Cuando Daniel Guzmán se dispuso a sacar adelante su primera película como director, tuvo que adaptarse a numerosas circunstancias para que A cambio de nada pudiese salir a flote tras diez años de intenso trabajo. Pero hay algo que era condición sine qua non para que la película saliese a la luz y que el madrileño no estaba dispuesto a negociar.
Su abuela, Antonia Guzmán, debía ser una de las piezas protagonistas de un reparto que ha dado mucho que hablar desde que el largometraje se estrenó en el pasado Festival de Málaga y tras el que no ha cesado de conseguir éxitos. Fue precisamente ella, la persona a la que el nominado a Mejor Director Novel en esta 30ª edición de los Premios Goya dedicó su triunfo en el festival malagueño. Porque Antonia es uno de los pilares fundamentales en su vida y porque ha sido ella la que le ha inculcado muchos de los valores que se muestran en A cambio de nada.
El filme podría haber seguido existiendo cambiando otros elementos, pero A cambio de nada no podría haber existido sin Antonia Guzmán. Hay trenes que pasan tarde, pero a nuestra protagonista le ha llegado en el momento ideal. A sus 93 años guarda la ilusión de una joven que debuta en esto del séptimo arte. Un papel para el que Antonia no tuvo que pasar un duro casting, pero para el que se tuvo que levantar durante muchos días a primera hora de la mañana para memorizar el guion. Es precisamente esta una de las claves de su magnífica interpretación. Convertir el arduo trabajo del intérprete en una tarea innata que servía además para ayudar a su nieto en la realización de la película por la que le había visto sufrir tanto durante años. Ser ella misma, sin más. Convertir un rodaje en un día a día en casa. La imaginación sin límites hizo el resto.
Antonia Guzmán es el epicentro de una historia que cuenta una amistad intergeneracional. La búsqueda de un sitio en la sociedad por parte de un adolescente que es encontrado en una señora mayor que recoge muebles en la calle. El rol entre nietos y abuelos queda fielmente representado por una actriz a la que no le ha hecho falta interiorizar su personaje. Ahora, con casi un siglo a sus espaldas, Antonia ya es la nominada más veterana en una edición de los Premios Goya.
La figura de una abuela. Uno de los recuerdos más mágicos de la vida para muchos. Una de las realidades más esenciales para aquellos que tienen la suerte de seguir disfrutándola. La transformación de las asperezas que generan el paso de las décadas en una sabiduría inigualable.
Los abuelos deberían ser eternos y la figura de Antonia Guzmán en el mundo del cine lo será al margen de la obtención o no de este premio. Porque ella ya ha ganado.