Actriz camaleónica, directora entregada, genio del cine, maestra del escenario, ganadora de la Concha de Plata, mejor actriz en el Festival de Cannes, tres veces nominada al Goya, medalla de oro al mérito en las Bellas Artes. Grosso modo, este sería el (simplificado) perfil profesional de Blanca Portillo (52). Sin embargo, pronto descubro que no estoy tan sólo ante una de las mejores actrices del país.

Blanca Portillo es pura simpatía. Hoy es su cumpleaños, así que aprovecho para felicitarle mientras amablemente accede a hacerse una foto con una servidora. Sonriente, me da las gracias con una euforia natural. Ningún gesto parece forzado en ella. Es genuina. Y consciente de que la construcción de la persona siempre prevalece sobre la construcción del personaje.

En su currículo aparecen reconocidos títulos de la cinematografía española, como Volver, Los abrazos rotos y Siete mesas de billar francés. Pero también muchos de la televisión, con series de la talla de 7 vidas, Cuéntame cómo pasó y Chiringuito de Pepe. Recientemente ha terminado de rodar Secuestro, el nuevo largometraje dirigido por Mar Targarona que promete arrasar en taquilla.

Motivos para un 'Secuestro'

Una vez que Portillo ha tomado asiento a mi lado, me propongo averiguar qué motivos le impulsaron a involucrarse en este proyecto. "¡Pues varios!", responde con el entusiasmo de una niña y su innata actitud risueña. "Primero, que se rodara en Barcelona, porque me encanta salir de mi corralito y encontrarme con gente a la que no conozco. Y marcharme de casa, de viaje, esas cosas", confiesa divertida.

"Porque era género, un thriller, y yo nunca había hecho thriller en el cine. Siempre he hecho cosas mucho más naturalistas, más cotidianas. Y de repente género, me encantaba. Además, al leer el guion me enganchó mucho", continúa explicando la actriz, que en esta ocasión comparte cartel con los veteranos Antonio Dechent y Jose Coronado, a quien también realicé una completa entrevista para Cine VAVEL.

"Y, por otro lado, mi personaje, que es un bombón. Pasa por tantas cosas… Claro, no hay mayor gusto para un actor que ver que la curva de tu personaje está llena de picos, de situaciones difíciles, extrañas, tiernas, duras, frías, de pánico, de horror, de alegría", enumera sin descanso. "¡Yo quiero hacer esto!".

"Si hay buen entendimiento, yo me dejo dirigir con una facilidad pasmosa."

En Secuestro, Portillo interpreta a Patricia, una entregada madre soltera y abogada de prestigio. "Esto estamos muy habituados a verlo hoy en la vida. Mujeres que además de su trabajo deben tener la fuerza, la entereza, la dedicación y el tiempo para criar a un hijo", comenta sobre la naturaleza de la protagonista.

Tras experimentar el secuestro de su hijo, el personaje decide hacer todo lo posible por encontrar al responsable del delito: "A ella le mueve un infinito amor por su hijo. Es una mujer que todo lo que tiene de fuerte lo tiene de madre amorosa". Marc Domenech se encarga de interpretar al pequeño, y ambos parecen haber hecho buenas migas durante el rodaje: "Marc es un actor como la copa de un pino y ha habido una química absolutamente maravillosa".

Ley y orden

Sin embargo, aunque la abogada trata de tomarse la justicia por su mano, ¿cuál es la opinión sincera de Portillo sobre tan peliagudo asunto? "Ese es el gran debate que a mí siempre me ha apasionado: la ley y la justicia. Una cosa es lo que dictamina la ley y otra cosa es la justicia. Hay cosas que son legales pero son injustas, y hay cosas que son ilegales y a lo mejor piensas que son justas", valora la actriz con elocuencia, y de repente me siento teletransportada al instituto, prestando atención plena a la lección de mi profesora.

Pero parece que, como todo buen profesor, esta tampoco se priva de mandar deberes a sus alumnos: "Los límites en el fondo tienen que ver con la moral, también. Por eso será el espectador quien decida si lo que ella hace es moral o inmoral", continúa reflexiva.

"La historia está llena de mujeres que han hecho cualquier cosa para defender a sus hijos, ¡y mi madre no es Belén Esteban, eh!"

