Más de lo mismo. Con pocas sorpresas y poca originalidad se presenta esta nueva entrega de la saga Bourne que ha llegado a las salas de la mano del cineasta Paul Greengrass.
Jason Bourne narra el resurgir del que fue uno de los agentes más letales de la CIA en la búsqueda de respuestas sobre la muerte de su padre años atrás. Sin embargo, cualquier tiempo pasado fue mejor para un Bourne que ya aporta pocas sensaciones a un espectador que en esta película intenta nadar de nuevo hacia las profundidades pero que se choca con el poco fondo de una historia plana y sin alma.
La falta de argumento y la ausencia de magia, sobre todo en el primer tercio de metraje, hace que cualquier fanático de esta saga se sienta defraudado y mareado ante la forma de narrar los acontecimientos que envuelven a los personajes de Matt Damon, Alicia Vikander o Tommy Lee Jones.
Greengrass opta por centrarse en la forma del montaje para dotar de toda la acción posible a cada secuencia y esto tampoco funciona. Para muchos, el director estadounidense es un virtuoso para narrar este tipo de relatos de acción pero en esta ocasión se le va de las manos. Se produce un abuso de planos que cambian en milésimas de segundo y movimientos de cámara que se entremezclan en más de una ocasión de una forma caótica y que hacen que el filme se acabe convirtiendo en una montaña rusa con exceso de loops.
Director: Paul Greengrass
Año: 2016
País: Estados Unidos
Reparto: Matt Damon, Alicia Vikander, Julia Stiles, Tommy Lee Jones, Vincent Cassel, Ato Essandoh, Riz Ahmed, Scott Shepherd, Bill Camp, Vinzenz Kiefer, Stephen Kunken, Ben Stylianou, Kaya Yuzuki, Matthew O'Neill, Lizzie Phillips y Paris Stangl.
Mi puntuación: 5,5 de 10