A principios de noviembre, François Fillon no entraba en las quinielas como el favorito a ser el candidato de Los Republicanos para elecciones presidenciales. Contra todo pronóstico, el outsider de la lucha entre Sarkozy y Juppé eliminó al primero en la primera vuelta y venció al segundo en balotaje.
Por aquel entonces, todos preveían que Fillon sería el gran rival de Marine Le Pen en las elecciones de abril y mayo. Muchos veían al candidato conservador sentado ya en los despachos del Palacio del Elíseo. La crisis del PS descartaba a sus candidatos casi totalmente y contra Le Pen todos los sondeos le daban una ventaja clara. Pero ahora todo ha cambiado a raíz del escándalo de empleos ficticios que le ha estallado en su cara.
Una larga carrera a sus espaldasre
Si de algo no adolece Fillon es de experiencia en las altas esferas de la política francesa. Formado como abogado, a sus 63 años Fillon encara ahora el último escalón que le falta para culminar su extensa trayectoria. Se inició en el mundo de la política en los años 70 bajo el brazo del entonces ministro Jöel Le Theule.
Desde entonces, ha ocupado multitud de cargos. Fue consejero general del departamento de La Sarthe durante más de una década, llegando a presidir el Consejo departamental. Igualmente, fue elegido como diputado nacional por esta circunscripción en varias ocasiones, así como Senador. También fue presidente del Consejo general de la región de Países del Loira.
Pero donde más ha despuntado la carrera de Fillon ha sido dentro del propio Gobierno como Ministro. Ha ocupado varias carteras desde la primera mitad de los 90. Finalmente, logró ser el Primer Ministro durante todo el mandato presidencial -desde 2007 hasta 2012- de uno de sus grandes rivales en los últimos tiempos: Nicolas Sarkozy.
Los empleos ficticios: entre la espada y la pared
En la víspera de las elecciones, Fillon es la tercera opción de los franceses en cuanto a intención de voto, por detrás de Le Pen y Macron. El socioliberal se ha encaramado a la posición que teóricamente debía ocupar Fillon, el gran favorito tras las primarias de su partido allá por el mes de noviembre pasado. El motivo más claro: su imputación como la de su esposa. Fillon contrató a su mujer como ayudante parlamentaria, al igual que a sus hijos. El problema es que Penelope Fillon habría estado cobrando el salario sin haber desempeñado su labor.
La reacción del político de Los Republicanos no ha ayudado a su credibilidad. Llegó a decir que había sido víctima de un "asesinato político" y que serían las urnas, y no la justicia, las que determinaran su culpabilidad. Incluso llegó a insinuar, sin pruebas, que el presidente saliente Hollande tenía relación con lo que le estaba ocurriendo. Fueron entonces muchas las voces que se alzaron contra su candidatura. Incluso hubo quien dejó la campaña. Aunque en muchos momentos pareció estar solo, Fillon siguió empeñado en continuar. Y lo consiguió. Finalmente, los rumores que hablaban de su sustitución quedaron en balde. Ni Juppé ni nadie en el partido terminó por ser el candidato a Presidente en su lugar.
Un programa ensombrecido por otros asuntos
Debido a que toda la candidatura de Fillon ha estado condicionada por su escándalo de empleos ficticios, su programa ha pasado más desapercibido que el de algunos de sus rivales. A diferencia de algunos de sus rivales, Fillon parece ir en una línea más liberalizadora en temas económicos. En esa línea, se ha comprometido a reducir en más del 500.000 personas el cuerpo de funcionarios en los próximos años. Eso sí, lo haría sin despidos, sino que simplemente no cubriría la mitad de plazas que queden vacantes en los próximos años, haciéndolas desaparecer. De igual modo, se compromete a disminuir en 100.000 millones el gasto público. También promete la reducción de cargas fiscales para reactivar la economía. Por ejemplo, el Impuesto de Sociedades bajaría por debajo del 25%.
Por otro lado, en temas laborales, propone medidas que puedan tener cierta impopularidad entre los trabajadores, como la anulación de la jornada laboral de 35 horas semanales o la subida de edad de jubilación desde los 62 años actuales a los 65.
En los temas más polémicos, como la inmigración, intentaría el establecimiento de cuotas legales fijadas por el Parlamento, aunque teniendo en cuenta la legislación europea, solo podría afectar a extracomunitarios. En cuanto al terrorismo, querría prohibir la entrada en el país a quien haya viajado para combatir en Irak o Siria, además de retirarles la nacionalidad francesa.
Otro aspecto reseñable de Fillon es su conservadurismo en algunos aspectos de la vida. Para él, el aborto no es un derecho fundamental, ha estudiado prohibir las adopciones por parte de las parejas homosexuales, legales en Francia; o ha tenido acercamientos al movimiento Manif pour Tous, que se opone al matrimonio entre personas de un mismo género.