¿Y piensa ella que actúa de forma moral o, por el contrario, cree que está siendo inmoral? "No te lo voy a decir. Yo la entiendo. Otra cosa es compartirlo. Pero entenderla, la entiendo perfectamente", responde con una actitud misteriosa aunque, como siempre, afable.

Producida por la popular compañía Rodar y Rodar, Secuestro se define como un auténtico thriller, algo que la ganadora de la Concha de Plata tenía pendiente en su filmografía. No obstante, como espectadora también parece disfrutar del cine de género: "Me encanta. Un thriller bien hecho es una maravilla. Ya sabía que la productora de Mar (Targarona) había producido películas importantísimas y buenísimas de género. El orfanato, por ejemplo".

Cuando la maternidad es una asesina

A pesar de todo, no fue el género lo único que le atrajo del guion de Oriol Paulo, responsable de El cuerpo y especialista en cine de misterio: "Creo que Secuestro además tiene un componente humano. Que la maternidad sea el centro de fondo de un thriller me parece interesantísimo. Y el hecho de que dirija una mujer creo que lo hace todavía mejor".

A continuación alguien aprovecha la ocasión para bromear: "El factor Belén Esteban. ¡Yo por mi hijo mato!". Tras unas risas, la madrileña trata de matizar: "Ya, pero es que esa frase no es solamente de Belén Esteban. La historia está llena de mujeres que han hecho cualquier cosa para defender a sus hijos, ¡y mi madre no es Belén Esteban, eh!". En ese instante, intervengo con la intención de brindar un poco de alivio a la actriz: "¡Afortunadamente!", añado, y de inmediato Portillo suelta una carcajada. "Quiero decir que cualquier madre lo haría, a no ser que sea una madre desnaturalizada", aclara tras recuperar la compostura.

Mandan los de arriba

Ampliamente conocida por su trabajo en el mundo de la interpretación, la célebre actriz también ha ejercido como directora teatral en varias ocasiones. Sin embargo, cuando se encuentra bajo las órdenes de un realizador, la artista manifiesta que se deja dirigir "con una facilidad pasmosa" siempre y cuando haya "buen entendimiento". Y es ahí cuando corroboro en qué se basa su filosofía de trabajo: en la humildad, fundamental y noble virtud que evidencia su éxito, profesionalidad y savoir faire.

"Mi madre es el primer referente que tengo. Es madre de ocho hijos a los que sacó adelante ella sola."

"A mí me fascina convertir en realidad el sueño de un director. Se lo pregunto a Mar muchos días: ¿esto era lo que tú habías soñado? Creo que eso es ilusionante para cualquiera", reconoce la madrileña, que por primera vez se ha puesto bajo las órdenes de la directora y productora catalana.

"Yo estoy al servicio de lo que ella quiera, de lo que ella busque y de lo que ella desee. Pero existe un diálogo. Y eso es maravilloso y muy creativo, porque no eres un palo que se mueve al sol si lo tocan", concluye convencida.

Detrás del espejo

Durante un ejercicio de introspección, Portillo medita sobre sus recientes papeles como madre, no solo en este filme sino también en la obra de teatro El testamento de María: "Es curioso que no siendo madre me estén tocando personajes así. Debe ser porque para mí la maternidad, por la figura materna, es algo que siempre me ha fascinado de alguna manera".

Entonces nos trasladamos al diván de un psicoanalista: "Mi madre es el primer referente que tengo. Es madre de ocho hijos a los que sacó adelante ella sola", confiesa profundizando en el tema. "Sola", insiste enfática. "Por eso para mí ha sido siempre algo que respeto tanto. Creo que yo no necesito ser madre para entenderlo. Ni para hacerlo con tremenda devoción, porque yo he visto el sufrimiento de una madre muy cerca". La madrileña hace una breve pausa, y a continuación se reitera para dejar constancia de la gravedad de su experiencia: "Muy cerca".

De este modo, intrigada por el misterioso trasfondo de esta brillante actriz, me doy cuenta de que, al igual que los personajes que interpreta, la risueña y cálida Blanca Portillo también ha experimentado situaciones difíciles, extrañas, tiernas, duras, frías, de pánico, de horror, de alegría…

Y con una curva tan llena de picos, se me antoja que sus personajes también suspiran por meterse en su piel. Porque, desde luego, su persona es un bombón. Y de los de licor.