La delicadeza de Lenny Abrahamson en Room, la rigurosidad de Thomas McCarthy en Spotlight, el ritmo y las texturas de George Miller en Mad Max: Fury Road, la controversia de Adam McKay en The Big Short y la virtuosidad de los planos de Alejandro G. Iñárritu en The Revenant están invitadas a esperar sentadas cuál de ellas será la premiada en tan amalgama de vestidos, trajes y bolsas de regalos a precios desorbitados. 

Aun con más incredulidad -respecto a la categoría de Mejor Película- se aprecia una lista de nominados donde Todd Haynes y Quentin Tarantino no están. Ante ello, la perspectiva es muy clara: si Iñárritu no se alza con el galardón será por la política de la Academia, según afirman algunos, para no repartir el premio al mismo director y a la película de este dos años consecutivos. Sin embargo, si la Academia de Hollywood decide entregarle el premio a, por ejemplo, el ritmo y las texturas de Miller, o a los malabares de Abrahamson en espacios tan reducidos con resultados tan deslumbrantes, no será por falta de merecimiento. 

Candidatos a Mejor Dirección en los Oscar

Adam McKay, por The Big Short

El vertiginoso montaje entre imágenes desgarradoras, explicaciones sobre conceptos económicos -en el mismo tono de la película-, personajes trabajados hasta el punto de llegar de ser absolutamente creíbles y esa atmósfera que hace The Big Short el mejor relato cinematográfico sobre la crisis económica de 2008. La realización de McKay tiene ritmo, va y viene, en ningún momento parece estancarse y aun cuando lo parece en secuencias determinadas, el trabajo narrativo hace que el espectador esté pensando en la situación anterior y en la que está por venir. McKay consigue que el espectador entienda cada movimiento, que los encuadres sean perfectos y realcen las características de cada personaje, consigue adaptarse a la época actual. 

Sin embargo y aunque The Big Short contiene un gran poder en el trabajo de McKay con el reparto, ella no tiene grandilocuencias técnicas, no tampoco secuencias evocadoras ergo se trata de una tragicomedia que se sustenta en el guión y el montaje. Es por ello que McKay, a pesar de gozar con una buena oportunidad y haber sido seleccionado por delante de Todd Haynes, carece de suficientes requisitos como para optar a la estatuilla. 

Adam McKay dirigiendo a Christian Bale en 'The Big Short' | Foto: fastocreate.com

 Lenny Abrahamson, por Room

El talento del cineasta irlándes ejecuta una evolución muy favorable después de haber firmado el raro experimento llamado Frank. La cámara de Abrahamson se cuela por las rendijas de una habitación minúscula, crea claustrofobia y todo aquello por lo que la protagonista se ahoga en escasos metros cuadrados. El trabajo con el reparto es, como se ha podido ver en las distintas entregas de premios, fabuloso, haciendo Brie Larson una madre primeriza con más coraje e inteligencia que su captor, y de Jacob Tremblay la polémica por su no nominación a Mejor Actor de Reparto. Ambos perfectos, en sintonía con las secuencias que evocan a la nostalgia. El virtuosismo del director rodando en espacio tan reducido hacen que Roomaunque no per se, goce de una grandilocuencia por su pequeñez presupuestaria. 

Abrahamson posee la capacidad para trasladar al espectador todo lo que Emma Donoghue quiere contar, la historia cruda sin miramientos ni sentamentalismos -en este caso no lo serían- gratuitos. El mayor punto en contra contra el que su trabajo tiene que competir -además del resto de nominados- es con esa segunda parte de la película donde el ritmo se mantiene, pero no la intensidad. Las revoluciones de una historia trágica que encuentra en el debate su solución para no desmoronarse entre lo correcto y lo previsible. Con George Miller y Alejandro G. Iñárritu al lado, Abrahamson lo tiene (casi) imposible. 

Lenny Abrahamson dirigiendo a Jacob Tremblay y Brie Larson en 'Room' | Foto: variety.com

George Miller, por Mad Max: Fury Road

Tras su periplo por el mundo de la animación con las dos entregas de Happy Feet -recordemos que con la primera ganó el Oscar a Mejor Película de Animación-, George Miller sacó del baúl del olvido uno de los personajes más emblemáticos de la filmografía de temática post-apocalíptica y el capitán de todas sus creaciones; Max Rockatansky. Con Mad Max: Fury Road, Miller firma una realización soberbia, un curso de cómo moverse con la cámara en una película de acción con persecuciones al ritmo de un guitarrista colgado de dos cuerdas flexibles, interpretaciones al límite del silencio y la demencia, todo ello compuesto alrededor de la cinematografía y el homenaje a su primera aventura por las arenas del desierto. 

El western-punk de Miller -según lo bautiza Luís Martínez en su reseña en el Diario El Mundo- no titubea en su objetivo; mantener al espectador pegado a la butaca con la misma sensación de estar siendo conducido por un Fórmula 1 en el circuito de Monza; adrenalina cinematográfica. Sin duda, el máximo competidor para Iñárritu y, quizá y merecidamente, la gran sorpresa de la velada.

George Miller dirigiendo en el set de 'Mad Max: Fury Road' | Foto: thr.com

Thomas McCarthy, por Spotlight 

McCarthy se contagia del guión escrito por él y Josh Singer, de la historia que cuenta, de cómo la cuenta y de cuales son los valores del periodismo en esencia. Y mientras proyecta el proceso de investigación con el que se ha contagiado de ritmo narrativo, del trabajo -algo menos duro- con el numeroso reparto, deja en el público el poso de una trama dura, cruda, que no pide por la lágrima sino por la atención. El síntoma en la realización de McCarthy es similar al que se produce en la de McKay; a simple vista, parece una realización llevada de la mano del guión, sin embargo y gracias al montaje de Tom McArdle -también nominado- Spotlight alcanza la categoría sobresaliente.

Y también al igual que McKay, la falta de grandilocuencias -no necesariamente enmarcadas en el mundo de Miller o Iñárritu, recordemos a Abrahamson y su reducido espacio- en una historia importante, una historia de guión, además de la nominación a este último donde tiene todas las de ganar, le hacen desprenderse del posible Oscar de Mejor Director. 

Thomas McCarthy dirigiendo a Rachel McAdams en 'Spotlight' | Foto: thebostonglobe.com

Alejandro G. Iñárritu, por The Revenant

Los planos secuencia intensos en la misma película que, secuencias más tarde, se permite el lujo -osadía del director- quedarse ensimismado en su propia fotografía, en su propia poética cinematográfica, hacen que le eleven como el director con más capacidad y talento para aunar su sello con el espectáculo que tanto gusta en Hollywood. Tras ganar los premios a Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Fotografía por Birdman, se hace complicado para los críticos que, con The Revenant, Iñárritu vuelva a subirse a la palestra del teatro y relate su discurso por segundo año consecutivo en ambas categorías -récord absoluto, por encima de Joseph Mankiewicz y John Ford.

La imponente realización del mexicano, alternando planos secuencia de persecuciones a caballo, las rivalidades tribales, el ataque de una osa al protagonista y un sinfín de detalles técnicos al más alto nivel hacen que ese escepticismo habido entre el público se esfume por acumulación de evidencias. Globo de Oro, BAFTA y DGA colocan a Iñárritu en la pole position en su camino hacia el segundo Oscar.

Alejandro G. Iñárritu dirigiendo a Tom Hardy y Leonardo DiCaprio en 'The Revenant' | Foto: variety.com