Las estadísticas que daban como vencedor a Hillary Clinton o aquellas que auguraban que Reino Unido se mantendrían en Europa, fallaron. Podríamos pensar, que los centros de estudios estadísticos han dejado de ser tan certeros en sus estimaciones. Y si las estadísticas fallan es porque quizá, también hayan cambiado las variables para estudiar el comportamiento electoral.

Cómo íbamos a pensar que tras Barack Obama, el líder de los demócratas, aquel que rompió cualquier estereotipo como presidente electo en EEUU, que apoyó los derechos de las minorias y que hasta incluso quiso impulsar políticas para una sanidad pública y universal, fuese a ser sucedido por un líder antagónico como Donald Trump. O que cumplir con el programa político – cosa que raramente ocurre en España- diera lugar a otro referéndum llevado a cabo por David Cameron en Reino Unido y esta vez a diferencia del primero – véase el referéndum en Escocia llevado a cabo durante su mandato - fuera favorable para aquellos que promovieron el Brexit, movimiento para la salida de Europa. En todo caso, ambos resultados eran impensables, pero no por ello, menos posibles.

En las campañas electorales, hoy en día casi todo vale por lo que no podría resumir estos dos resultados aquí en este artículo, sin tener en cuenta el importante papel que han tenido los medios de comunicación en los resultados de las elecciones de EEUU y en la victoria del Brexit en Reino Unido, pues son los generadores de opinión por excelencia, en base a que por su facilidad divulgativa son la principal fuente del conocimiento, por encima incluso de las tradicionales instituciones educativas –colegios, institutos o universidades-. ¿Cómo de capaces seríamos de intuir la ideología política de alguien en base al medio de comunicación que consuma? Ya sea programa de televisión, cadena, emisora, o periódico. Todos, y cada uno de estos medios, a pesar de ser un gran conglomerado de intereses, y compañías que siguen distintas líneas editoriales en base al origen de su financiación principalmente, siguen un hilo argumental en pro o en contra de gobiernos, decisiones políticas, económicas o sociales cuando: son capaces de poner en un pedestal a un líder político, ministro o director de un banco, de igual manera que puede destruir la imagen o reputación de una empresa, Estado o alto cargo.

Pues bien, al hilo argumental, no sería tan difícil si no fuera porque no son los únicos ni más importantes medios para generar opinión, véase el caso de las redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram, etc. La facilidad de divulgar cualquier noticia, empresa, idea o pensamiento está a golpe de hacer un click. La diferencia radica, por tanto, en el tiempo y en la reducción de costes e intermediarios. Es por ello, por lo que la digitalización de los tradicionales medios de comunicación, y de aquellos nuevos que han salido recientemente, son claro ejemplo de su éxito.

El resultado, una sociedad globalizada, consumidora diaria de estos medios de comunicación de masas en donde cualquier noticia de alcance local o regional puede llegar a cualquier parte del mundo. La pregunta por tanto no es ya, qué información ha de ser noticia, sino cuándo es el momento adecuado para publicarla. Y dará lugar a situaciones en las que supuestos emails filtrados – véase el caso de Hillary Clinton- den lugar a un repunte electoral del partido republicano favoreciendo a Trump en estas últimas elecciones norteamericanas o que los “supuestos” 350 millones de libras destinados por Reino Unido a la UE en vez de destinarlos en sanidad pública den lugar al “enfado” en su mayoría de los ciudadanos británicos de la tercera edad que votaron a favor del Brexit aunque muchos de ellos, no tuvieran muy claro el concepto de la Unión Europea – siendo estas dos palabras “Unión Europea”, lo más buscado en Google tras el referéndum.

No es de extrañar, que el líder y máximo defensor del movimiento del Brexit, Nigel Farage del partido de UKIP, pidiera disculpas días después porque quizá si que se pasaron diciendo lo de los supuestos 350 millones de libras destinadas. La pena es que el referédum ya se había celebrado, y el debate para la salida de este país de la Unión Europea era ya una realidad para el resto de países miembros.

Después tenemos el otro caso de otra gran democracia, EEUU, esa gran nación de las oportunidades que decidió votar este año, por un partido que ahora lo lidera un magnate que ha sabido representar muy bien el papel del americano de clase media preocupado por su economía, y situación laboral con la que le cuesta llegar a fin de mes- en contra de Hillary Clinton que muy a su pesar tiene como estigma el no haberse podido desvincular durante toda la campaña electoral de pertenecer al “stablishment”, ese grupo elitista considerado como ese reducido grupo que maneja los hilos desde Washington, alejado totalmente de las necesidades del país.

Hasta aquí todo bien, Donald Trump hizo buena campaña, pero entre sus preocupaciones está la de las minorías que viven en EEUU. Donald Trump es partidario de expulsar a indocumentados, reducir los flujos migratorios, crear un muro entre México y EEUU porque según él, solo generan delincuencia. De seguir este plan, de nuevo volveríamos a ver situaciones en las que se vulneraran los derechos de estas gentes. Quizá y al menos por dar un cierto aire positivo, deje a un lado, las intervenciones militares en el extranjero,- muy del agrado de Hillary- especialmente en Oriente Medio.

