos años intentará conseguir una reforma del Estatuto de Autonomía Vasco en el que se permita la libre autodeterminación de su región. Como ya hiciera Ibarretxe hace más de una década, el político del PNV pretende emular al secesionismo catalán pero esta vez de forma legal y pactada.
Referéndum bilateral, con el que intentará legitimar y hacer fructificar la emancipación que tanto ansiaban los catalanes, pero que como consecuencia de su nefasta planificación y de proyecto de futuro para Cataluña, estos intentos independentistas han quedado en el limbo y con los objetivos frustrados.
Pero… ¿Qué falló en la estrategia secesionista catalana? Como relata el ex conseller de Economía Santi Vila en su libro “Los 10 errores del procés”, la principal razón por la que no triunfó la revolución de las sonrisas fue por la falta de unión entre el bloque secesionista, que como estamos viendo a día de hoy, está más acentuada que nunca con los dos partidos independentistas mayoritarios disputándose el cetro de oro para gobernar la región.
Otro escollo, fue la escasa planificación y organización de una Cataluña independiente de España, la cual, como los propios soberanistas han reconocido posteriormente a la celebración del referéndum, no existía ningún tipo de organigrama o estructura que cimentara la República venidera.
Partiendo de no cometer los errores que cometieron los líderes secesionistas catalanes, los dirigentes independentistas vascos, tratarán de cumplir con éxito la misión de constituir un País Vasco independiente del resto de España.
Resulta curioso ver cómo mientras que el independentismo vasco ha renunciado a las armas sustituyéndola por herramientas de diálogo, el catalanismo vaya camino de hacer justo lo contrario y sustituir la democracia y las urnas, por la violencia y el enfrentamiento. Todos, empezando por ETA y terminando con el PNV, han comprendido que la única vía para conseguir la independencia pasa por caminos democráticos y pacíficos con los que blanquear la imagen de la organización terrorista y legitimar sus intentos secesionistas.
Con el grupo terrorista desarmado y disuelto, en el País Vasco empieza un periodo de reflexión, organización y estudio, con lo que solventar los fallos cometidos por el procés, y así dar paso a una nueva intentona separatista por parte de los mandatarios vascos. Políticos, que como se ilustró esta misma semana, intentaran por todos los medios, con el beneplácito de la Presidenta de esta región, anexionar la Comunidad Foral de Navarra, al País Vasco.
Porque ETA es historia, pero el independentismo vasco, no.