Durante casi un siglo todas las investigaciones históricas respecto a los inicios del cine apuntaron como actores principales tanto a los hermanos Lumière como a Georges Méliès, pero afortunadamente con la apertura y evolución de la sociedad hacia un mundo en el que la mujer va ocupando el lugar de igualdad que siempre hubo de ocupar, una serie de nombres femeninos injustamente enterrados en el olvido van saliendo del vergonzoso ostracismo al que se vieron abocados.
Excluida de la historiografía
De entre muchos de aquellos nombres destaca Alice Guy, rescatada de la historia gracias a tesis doctorales y libros cuyo trabajo de investigación y soporte documental así lo han constatado. Como por ejemplo el libro publicado por Alejandra Val Cubero, profesora de Comunicación de la Universidad Carlos III de Madrid y que actualmente da clases en Zayed University, en Emiratos Árabes.
El caso es que desde hace dos décadas son numerosos los trabajos que demuestran que Alice Guy fue sistemáticamente excluida de la historia del cine, aun siendo una auténtica pionera y personaje fundamental en sus orígenes. Esto no significa que George Méliès no lo fuera, sino que una mujer tuvo cuando menos la misma importancia e incluso más en el desarrollo de un hilo narrativo grabado en imágenes, o lo que es lo mismo en los inicios del cine en cuanto a la narración de una historia se refiere. Lo realmente grave es que la historiografía jamás la trató en igual medida que a sus grandes coetáneos en la materia sencillamente solo por ser mujer. El tratamiento sin duda ha sido insuficiente, incompleto y contradictorio y, toda la bibliografía francesa existente de la época respecto a aquellos orígenes del cine la ubica en la segunda línea, en fugaces notas a pie de página, cuando en realidad su capacidad creativa e intelectual tuvo una importancia capital en la evolución del Séptimo Arte.
Una joven secretaria llamada Alice Guy
El análisis de su filmografía así lo corrobora y todos aquellos que han elaborado un trabajo serio de investigación han llegado a la misma conclusión: Alice Guy fue borrada de la historia. Estudios, libros y tesis doctorales apoyadas tanto documentalmente como por declaraciones de testigos y familia que corroboran la importancia de su trabajo y su figura. Alice Guy es la primera mujer directora del cine, además y sin restar mérito a la figura de Méliès, a ella le debería de corresponder el mérito de ser la primera en rodar una historia de ficción. Pues esta ocultación histórica arranca cuando a una de las primeras exhibiciones públicas del invento de los Lumière, en el parisino Boulevard de las Capuchinas, acudió Léon Gaumont acompañado de una joven secretaria llamada Alice Guy.
Aquella secretaria nacida en Saint-Mandé, entonces suburbio de París, en 1873 a la que su padre (editor y librero) nunca tuvo en gran estima, muy posiblemente por ser ilegítima, educada entre internados pero con una capacidad de lucha y superación que la llevaron a destacar en un mundo de hombres. Guy tenía numerosas inquietudes intelectuales, (llegó a hacer teatro de ficción) e inteligentemente decidió incorporarse al mercado laboral a través de una de las pocas profesiones accesibles para las mujeres de la época. Estudió mecanografía y taquigrafía y fue contratada en 1894 por la empresa Le Comptoir Général de la Photographie, en la que Léon Gaumont, (uno de sus directivos) decidió llevársela cuando creó su propio negocio fotográfico.
La máquina de contar historias y sueños
Cuando la inmensa mayoría interpretó la invención de aquel aparato como un objeto no capaz de ir más allá de la idea de filmar escenas de la vida real (otros como Méliès y Guy) identificaron en él un potencial oculto tremendo. Tanto como para desarrollar historias narrativas de ficción capaces de generar un mercado mucho más productivo al que los propios Lumière le otorgaban. Por ello Guy pidió permiso a Gaumont para demostrarle lo que pensaba rodando una historia de ficción con la que cambiaría por completo la percepción comercial que tenía tanto del invento de los Lumière como del quinetoscopio de Edison. Su jefe no estaba por la labor, pero aceptó con la condición de que aquel capricho, aquella fantasía no le restará horas ni eficiencia en su productividad como secretaria.
