Pixar ha vuelto, para enamorar a propios y extraños. Inside Out, dirigida por Pete Docter, recupera la esencia perdida en tantas y tantas películas, que trataban de inculcar los eternos valores morales, pero quedaban en el intento. Enternece y reflexiona, a partes iguales. Traslada al espectador la sensación, idéntica, que se manifiesta en la protagonista. El filme crece sin medida, sobre una base y guion llanos y simplificados, para el entendimiento de los más pequeños. Sin embargo, consigue transmitir el núcleo vital de nuestros pensamientos. Nos devuelve a los recuerdos que yacen en la meseta del olvido. Una lección familiar ante la inercia caudalosa.

Frente a las islas de la personalidad. Foto: elpasotimes.com

Tras varios años en la sombra, produciendo piezas sin alma ni carácter, Pixar ha devuelto la sonrisa que tanto echamos en falta. Con Inside Out se produce una regeneración de la categoría. Resulta atractiva la facilidad con la que, sin emplear una trama demasiado tortuosa, conoce el camino para llegar a nuestra esencia más recóndita. Y llega. Caracterizada por cinco emociones básicas en nuestro sistema comunicativo, la película responde a nuestros anhelos memoriales, pero sin dificultar la comprensión de la sucesión paulatina. Cierto es que, al fin y al cabo, se trata de una obra para todos los públicos, por lo que debe poseer esa porción de superficialidad, con la que los niños se identifican. El mensaje oculto, bajo su manto infantil, nos lo regala al resto de espectadores. Esa es la esencia que siempre ha caracterizado a las grandes cintas de animación; fácil comprensión, eterno mensaje enclave.

Foto: columnazero.com

Experimenta, y hace experimentar, sobre la evocación a montaña rusa, que se percibe desde el indómito subconsciente. Asco, miedo, ira, tristeza y alegría. Protagonistas dentro y fuera de la pieza. Cien minutos de metraje pueden dar para mucho, sin embargo, Docter ha optado por insistir en algún que otro acontecimiento, restándole importancia al trasfondo superfluo. Centra sus expectativas en demostrar que, cuando se accede rápidamente a la hormona de la felicidad, no es necesaria una mayor intriga para recibir los aplausos de la sala. Sencilla y directa al corazón, Inside Out enamora desde el primer minuto. Peca de utilizar estereotipos para encarnar a cada emoción. Al igual sucede con la familia elegida y el entorno, la trama y su finalización. Sin embargo, el espectador no da reconocimiento a ese detalle. Simplemente, queda paralizado, con una sonrisa de oreja a oreja, ante la evidente realidad que nos muestra cada secuencia. Nos permite imaginar la aventura dentro de nuestra propia conciencia, y eso es algo único. Merma en calidad, al recurrir tanto en el falso intento de regreso, dejando en el tintero detalles que hubieran aportado un granito más de arena al excelente trabajo de Pixar. Goza de una habilidad transparente al ajustar el paso del tiempo, con el abandono de ciertas fases personales. De alguna manera, consigue funcionar como Boyhood, de Richard Linklater, en la versión corta, light y animada. Una pena que todo quede en una suposición, finalizada la época más infantil. Buscando una profundidad mayor, desde la perspectiva púber, habría adquirido más valor. Matices, como en todas. Errores, como en muy pocas. Gran trabajo.

Ira, Asco, Alegría, Miedo y Tristeza. Foto: psicocine.com

Innovador su modelo al narrar la historia. No es una subjetividad al uso, sino que cuenta, desde un interior no reconocido, cómo enfrentamos los diferentes obstáculos que nos pone la vida, cómo respondemos ante nuevas situaciones, cómo puede afectar un cambio no superado o, simplemente, cómo mimetizar sentimientos cuando la mente queda en blanco. Otro de los valores añadidos a la interminable lista de Inside Out, es la brillante y necesaria importancia que le otorga a la figura familiar. La protagonista no supera los doce años pero, si en algún momento necesita a su familia más que en ningún otro, es cuando la infancia llama a la puerta. Una etapa de continuos cambios y descubrimientos en la que, inevitablemente, la inercia nos conduce hacia nuestra vida familiar. Y eso siempre quedará intacto. Todo puede desmoronarse, para volverse a construir de una forma distinta. La familia, jamás se desmorona (completamente). La película ensalza esos valores y los coloca en el pedestal que merece. Una herramienta de valor incalculable, para aprender a lidiar con los sentimientos. Invita a reflexionar sobre lo verdaderamente importante en la vida. Las cosas que permanecen en la sombra, pero en absoluto abandonan. Detalles aparentemente insignificantes que, cuando desaparecen, se llevan una parte de nosotros mismos. Hay que cuidar lo necesario. El resto cambiará, irá y vendrá, incluso se marchará definitivamente si no le hacemos caso. Lo importante, perdura.

Recuerdo familiar. Foto: vulture.com

Sencilla, poco difusa y con un gran intrincado de valores, al más puro estilo Pixar. Inside Out se ha colocado, merecidamente, a la cabeza, como la mejor película animada en lo que llevamos de año, y entre las mejores en la historia de la industria. La animación recupera muchas y buenas, gracias a un film que lo proporciona todo, desde el primer minuto. Al igual que la familia. Reflexionemos.