Si algo se ha evidenciado en España los últimos días es que se muestra muy dividida; tristeza para aquellos que lamentan las actuaciones policiales y rabia para aquellos que temen que una parte del Estado pueda secesionarse. Una situación para nada deseable para cualquier gobierno.
Puede que las palabras que se van escribir a continuación sean más un producto de sentimientos, entre ellos, rabia y tristeza, que un análisis político, aún así; se intentará que el sentido común y la racionalidad no se escapen de este artículo.
A finales de septiembre, el Partido Popular llenó Cataluña de fuerzas policiales con el objetivo de que el referéndum no se celebrase o bien dificultar la celebración de este; cuyo objetivo finalmente fracasó ya que se celebró en la mayoría de colegios electorales. Además de usar la violencia, demostró ser ineficaz ya que no se consiguió lo que se pretendía. No le podría haber ido peor; doble derrota.
No se puede negar que la celebración del referéndum de independencia catalán es ilegal y que le faltaban garantías suficientes para ser plenamente vinculante, que no estaría mal que las tuviera, pero no es así. La situación se podría haber resuelto por otra vía que no fuera la violencia. Con imputar a cargos políticos y prohibirles que puedan optar a un cargo público es más que suficiente y efectivo. Que sea ilegal no justifica la violencia ejercida el pasado domingo.
Aunque es irónico que el PP pida legalidad, cuando es uno de los partidos más corruptos de toda Europa; y que decir de las últimas intervenciones del Gobierno a la Generalitat ya que han utilizado el artículo 155 de la CE a su antojo, con la intervención de las cuentas del Govern. Activarlo hubiera supuesto un golpe autoritario formal encima de la mesa y una pésima imagen hacia otros países de Europa, aunque es dudable que la imagen de España haya mejorado algo después de la actuación del pasado domingo.
El Ministro del Interior declaraba que la intervención policial era proporcional, no tiene vergüenza al hacer esta afirmación, ya que para nada la violencia ejercida sobre la ciudadanía es equiparable a la que se vieron sometidas las fuerzas policiales. Unas 893 personas heridas según datos de la Generalitat por unos 39 policías nacionales y guardias civiles según datos de Interior.
Si hay algún perdedor en este conflicto sin duda es el Estado español, utilizar la violencia como instrumento para mediar en un conflicto político parece una solución propia del siglo XV. La actuación de las fuerzas policiales se aproxima más a un régimen autoritario (porrazos para retirar urnas delante de un pueblo que los recibía con las manos levantadas de forma pacífica) que a un Estado democrático. ¿Verdaderamente pretende el Gobierno que los catalanes quieran quedarse a base de porrazos? Se podría afirmar con total convicción que ahora son miles de catalanes más los que quieren marcharse.
El domingo por la noche, Mariano Rajoy comparecía ante los medios y afirmaba que se iba a reunir con todas las fuerzas del Congreso. Del dicho al hecho hay un trecho. Hace justo dos días, Pablo Iglesias le proponía mediación y que se sentaran a dialogar con Puigdemont sobre como afrontar la situación. Como no, al saber que la propuesta venía de Unidos Podemos, la ha rechazado.
Parece que lo peor aún está por venir, ya que Rajoy y Puigdemont siguen encabezados en cumplir sus propios objetivos y es complicado que acerquen posiciones. Recordarles que los mayores progresos en democracia se han hecho a base de diálogo, pacto y consenso; algo que jamás debería abandonarse en política, sobre todo estando en el año 2017. No retrocedamos, que nos ha costado mucho llegar hasta aquí.