El cine español cuenta en estos momentos con representantes de gran valía en todas sus ramas. Los equipos de rodaje que llevan a cabo cualquier producción cinematográfica dentro de nuestras fronteras, están cada vez más cualificados y sacan a relucir todo su talento para que esto se vea posteriormente reflejado en pantalla. Consecuencia de ello, es el incremento del número de espectadores que acuden a las salas para ver películas realizadas en España.
En el campo de la interpretación, una de las actrices nacionales que más ha experimentado un salto meteórico es Natalia de Molina. En pocos meses, ha pasado de ser una revelación tras ganar el Goya a la Mejor actriz revelación por Vivir es fácil con los ojos cerrados, a consagrarse como uno de los pilares femeninos en el presente del cine nacional.
El teatro fue su mejor escuela
Natural de la ciudad jienense de Linares, cuando supo que quería ser actriz, Natalia puso rumbo a Málaga para emprender su camino en la Escuela Superior de Arte Dramático de la capital costasoleña. Allí comenzó su andadura tras el telón, formando parte de obras de teatro como Ligazón, La Dama Boba, el musical Nine, Me Muero, Me Muero, Sonias y el Cabaret La Mirilla, con los que la actriz fue ganando experiencia y conociendo de primera mano los entresijos de una profesión que le iba a proporcionar grandes alegrías en el futuro.
Fue David Trueba el director que depositó su confianza en esta joven para darle uno de los papeles protagonistas de su nueva película, Vivir es fácil con los ojos cerrados. Una película que tuvo una buena recepción por parte de la crítica y que supuso el impulso definitivo a los comienzos en la gran pantalla de Natalia de Molina. Gracias a esta película, la andaluza fue nominada en Los Goya 2014 al galardón de Mejor Actriz Revelación, premio que se llevaría a casa tras salir vencedora en la gala. Además, en el extranjero también se hicieron eco del fulgurante debut de Natalia y en la Berlinale le otorgaron el Shooting Star, concedido por la European Film Promotion junto al Festival Internacional de Berlín y que la reconoció como un talento joven emergente europeo del cine. Un premio que puede servir para abrir las puertas del cine foráneo a esta actriz de 24 años que poco después vio como nuevos proyectos llegaban a su vida profesional.
En el Festival de Málaga se vieron sus nuevos trabajos
Fue en la pasada edición del Festival de Málaga, donde se pudieron ver en Sección Oficial los tres últimos trabajos en los que participó la actriz en la gran pantalla. Tres producciones, que ponen de manifiesto el tremendo talento de una intérprete que sabe adaptarse a las condiciones de cualquier tipo de rodaje a la perfección y se desenvuelve con total comodidad en diversos registros.
Los espectadores pudieron verla en Solo química, comedia romántica del director Alfonso Albacete que será estrenada en las próximas horas en los cines o en Cómo sobrevivir a una despedida, la película de Manuela Moreno que Atresmedia estrenó en el festival malagueño días antes de su estreno en los cines y en el que la actriz dio vida a Nora, la protagonista de la cinta que cuenta con un carácter impulsivo, expresivo y carismático. Largometraje que además sirvió para que pudiese trabajar en un rodaje con su hermana Celia, a la que admira y aprecia a partes iguales y de manera recíproca.
A lo largo de estos filmes, se observa como Natalia se defiende a las mil maravillas en la comedia y hace que el espectador conecte con sus personajes de principio a fin. Algo que consigue de manera espectacular en otra de las películas que presentó, Techo y comida.
En esta humilde producción que será estrenada en diciembre en las salas españolas, Natalia de Molina saca a relucir todas sus cualidades interpretativas y hace de su personaje alguien tan real como la vida misma. Un ejecución del guion llevada a cabo con una mezcla de fuerza y sentimiento, que desencadena en que las emociones de una madre, que está pasando por los momentos más duros de su vida al estar al borde del deshaucio junto a su hijo pequeño, atraviesen la pantalla y se adentren en el interior del espectador, el cual ya puede ver en esta cinta a una Natalia totalmente madura y con una interiorización del personaje digna de ser recordada. Prueba de ello fue la Biznaga a la Mejor Actriz que recibió por parte del jurado del Festival de Málaga, cerrando un círculo muy bonito y especial para la actriz en la ciudad que le vio crecer personal y profesionalmente.
En Techo y comida, la intérprete dejó su techo muy alto, tan alto que cualquier entendido en materia cinéfila diría que no es posible vislumbrarlo a simple vista. Natalia de Molina puede seguir llegando tan lejos como desee. Tiene capacidad para ello. Su sencillez, su talento y su humildad, son los ingredientes perfectos de la receta del éxito de verdad, de ese que no entiende de olvidos y permanece con el paso de los años. El cine español tiene talento para rato.