Curiosamente, el mayor enemigo de este retorno de l@s cazafantasmas han sido los fantasmas: las especulaciones sobre su posible fracaso en taquilla, las críticas porque un reparto de mujeres no funcionaría, las comparaciones con la original… Este primer fantasma parece ser que ha cobrado vida: la película no ha funcionado muy bien y dará pérdidas considerables al estudio. ¿La causa de ello ha sido este segundo fantasma? No. Esta controversia se zanja solamente pensando un poco. Realmente, lo que importa de estas cuatro protagonistas no es que sean mujeres, sino sus propias personalidades independientemente de su sexo. Es decir, no tienen rasgos marcos y no se explotan innecesariamente estereotipos sexuales, tal cual ocurría en la original; pueden ser hombres, pueden ser mujeres, claro que son diferentes, pero ninguno mejor o peor. Eso hay que dejárselo al guión. Y por último, el ya mítico fantasma de las comparaciones. En este punto no se puede acusar a la versión de 2016 ya que saldría ganado. Siendo realistas, Los Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984) no es una película que haya ganado con el tiempo. En su contexto comercial y momento ochentero, para los adolescentes de aquella época gustó, y mucho, y aunque aún conserve su gracia lo cierto es que al verla no se percibe ese ambiente de “clásico”. Pero esto no es una comparación de ambas películas (eso sería otro artículo), sino la crítica de la actual, y de por qué sí tiene todos los ingredientes necesarios para ser un buen clásico actual.

Cazafantasmas 2016 - Cazafantasmas 1984. Foto: Nytimes

Hablando de los personajes, lo normal sería hablar primero de las protagonistas. Sin embargo, hay que hacer mención especial al villano. ¿Importa que sea hombre, que no sea mujer? No. Lo importante son sus intenciones, su objetivo claro y con sentido, su inteligencia y rigor, el suponer la clara antítesis de las buenas y, sobre todo, el juego que se trae con los fantasmas. Como no se puede decir más sin hacer spoiler, es hora de afrontar a las protagonistas.

Cómo se ha mencionado antes, estos cuatro personajes principales destacan no por su sexo, sino por sus rasgos propios y particulares, bien definidos y estirados; al acabar la película, le has cogido cariño a cada una de ellas por una razón particular, y lo que es mejor: ninguna es secundaria y ninguna es líder. Kristen Wiig poco tiene que demostrar en la comedia (La Boda de mi mejor amiga) y el drama más moderado (La vida secreta de Walter Mitty). En este caso, su historia es la que primero se afronta y la que lo enlaza todo. Ella es la científica, la racional y a la vez la que más rompe en comedia. Sí, por encima de Melissa McCarthy. Ella siempre está en su cómodo y natural registro; en ese sentido, tampoco es que ofrezca

Kristen Wiig y Melissa McCarthy, las más conocidas de las Cazafantasmas. Foto: News.au

mucha novedad, el papel está hecho para ella. Aún estando bien por sí sola y con algunas escenas memorables (como la de la posesión), donde mejor funciona es en su unión con el personaje de Wiig. Las dos actrices ya tienen una química innegable tras haber compartido cartel anteriormente, y en esta ocasión las dos son las que forman el grupo y las que tienen la mejor subtrama personal. Eso sí, no hay que desestimar las otras incorporaciones al equipo, con actrices menos conocidas pero igualmente destacables. Volviendo a los estereotipos y críticas, Leslie Jones no ha salido impune en este ámbito. ¿Hay chistes sobre su color de piel? Sí, porque (cómo hacen con todo), cogen los estereotipos y se ríen de

Kate McKinnon y Leslie Jones, las más desconocidas de las Cazafantasmas. Foto: Fox5dc

ellos con ellos. Pero por lo que se recordará su personaje no es por ser negra, sino por su desparpajo, carácter rudo y fuerte, inteligente desde la ignorancia y soltura. Llena cada plano en el que aparece de una naturalidad, comicidad y fuerza increíble. Desde otra vertiente aparece la científica manitas loca de Kate McKinnon. Desternillante, es imposible no sacar una mueca cada vez que aparece en pantalla. Al igual que Leslie Jones, parece tener muchísima experiencia con esa soltura y comodidad, sin forzar nada. Todos sus movimientos y aspavientos tan característicos y diferenciados de otros (como la postura más estirada de Kristen Wiig), su inteligencia tan técnica y molona a la vez, y también en el tercer acto ser la mejor luchadora de todas, dejando una escena a cámara lenta de esas que te hacen fliparlo en colores. Literalmente.

A estos cuatro nombres de actrices hay que sumarle otros dos nombres y apellidos igualmente muy responsables de este cocktail explosivo: Paul Feig y Katie Dippold. Este primero es más conocido, y en esta revisión de los Cazafantasmas vuelve a demostrar su versatilidad para la comedia (como hizo en La Boda de mi Mejor Amiga) y para la acción (como hizo en Espías). Da mucho de ambas, todas en su máximo esplendor y en su justa medida. Es de agradecer que haya colaborado también en el guión, mayor control y más de su toque. Ese toque es el que lleva manteniendo varios proyectos gracias al tándem que ha formado con la guionista Katie

El director Paul Feig con sus actrices habituales Melissa McCarthy y Kristen Wiig. Foto: Uinterview

Dippold, que ya sabe lo que es escribir personajes para Melissa McCarthy. Y eso se nota. En lugar de repetir la misma fórmula de la comedia o de la acción, cogen ese toque especial de ambas y la aplican a la querida fórmula de los Cazafantasmas; no a su tono ochentero, ya que eso se adapta a la actualidad, sino a ese esquema que ha cogido el film de base para lograr otro producto distinto y muy notable.

Ese es el tono de la película. Una comedia constante de fondo con puntos muy destacados de partirse pero sin forzar. Acción en momentos necesarios in crescendo, con un tercer acto que tira la casa por la ventana, con grandes efectos, luchas, persecuciones… Sí, todo ello transcurre de noche para integrar mejor el CGI; puede parecer un tanto forzado, pero hay que tener en cuenta que una gran superproducción como Escuadrón Suicida (David Ayer, 2016) recurre a ese “truco” para todo su metraje. Aunque Cazafantasmas no sea una película de acción constante, la que tiene le inspira un soplo enorme de aire fresco y vertiginoso.

Como perla de esta tarta, dos chuches muy sabrosas que harán y podrían hacer las delicias de los fans. Si se ha invertido el sexo de los cazafantasmas, había que hacer lo propio con la secretaria, y quién mejor que uno de los más guapos, fuertes y altos del actual Hollywood: Chris Hemsworth. Si nada de lo anterior era suficiente

Chris Hemsworth, desatado en su papel de secretario. Foto: Digitalspy

para pasarlo bien, ya con su interpretación es imposible no disfrutar como un niño. Cada chiste que suelta (buenísimo lo del escondite), cada cara que pone o cada movimiento que hace. Eso sí, juega mucho en la línea de lo desternillante y lo forzado; menos mal que su interpretación tan natural y el estupendísimo giro que le dan para el final de la película le salva del papel de personaje maniquí inservible. El último regalito que deja la película son unos títulos de crédito que no merecen la pena perderse, tanto por como Chris juega con ellos como por la sorpresa que viene al final de los mismos. Un pequeño regalito para los fans de la original y un abrebocas para los que quieran más. Quién sabe si como ya ocurrió tendremos una secuela de este equipo de cazafantasmas o este reboot caerá en el cajón de los intentos de franquicia fallidos.