La película “Ouija” (2014), basado en el terrorífico y popular juego de Hasbro, se vendió como una cinta que daba bastante miedo, pero que resultó ser uno de esos trabajos que, en vez de asustar, provocan carcajadas por lo absurda que es su situación, protagonizada por unos adolescentes, siendo un recurso demasiado utilizado en los filmes de este género.
Sin embargo, con su secuela no pasa lo mismo. Pese a no aportar nada nuevo al cine de terror, “Ouija: el origen del mal”, cuenta una historia que poco tiene que ver con la anterior. Esta vez, la situación da bastante miedo y provoca escalofríos en muchos momentos, sobre todo en el último tramo del largometraje, marcado por un final inesperado y que deja al espectador intranquilo y con sensación de malestar. Estamos ante una rara situación, ya que la segunda parte supera con creces a la primera.
En esta ocasión, las imágenes son muchos más impactante y hay sobresaltos con más frecuencia. Bien es cierto que la idea es más propia de un cortometraje de 30 minutos, debido a que la película tiene muchas escenas de relleno. Quiere meter dramas familiares y situaciones amorosas que provocan que no se acabe de crear un clímax total de terror y que no haya momentos de tensión hasta que ha entrado en su mitad. El susto tarda en llegar, pero cuando aparece lo hace con fuerza y mucha.
“Ouija: el origen del mal” es una cinta bastante entretenida e ideal para pasar una tarde/noche de fin de semana, pero que no aporta nada nuevo. Si te gustan los filmes de miedo inteligentes y psicológicos, lo mejor será que no vayas a verla, puesto que lo único que busca es provocar el susto fácil del espectador a través de un guion que sobresale por encima de otros trabajos con características similares, como el de la reciente “Nunca apagues la luz”.
Valoración: 3/5
Lo mejor: Su inquietante final.
Lo peor: Pese a su intento, no aporta nada nuevo al cine de terror.