Para Miguel Ángel Márquez y Félix López no es concebible la música sin humor, ironía, interpretación, transgresión; sería imposible un directo sin escenario, sin un perchero repleto de chalecos y sombreros, sin el sarcasmo de la historia cotidiana, que suele ser la más surrealista. Dicen que los cuentacuentos están en peligro de extinción, por ello el dúo Antílopez ha sido declarado como especie protegida, pues son sus historias, sus canciones, sus juegos de palabras, reservorios de genialidad aplicada. El juego musical, visual, gramatical, con las múltiples acepciones de la palabra, a partir del cual se construye lo absurdo, que en clave de crítica y humor es un estrofado de desfrase. Enviados especiales de la locura, estos dos tipos, estos dos creadores abandonaron su espacio de confort (tenían un trabajo estable) para lanzarse a la revolución personal de los Cantautores suicidas.
En su creatividad se hace presente el concepto de anti estrella, en su caso la comicidad y la música son términos absolutamente indisolubles. Como dijo Groucho: no reírse de nada es de tontos, y reírse de todo es de estúpidos. Estos dos artistas tienen muy claro que hay que reír y de qué hay que reírse; saben reír y cómo hacer reír, entre lucidez y lucifer en el imperio del atrevimiento. El ‘chiripop’ es el concepto que ellos mismos abanderan como relevos naturales del cantautor y el comediante, de la protesta y el humor absurdo. Del tener mucho que decir, pero hacerlo con una carcajada dibujada sobre la base de un pentagrama y el crucigrama de las palabras cambiadas. El genial absurdo de la gramática desdramatizada, pues bien podrían ser les Luthiers o Groucho con una guitarra.
En esencia son la versión andaluza, musical, humorística, teatral, de Luis Felipe Angell de Lama, alias “Sofocleto”, escritor, poeta, comentarista deportivo, humorista y periodista peruano, creador del ‘sinlogismo’ "ideas llevadas a la máxima condensación conceptual e idiomática que rompen esquemas dando una nueva forma a la verdad".
Son por tanto ‘Antílopez’ un fenómeno musical de transgresión, un dúo inclasificable que ha puesto tres trabajos discográficos en el mercado con su personalísima forma de concebir la música, el primero en 2010 con Ser músico, el segundo en 2013 con Por desamor al arte y el tercero en 2015 con Desprendimiento de rutina.
Tan geniales como inexplicables, indefinibles, muy recomendables para la insalud mental, una maravillosa y novedosa propuesta para la canción de autor. Muy locos, muy artistas, muy músicos y muy humoristas. Sencillamente una especie en Peligro de extinción… un grandioso ejercicio de desprendimiento de rutina, capaces de escribirle a Madrid como llora Sabina.