Dicen que las diosas del Fado dieron a Amalia Rodrigues el don de mirar a los ojos del destino sin retirar la mirada, siempre de frente porque el fado es una de las caras de la moneda del sentimiento del alma, el canto del llanto y la soledad, quizás nostálgico pero nada triste sino tan profundo como el cante hondo y el blues. Por ello y dejando a un lado la controversia política que acompañó a la emperadora del fado, toda mujer lusitana, fadista y trovadora, posterior a la Reina, además de heredera de Amalia aspira a mirar al espejo del destino con los ojos del alma, que es lo que hacía ella al cantar.

Y en esa estirpe de fadistas, de herederas, brilla con luz propia Marisa dos Reis Nunes, ‘Mariza’, contemporánea de un estilo musical que bebió desde niña en el barrio lisboeta de la Mouraria, cuna del fado. Hija de padre portugués y madre mozambiqueña, vivió durante varios años en Brasil. Mariza como muchos jóvenes portugueses tuvo que superar el estigma que representaba el fado, al ser vinculado a la dictadura de Salazar, que adoptó el fado como vehículo de distracción y ensalzamiento del régimen totalitario. Es bien conocido que Salazar hizo uso de las tres F (el fado, el fútbol y Fátima) en beneficio propio, pero cuando los tiempos oscuros pasaron y se produjo la liberación, la reconciliación, el pueblo luso pudo por fin identificar al fado como parte esencial de la raíz cultural del pueblo. Muy especialmente porque el fado surgió en el arrabal, al que la dictadura solo llegó para utilizarlo y pisarlo con la bota de la represión, la censura y el autoritarismo.

Mariza comenzó a comprenderlo cuando en Brasil le pedían constantemente que cantara fado porque es lo que esperaban de ella, pudo entonces entender que la citada forma de expresar el arte formaba parte de lo más profundo del sentimiento luso. Tuvo entonces la suficiente sensibilidad y sapiencia como para adoptarlo y aceptarlo como propio, como parte de su cultura. Una cultura vocal y musical excepcional a la que supo sumar influencias del góspel, el R&B y la música brasileña. Lo cierto es que Mariza pasó de ser un fenómeno local casi escondido y solo al alcance de un selecto grupo de privilegiados lisboetas a convertirse en una de las estrellas más valoradas y aplaudidas del panorama mundial de la música.

Publicó su primer álbum en 2001, Fado em mim, trabajo que supuso el despegue de una cantante vibrante, con una marcada personalidad, mostrando su enorme talento y presentándose como digna heredera de la diva Amalia Rodrigues, pero también por cualidades artísticas propias, demostradas en temas como Ó Gente da minha Terra del compositor Tiago Machado. En 2003 publicó su segundo álbum, Fado Curvo, que la consolidó como una de las grandes del fado de nuestro tiempo. Con este magnífico trabajo llegó a ocupar el sexto puesto en la Billboard de la World Music. Los mejores escenarios de Londres, París, Los Ángeles, Nueva York, Madrid y por supuesto Lisboa se rindieron a la magia de Mariza. En 2005 publicó su tercer álbum, Transparent, un año especialmente prolífico para la cantante lusa puesto que la madurez redondeó más si cabe su capacidad interpretativa, aprendiendo de maestros como Fernando Maurício y Carlos do Carmo.

En 2007 fue una de las estrellas principales de la película Fado, del cineasta español Carlos Saura y protagonizó el documental Mariza and the History of Fado, producido para la BBC por el crítico musical Simon Broughton. Un año más tarde publicó su cuarto álbum Terra¸ con la dirección musical de José Limón. En 2010 publicó Fado tradicional, en un proyecto muy especial que supuso el regreso a la más pura tradición y la recuperación del Fado clásico.

Desde los tiempos de Amalia Rodrigues no ha existido otra artista portuguesa con semejante trayectoria y repercusión internacional. Mariza tiene una orquesta en su voz caudalosa, susurrante, poderosa y absolutamente genial. El pueblo portugués la quiere y admira sin medida, el mundo hace tiempo que abre sus escenarios para deleitarse con la menina de Mozambique criada en el popular barrio lisboeta da Mouraria.

Su último disco Mundo, publicado en 2015 es otra demostración más de la calidad vocal, la capacidad de transmisión y el sello de una mujer que nació con la chispa universal de la música en su garganta y el poder de transmisión de los más grandes del fado. Catorce canciones para disfrutar, para volar con su voz: Rio de Mágoa, Melhor de Mim, Alma, Saudade Solta, Sem Ti, Maldição, Padoce de Céu Azul, Caprichosa, Paixão, Anda o Sol na Minha Rua, Adeus, Missangas, Sombra y Meu Amor Pequenin.

Porque Mariza es la Reina del Fado de su tiempo, y bajo ese maravilloso paraguas que todo lo abarca se adentra en otros estilos musicales con mucha Alma, con un fado moderno abierto al corazón, motor que enciende la insignificante chispa de un mundo que con música quizás se sienta un poco menos insignificante respecto a la inmensidad del Universo. Y es que pocas cosas son tan bellas como lo cuentan, lo cantan y lo dicen las Diosas del Fado.