Hace menos de un año, Emmanuel Macron era el ministro estrella del ejecutivo de François Hollande. Con apenas 36 años y tras una carrera meteórica, el protegido del Presidente se convertía en 2014 en el Ministro de Economía, Finanzas e Industria del país galo. Y en ese puesto estuvo hasta agosto de 2016. Dos años exactos en el cargo antes de abandonar el gobierno socialista para finalmente presentarse a la presidencia lejos del dañado Partido Socialista.
Antes de dejar el cargo, ya había presentado su movimiento político, En Marche!. Sin un gran partido detrás, Macron se ha basado en su plataforma, cuyas iniciales coinciden con las suyas, para ganar fuerza política. Aunque partió como un outsider en la carrera al Elíseo, ya es el principal favorito. Después de los diversos reveses en la campaña del republicano Fillon, se ha aupado en las encuestas con un programa transversal que defiende no ser "ni de izquierdas ni de derechas". De hecho, cuando aún era ministro, admitió no ser socialista. Macron ha sido incluso calificado como candidato "antisistema" a pesar de ser un producto del propio sistema.
De la banca Rotschild al estrellato político
Macron, hijo de dos médicos, nació en Amiens en 1977. Acudió a un colegio de jesuitas, en el que conoció a Brigitte Trogneux, su actual esposa, una profesora veinte años mayor que él. Posteriormente, ya en la capital, se licenció en Filosofía en la Universidad de París-Nanterre. No obstante, siguió formándose, pasando por el Instituto de Estudios Políticos parisiense y por la Escuela Nacional de Administración, la cantera de los altos funcionarios galos. Gracias a ello, se convirtió en 2004, con 27 años, en inspector de finanzas.
No duró mucho en su puesto de funcionario, puesto que en 2008 pasó a formar parte de la banca Rotschild. Como banquero de inversión de la compañía estuvo detrás de algunos negocios de importancia, como el acuerdo entre Nestlé y la farmacéutica Pfizer, del que también obtuvo gran rédito. Su puesto le permitió hacer contactos en las altas esferas.
Tras apoyar a Hollande, este lo incorporó a su gabinete en el cargo de secretario general adjunto, puesto desde el que saltó al ministerio de Economía. Hasta su partida para centrarse en la campaña, estuvo en posesión de dicha cartera, participando en la polémica gestión económica del gobierno de Hollande. Pese a ello, siempre fue uno de los ministros con mayor índice de popularidad.
Apoyos de muchos frentes
Desde luego, si algo tiene Macron es facilidad para lograr apoyos. De primeras, ya ha alcanzado un acuerdo con François Bayrou, del centrista MoDem (Movimiento Demócrata), que ha retirado su candidatura . Aunque es un partido minoritario, ha tenido siempre un volumen de votos nada desdeñable. En 2012, en las últimas presidenciales, Bayrou obtuvo más de tres millones de votos, casi un 10% del total. Un impulso como ese puede ser vital.
Por otra parte, dentro del propio Partido Socialista no son pocos los que han declarado que votarán por el ex-ministro. Incluso el primer ministro Manuel Valls, perdedor en las primarias del PS, ha terminado por declarar que dará su voto al candidato de En Marche!. Aunque ha sido el caso más sonado, no ha sido el único peso pesado en hacerlo. El actual ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian o el ex-alcalde de París Bertrand Delanoë también han hecho lo propio.
Un programa real
Macron había recibido muchas críticas debido a que, a pesar de toda la expectación que había creado en torno a él, no tenía un programa político en el que sustentarse. Con el tiempo, este plan finalmente ha tomado forma y ha visto la luz.
Una de las grandes metas de Macron es cumplir con el objetivo de déficit del 3% impuesto por la Unión Europea. De los candidatos con más posibilidades de acceder al Elíseo, Macron es precisamente uno de los que más defiende la importancia de la institución continental y todo lo que conlleva. Para lograr este objetivo, intentará reducir el gasto público en 60.000 millones. Una parte de ello saldrá de una "racionalización del gasto sanitario", que no implicaría despidos ni reducción de personal de este ámbito. Donde sí se producirían estos sería en el funcionariado, cuerpo que Macron quiere reducir en unos 120.000 integrantes.
La contrapartida a estas reducciones sería destinar 50.000 millones a impulsar ciertos sectores, como aquellos relacionados con la lucha contra el cambio climático; una homogenización del sistema de pensiones, rebajas fiscales, el derecho a subsidios de paro para no asalariados o la flexibilización de las relaciones laborales.
El gran favorito
Desde que anunciase su candidatura, las posibilidades de que alcance el Elíseo no han parado de crecer. Poco a poco, según los sondeos, ha ido abriéndose paso y sumando apoyo popular. Probablemente, haya sido el gran beneficiado de todo lo que le ha sucedido a Fillon, su gran rival junto a Le Pen. No solo su imputación ha sido beneficiosa, sino también la propia posición política del candidato de Les Republicains. A diferencia de Alain Juppé, mucho más cercano al centro, Fillon tiene una ideología mucho más conservadora. No serán pocos los afines al partido de centro-derecha que hubiesen votado a Juppé pero que finalmente apoyarán a Macron ante el derechismo más marcado de Fillon.
No obstante, al igual que este, Macron tampoco se ha librado de tener una cita con la justicia. El ex-ministro está siendo investigado por "favoritismo" al otorgar sin concurso público la organización de un viaje que realizó durante su etapa en el Gobierno. Aun así, de momento no hay nada en firme contra el ex-banquero.