Después de la victoria de Trump en Estados Unidos, muchos son los que vaticinan que en Europa el mismo fenómeno se repetirá. Alemania, Holanda, Austria o Francia están en el punto de mira. En todas ellas se celebran comicios en los próximos meses y hay fuerzas de extrema derecha con opciones de alzarse con el triunfo.

Uno de los países donde esta ideología está cogiendo más fuerza es Francia. Allí, el Frente Nacional, comandado por Marine Le Pen lidera las encuestas para las elecciones presidenciales de abril y mayo de 2017. Sin embargo, es muy difícil que la política nacida en Neuilly-sur-Seine alcance el cargo. El por qué: el sistema electoral francés.

Elección a dos vueltas, la pesadilla del FN

En Francia, de nada sirve encabezar una votación de primeras. Salvo que se alcance la mayoría absoluta, los candidatos no se aseguran acceder a un cargo en la votación inicial. Ello se debe a la existencia de una segunda vuelta. En ella, participan los aspirantes más votados en la anterior ronda. Y ese es el punto débil de Le Pen y de sus aspiraciones presidenciales.

Pese a su liderazgo en las encuestas, vencer en la segunda vuelta se antoja muy difícil

Sin conocer aún a sus principales rivales, muchos sondeos predicen un acceso de la ultraderechista a la segunda vuelta. Sin embargo, también indican una probable derrota una vez la votación se convierta en un cara a cara con un único adversario. No es la primera que le ocurre al partido.

El Frente Nacional ha sido durante décadas una comparsa en la política nacional francesa. Sin arrastrar masas, tampoco se puede decir que hubiese obtenido resultados discretos. De hecho, siempre ha superado los tres millones y medio de votos entre 1988 y 2011, oscilando entre la segunda y la cuarta plaza en las presidenciales. 

El Frente Nacional solo ha accedido a una segunda vuelta en 2002

La vez que más cerca estuvo de alcanzar el Eliseo fue en 2002. Entonces, Jean-Marie Le Pen logró una histórica clasificación para la segunda vuelta tras quedar segundo tras Chirac. El entonces presidente no tenía una buena imagen por los casos de corrupción en los que se había visto envuelto. Aún así, arrasó en balotaje a Le Pen. Revalidó su presidencia con un demoledor resultado tras obtener el 82% de los votos. El ultranacionalista ni siquiera ganó un millón de votos entre ambos comicios. Por su parte, Chirac pasó de cinco a veinticinco millones de electores. Es decir, prácticamente la totalidad del electorado que votó a terceros partidos en la primera ronda eligió al candidato de RPR en la segunda.

Puede parecer un hecho lejano o aislado. Pero algo parecido ocurrió hace menos de un año. En las regionales celebradas para decidir los líderes de las nuevas regiones creadas tras la reforma territorial, el Frente Nacional se llevó al gato al agua en seis regiones. En la segunda vuelta las perdió todas. Incluso se produjo la retirada de candidaturas socialistas en algunas regiones. Finalmente, PS y Les Republicains se repartieron las de la Francia metropolitana tras haber aislado al Frente Nacional.

La Asamblea Nacional, la misma historia

Pero no solo el presidente se elige de esta forma. La Asamblea Nacional también se conforma a través de elección directa a doble vuelta. Por ello, puede repetirse la misma historia en el poder legislativo. De hecho, el acumulado de 15 millones de votos obtenidos en las últimas siete elecciones solo se tradujo en 3 escaños (dos en 2012 y uno en 1997). 

El único resultado destacable en las legislativas fue en 1986, cuando el partido liderado por Jean-Marie Le Pen obtuvo más de 30 escaños. Casualmente, en aquella elección no pasó del 10% de votos, cifra superada cómodamente en cuatro de los seis comicios posteriores. Por tanto, aunque es más que probable un crecimiento exponencial en el número de diputados, es bastante más improbable una mayoría en la Asamblea Nacional que una presidencia de Marine Le Pen.