Un dolor de cabeza. Así ha sido el año 2016 para la mayor parte de los militantes del PSOE. Y es que el partido centenario ha vivido una de sus crisis más remarcables ante la indecisión de si se debía dejar gobernar al Partido Popular o no.

Alternativa de gobierno

Pese a su victoria, la soledad de Rajoy tras las elecciones del 20D dejaron a Pedro Sánchez como una opción real para la presidencia del gobierno. La primera semana de febrero, el Rey Felipe VI propuso a Sánchez como candidato a la investidura. Pese a haber obtenido sus peores resultados electorales, la negativa del presidente en funciones de dar el paso adelante ante la imposibilidad de ser investido llevó al secretario general del PSOE a ser el candidato a la jefatura de gobierno.

Sánchez intentó, sin éxito, formar un gobierno a priori imposible

Aunque nadie parecía creer en las opciones de un gobierno en coalición liderado por el PSOE, Sánchez lo intentó. Echó un pulso a todos y a todo, incluso a una parte de la dirección de su partido, inflexible a considerar un pacto con Podemos. Finalmente, fue Ciudadanos el que terminó llegando a un acuerdo superfluo para que Sánchez fuese presidente. Salvo Coalición Canaria en la segunda votación, ningún otro partido se sumó y el líder socialista se quedó sin entrar en la Moncloa.

Camino a la ruptura

Las perspectivas del PSOE en junio no eran las mejores. De nuevo, como el diciembre anterior, había quien veía a Podemos, esta vez en coalición con Izquierda Unida, por delante. Pero los resultados electorales volvieron a ser muy parecidos, aunque el PP salió muy reforzado tras ganar 14 diputados más. El PSOE perdió hasta cinco escaños.

Con ese panorama, el PSOE comenzó a romperse. Esta vez, Rajoy sí aceptó el encargo de intentar formas gobierno. No sin esfuerzo, consiguió el apoyo de Ciudadanos y Coalición Canaria. 170 de los 176 diputados necesarios. A principios de septiembre, Rajoy no sacó adelante su propia tentativa de ser presidente. 

La forma más sencilla de que gobernase Rajoy pasaba por la abstención socialista

Y ahí es cuando comenzaron a hacerse muy tangibles las discrepancias, especialmente tras las críticas a la dirección de Ferraz del presidente extremeño, Fernández-Vara. Tras la dura respuesta de la dirección, vio como numerosos miembros del partido le daban su apoyo, entre ellos Susana Díaz, Eduardo Madina o Carme Chacón.Los 'pactómetros' echaban humo. Para gobernar, el PP necesitaba algún cambio de guión. El más sencillo estaba en una abstención del principal partido de la oposición. Desde Ferraz se reiteraba una y otra el "no es no" que llevaba resonando todo el verano. Es decir, que bajo ningún concepto se facilitaría el acceso a la presidencia de Rajoy. Entre tanto, el partido obtuvo resultados bastante malos en las autonómicas gallegas y vascas.

El fin de Sánchez

Ya en un maremágnum de tensiones, Sánchez trató de convocar primarias en octubre y un congreso en diciembre. Esta propuesta volvió a encontrar una gran oposición. Tan grande que el 28 de septiembre, el secretario general vio como 17 miembros de su ejecutiva dejaban su cargo. Y de paso, lo dejaban a él más solo en el seno del partido.

Pedro Sánchez se vio obligado a dimitir tras perder el órdago que mandó a su propio partido

No obstante, el debate principal seguía aún abierto. ¿Dejar a Rajoy gobernar o seguir bloqueando al PP? Una opción conllevaba forzadamente el camino a las terceras elecciones, en las que el resultado podía ser aún peor. La otra, dejar pasar cualquier posibilidad de gobierno, renunciar a la presidencia a cambio de que el país no estuviese más tiempo descabezado.El 1 de octubre, en una reunión del Comité Federal, este votó en contra de la celebración de un Congreso el mes siguiente. Sánchez se vio obligado a dejar su cargo tras haberse enfrentado al establishment del partido. Ese mismo día, Javier Fernández, el presidente asturiano, terminaba al mando del PSOE al ser elegido presidente de la gestora a la que se encomendó llevar la transición hasta la elección del nuevo secretario general.

Rajoy presidente

Al final, el camino elegido fue dejar vía libre al Partido Popular. No obstante, ello dejó más rota a la organización. En lugar de coser, como dijo Susana Díaz, cada vez las divisiones parecían hacerse mayores. Las acusaciones de traición eran poco menos que habituales. Tras un octubre igual de turbio que el mes anterior, el Comité Federal aprobó la abstención por mayoría apenas unos días antes de la investidura de Rajoy. Muchas voces se alzaron para denunciar que los principales mandatarios habían actuado a espaldas de una militancia mayoritariamente favorable al "no".

Tras la grave tormenta, aún no parece haber amainado del todo en Ferraz. Queda un 2017 que también se presenta duro. La pérdida de peso electoral puede ser una de las consecuencias. Mucho sobre ello dirá su actitud frente al PP en estos primeros meses. De momento, falta esperar al nuevo secretario general. A partir de entonces, se verá lo que ocurre. Se discutió mucho sobre la fórmula: si todos los diputados debían abstenerse o si solo los necesarios para que Rajoy tuviese mayoría simple. Finalmente, se optó por la primera opción, lo que dio lugar a que algunos diputados se opusieran firmemente y, defendiendo sus propias ideas, votaran en contra. Tampoco la delegación catalana del partido se plegó y mantuvo firmemente el "no". Incluso hubo quienes emplearon la fórmula "por imperativo, abstención" para remarcar su descontento. Sánchez incluso dimitió de su escaño para no tener que participar en la votación
.