Aquel dicho “lo que empieza mal, acaba mal” se ha cumplido completamente en ambos casos. En EEUU ningún aspirante a la Casa Blanca resultaba ser realmente bueno. Trump suponía la novedad, un discurso “populista” de corte patriótico a relanzar al país a tiempos mejores en los que lideraba completamente la política internacional cuestionando una vez más el papel de la OTAN. Y Hillary Clinton, que aun estando bien valorada, no iba a bajar la guardia en la retirada de tropas en su lucha contra el Estado Islámico en Oriente Medio, línea que seguía desligándose de los intereses y necesidades reales de los ciudadanos americanos más concienciados de los costes presupuestarios que esto suponía para las arcas del Estado.

En Reino Unido, David Cameron cumplió con su programa político, llevó a cabo ese referéndum que a pesar de las consecuencias que todo el mundo vaticina, aún a día de hoy nadie es capaz de conocer los entresijos de los acuerdos que supondrán la salida del Reino Unido de la Unión Europea, hasta que no se contemplen las condiciones de como se producirá este proceso hasta dentro de dos años, aunque como ya auguran algunos expertos, puede ser que este proceso se alargue en el tiempo.

En este punto, no sería del todo descabellado preguntarse si los procesos electorales pueden legitimarse por el simple hecho de producirse elecciones y referéndums bajo una burbuja de divulgación constante de informaciones, y opiniones, las cuales como hemos visto, muchas de ellas pueden ser incluso más cercanas a la especulación que a hechos reales y contrastados.

Y si las estadísticas no acertaron, aquí tenemos un ejemplo de la importancia de estudiar variables históricas. Este ha sido el caso del “profeta electoral” como así lo llaman algunos. El profesor de historia Allan J. Lichtman, durante más de treinta décadas, ha logrado acertar el candidato que saldría en todas y cada una de las elecciones norteamericanas que se han celebrado incluyendo esta última en la que predijo la victoria de Donald Trump. Un logro, basado en “trece premisas” que se responden con verdadero o falso. Si seis de ellas o más son falsa, el partido en el poder perdería la administración y sería reemplazado por el rival. Tales premisas como:

1.Si tras las últimas elecciones de mitad de mandato, el partido en el poder tiene más escaños en el Congreso que tras las previas elecciones de mitad de mandato

2. Si no hay un rival serio para el nominado por el partido en el poder

3. El candidato del partido en el poder es el presidente en ejercicio

4. No hay un tercer partido

5. La economía no está en recesión durante la campaña electoral

6. El crecimiento real per cápita durante el mandato equivale o excede al crecimiento medio durante los dos mandatos previos

7. La administración en el poder ha efectuado grandes cambios en política nacional

8. No hay inestabilidad social sostenida durante el mandato

9. La administración en el poder no está salpicada por ningún gran escándalo

10. La administración en el poder no ha sufrido ningún gran revés en asuntos extranjeros o militares

11. La administración en el poder ha logrado algún gran éxito en asuntos extranjeros o militares

12. El candidato del partido en el poder es carismático o un héroe nacional

13. El candidato del partido rival no es carismático o un héroe nacional

Aunque las variables históricas puedan parecer más acertadas que el estudio de las actuales variables para entender el comportamiento electoral, lo cierto es que el resultado de las elecciones en EEUU y el referéndum en Reino Unido han tenido un gran impacto no solo en la política internacional sino también en la economía. Reino Unido se debate si será perjudicial no formar parte de ese mercado común teniendo que pagar aranceles. Otro gran problema será para la circulación de ciudadanos europeos fuera y dentro de sus fronteras, por no hablar ya de los requisitos que tendrán que cumplir los británicos que vivan fuera de Reino Unido. Son muchas las complicaciones que este país tendría a no ser que se llegue a un acuerdo y se proponga algún tratado que no rompa completamente las relaciones entre Reino Unido y Europa.

Otro debate que se pone sobre la mesa y no menos importante son los nacionalismos existentes en Reino Unido. Escocia por ejemplo, no votó salir fuera de la Unión Europea. Algunas fuerzas políticas como el Scottish National Party, están abiertos a acuerdos con Europa y de ser necesario, la celebración de otro referéndum para decidir si prefieren ser independientes en este nuevo escenario político.

En EEUU, algunos ya auguran que Donald Trump no llegará a terminar su mandato, debido a la imposibilidad de preveer las decisiones que tomará de aquí en adelante. De momento, parece ser que confía en los lazos ruso-estadounidenses y que esta relación dependerá de la relación personal entre Trump y Putin aunque no sean del agrado de Barack Obama quien como última petición a su sucesor, instó a no buscar compromisos con Moscú a cualquier precio.

Sin lugar a dudas, las democracias anglosajonas, van a acaparar la política internacional en 2017, un año que se refleja de incertidumbre y de malestar donde lo que sí se ha reflejado en ambos casos tras la victoria del Brexit y los resultados electorales con la victoria de Donald Trump, es que ambos países tienen un especial interés por evitar la inmigración descontrolada.