Desde que Chaplin se arrastró por los engranajes del capitalismo en "Tiempos modernos" la economía ha sido objeto de burla del cine en todas las épocas y de todas las maneras posibles. La valentía del hombrecillo del bombín ha sido raramente superada por los cineastas posteriores, más atados a la fuerza de la industria. Últimamente, y a raíz de los escándalos más avergonzantes que uno puede asimilar, la industria critica abiertamente al sistema económico sin parapeto alguno, como así sucede en la película de Adam McKay. El acierto de la cinta es poner el énfasis en los tres grupos de personajes sin dejarse llevar por el esperpento derrochador de Wall Street como han hecho otros. Desde el punto de vista de unos verdaderos "losers", McKay construye un filme sólido, divertido y salvaje sin caer en el trapecismo artificial de tiburones financieros sin escrúpulos. No vemos en el largometraje la cara de esta gran farsa, vemos al sistema entero, la ambición es absoluta y los planteamientos, a veces, farragosos para quien no entienda la jerga neoliberal.
Lo mejor de la película es sin duda su tremendo reparto; con un Christian Bale de cristal interpretando a un loco de las finanzas, asocial, excéntrico y muy alejado de los "Lobos de Wall Street". El otro gran pilar de la película es Steve Carell que es está erigiendo como uno de los actores más interesantes tras haber dejado atrás su olvidable etapa como cómico para las sobremesas. Carrel resulta agresivo, encarna al ciudadano cabreado que todos llevamos, o deberíamos llevar dentro, que tiene ante sí a un sistema corrupto, inhumano e inmoral que nadie excepto unos pocos quiere ver.
Rodada con un excelente narrador, Ryan Gosling, el director rompe la cuarta pared en multitud de ocasiones para ofrecer una visión más cercana al espectador. Resulta incluso de un valor pedagógico las maravillosas metáforas que hace el realizador para explicarnos complejos términos económicos.
Alejada de maniqueos moralistas, escupen discursos más grises y ambiguos en una crisis financiera que estos pobres desgraciados supieron ver y todos nosotros sufrimos. Basada en la novela de Michael Lewis, las verdades golpean al espectador en un ejercicio de cine comprometido poco visto en Hollywood. Sabemos que la industria suele apostar sobre seguro (superhéroes vacilones, guerras intergalácticas, secuelas cansinas...) y por eso este filme resulta un aire fresco, un recuperar la esperanza en la mente crítica de la industria. "La gran apuesta" hará reír con su cinismo recalcitrante y llorar a los más pesimistas con su realismo descorazonador. Fuimos engañados y estos tipos lo sabían.