Primera película de ficción de la historia
Tras un año de trabajo Guy presentó a Gaumont la que debe ser considerada como la primera película de ficción de la historia, La Fée aux Choux (El hada de los repollos), firmada por aquella mujer en abril de 1896. La filmación duraba poco menos de un minuto y en ella se ilustraba la historia tradicional francesa de que los niños salen de los repollos, y las niñas de las rosas. Pero claro lo realmente relevante respecto a la historiografía oficial, es que Alice Guy presentó su película a Gaumont en 1896, adelantándose o siendo al menos coetáneo en la idea de George Méliès, considerado por todos como el padre de la historia del cine y del género de ficción. Lo que es un hecho comprobado es que ambos identificaron en aquella máquina su potencial para crear sueños e historias, y que si el cine tuvo un padre hay que reflejar con idéntico apoyo documental e histórico que también tuvo una madre a la que la historiografía injustamente ocultó.
Más de un millar de obras
Gaumont al ver una luz en aquella idea de su secretaria aceptó en 1897 una división de producción cinematográfica en su empresa, otorgando la dirección de la misma a Guy, que a todos los efectos seguía siendo solo una secretaria. El caso es que si a George Méliès se le atribuyen más de 500 obras cinematográficas, en los diferentes estudios posteriores sobre la figura de Alice Guy se le han llegado a atribuir más de un millar, de las que tristemente se perdieron al menos un 90 %. Es más entre 1902 y 1907 Alice Guy dirigió 100 fonoesferas rodadas para cronógrafo, desgraciadamente perdidas pero de las que queda constancia documental. De hecho en 1905 rodó en España varios filmes, una de cuyas copias aún se conservan en la Filmoteca Española. Se trata de Voyage en Espagne o La malagueña y el torero.
La primera superproducción de la historia
Existe por tanto una realidad paralela y temporal en la historia del cine que corresponde a Guy, que al igual que sus coetáneos varones experimentó con trucajes de filmación. Precisamente tras la considerada como primera superproducción de la historia: La vida de Cristo (1906), se encuentra el nombre oculto de Alice Guy. Un trabajo de 30 minutos en el que se usaron 25 decorados, se recurrió a actores y, más de 300 extras. Rodado en exteriores en el bosque de Fontainebleau y en el que reflejó su creatividad en el momento cumbre de la resurrección de Cristo, en el que empleó muchos de los trucajes cinematográficos con los que había experimentado. Además Guy incorporó el fonógrafo a sus proyecciones, grababa previamente a intérpretes logrando introducir una innovación que creó una atmósfera musical que causó sensación entre el público y sentó la bases de la industria musical en el cine.
Casada en 1907 con Herbert Blanché, empleado de la Gaumont, comenzó a firmar sus cintas como Alice Guy-Blanché. Ambos se establecieron en Estados Unidos y fundaron la productora Solax que en la década de los años diez del siglo pasado se convirtió en una de las más importantes. Fundaron también la productora Blaché Features en 1913 y Guy trabajó incansablemente rodando westerns, comedias, dramas, películas de ciencia ficción...
El detonante del olvido
Desafortunadamente su divorcio en 1922 supuso el detonante del olvido, el comienzo del fin de la más prolífica directora de su época, por encima incluso de Griffith o Méliès. Sin el apoyo de un nombre masculino perdió el control de la productora, que finalmente fue a la quiebra. Cuando regresó a Francia con el objetivo de retomar su carrera en la dirección cinematográfica, el país galo había perdido la primacía industrial y Alice Guy fue engullida por el olvido, siendo reducida por la historia tan solo a una supuesta amante de Léon Gaumont
Guy vivió junto a su hija Simone que trabajó en el servicio diplomático estadounidense por toda Europa y Estados Unidos. Hasta el momento de su fallecimiento en 1968 en Mahwah (Nueva Jersey) a los 94 años, vivió con la sensación de haber sido injustamente infravalorada por una sociedad que no estaba ni preparada ni dispuesta a aceptar que el cine había tenido una madre. Alice Guy, cuyas muchas de sus obras se perdieron mientras que las demás que aún se conservan fueron atribuidas a su marido o a otros nombres masculinos.
Una mujer a la altura de los hermanos Lumière o Georges Méliès
Precisamente en el trabajo, el libro Vida de Alice Guy Blaché (EILA Editores) publicado por Alejandra Val Cubero, se reflejan unas declaraciones de Alice Guy Peters, su tataranieta, en las que manifiesta la dolorosa forma en la que tuvo soportar ese injusto ostracismo: "lo más asombroso de su vida, y lo que le hizo sufrir más en su vejez, fue su desaparición en la historia del cine. Dedicó los últimos 30 años de su vida a buscar sus películas en Francia y Estados Unidos”
Por ello estas líneas para la madre del cine, una mujer cuando menos a la misma altura que los hermanos Lumière o Georges Méliès…