No sabemos si lo hicieron adrede, pero la elipsis entre las series de TVE Isabel y Carlos Rey Emperador contenía una historia realmente importante y controvertida que el cine español solo ha contado íntegramente dos veces. Hablamos de la película del 2001 Juana La
Mucho prejuicio. Nada de lo que preocuparse. La Corona Partida lleva a la gran pantalla con grandes medios un relato potente donde predomina el tono político sin dejar de lado las intrigas palaciegas y amorosas, con grandes interpretaciones y grandes ideas. En su primera incursión en cine tras una carrera televisiva muy reseñable (en series como La Señora o la misma Isabel), el director Jordi Frades ha hecho los deberes. Sabe que está contando una historia para cine, con una duración y formato mayor que en TV, y se atreve con más planos generales y panorámicos, yendo más allá de la limitación televisiva en cuanto a mostrar grandes escenarios y paisajes. Por supuesto que no faltan las escenas íntimas, ya que en el fondo estamos siguiendo la vida cotidiana y hasta hogareña de personajes históricos. Es en estos momentos donde más precisión han tenido, ya que en pantalla grande se ve todo y cada detalle cuenta. La puesta en escena va también un paso más allá, y los fans de la serie reconocerán sus lugares habituales ahora más precisos y descubrirán recovecos que no conocían, con cada movimiento perfectamente coreografiado. Han apostado fuerte por la producción. También hay que destacar esa magnífica solemne secuencia inicial a modo de réquiem por la reina Isabel. Es, además de una contextualización para el desarrollo
Esta secuencia inicial se ha elegido en lugar de un comienzo in media res tan propio del frenético cine actual. En lugar de comenzar ya en acción, apuestan por un tono más pausado que no lento, mantenido a lo largo del film. No interesa la velocidad, sino la potencia de las conversaciones, de los dilemas, de las relaciones entre los personajes y sus sentimientos. Todo ello remarcando muy bien el contexto político, que acaba siendo de suma importancia. ¿Cómo contar una historia tan amplia en apenas dos horas? Han seleccionado los acontecimientos más importantes (marcados en la película con la fecha exacta en la que ocurrieron), y van tendiendo caminos entre ambos, sin saltos bruscos, de manera que el espectador pueda seguir fácilmente el paso del tiempo y el cambio de los personajes. Aunque la película dure dos horas, se tiene la sensación de haber hecho un recorrido más largo, ya que por el paso de los acontecimientos y el cambio en los personajes (tanto en interpretación como en un cuidado y sublime maquillaje y vestuario) parece que nosotros mismos estamos creciendo con ellos. Así la tensión crece, se estira al máximo y, aunque (casi) todos sepamos lo que va a pasar y cómo va a acabar, acabamos haciéndonos las típicas preguntas de todas las películas de tensión. ¿Quién reinará? ¿Se reencontrarán alguna vez? ¿Por qué no lo mata?
¿Todo es positivo? En su mayor parte, sí. Sin embargo, si hubiera que sacar algún punto negativo, o simplemente a mejorar, sería en relación con la presentación de los personajes. Por mucha continuación de serie que sea, La Corona Partida es una película sobre la historia de Juana La Loca, y habrá muchos espectadores que la afrontan simple y llanamente como tal, sin conocimiento previo de personajes, actores ni nada. La contextualización inicial como ya hemos mencionado es fabulosa y un auténtico deleite visual: la reina
A pesar de que su introducción no sea del todo precisa, los personajes son la gran baza de la película. Fichas de ajedrez en constante movimiento y dilema, con quien el espectador se identificará, enfadará, sufrirá y se desconcertará. Cada personaje está por una razón, no sobra ni falta ninguno (ni siquiera la reina Isabel, con una mágica aparición estelar de la siempre bella Michelle Jenner). Raúl Mérida sorprende y da más de lo que daba en la serie, donde ciertamente no pasaba de un rol de villano secundario. Ahora aprovecha que tiene más líneas de diálogo y se centra más en su faceta de malo pero astuto. Más curioso es el caso de Rodolfo Sancho. Su interpretación ha cambiado drásticamente con la separación de su reina. Ahora está en tierra hostil, y si bien empatizamos con él, el actor refleja a la perfección ese doble carácter de víctima/traidor egoísta que se mantiene hasta un bellísimo colofón final. Pero la auténtica reina en todos los sentidos es Irene Escolar. Su premio a Mejor Actriz Revelación en la pasada
edición de los Goya por Un Otoño Sin Berlín (Laza Izagirre, 2015) cobra todo su sentido viendo su solvencia, tanto en los momentos más sentimentales como en los más extravagantes. Desde una hija y esposa sufridora que no puede ni sabe fiarse de nadie hasta una demente obsesiva compulsiva que grita desde lo más profundo de sus pulmones. Se deja la voz y el alma en la película. Bravo. Si con 27 años es capaz de lograr esto, no hay que perderle la pista a esta (ya no tan) nueva actriz. En cuanto a los personajes secundarios, destaca José Coronado. Su personaje está muy bien introducido: breve pero eficaz y de suma importancia, con un personaje que cambia el rumbo de la trama y que de hecho cobra relevancia en la serie Carlos Rey Emperador.
Detalle a detalle, en historia, producción, puesta en escena, dirección, interpretación… se puede ver una magnífica película española, donde se ha puesto toda la carne en el asador para un gran final de historia. Puede que pase como un estreno menor por su distribución o por ser la continuación de una serie, pero ojalá la gente vaya al cine (que es donde hay que verla) y disfrute de lo que en España se puede hacer con nuestra historia.