Con motivo del regreso de El Príncipe, que pretende hacerse un hueco en la parrilla de los próximos martes para estrenar su segunda y última temporada, en VAVEL hemos rescatado algunas curiosidades que Aitor Gabilondo, productor y co-creador de la serie, compartió en el transcurso de una charla organizada el pasado mes de noviembre por la Asociación Demos en la Universidad Carlos III de Madrid.
Una cruda realidad social
La serie arranca cuando el personaje de Abdu aparece supuestamente muerto en la playa. Para sorpresa de los guionistas que escribieron esa escena, al poco tiempo un recorte de periódico parecía ser un calco de la ficción de Telecinco. Pero la cosa no quedó ahí, pues las coincidencias se siguieron sucediendo: “Nos inventábamos que unos cuantos chavales eran reclutados y al día siguiente nos topábamos con otra nueva noticia que apuntaba a la detención de unos reclutadores”, detalló Gabilondo.
Lo cierto es que tanto él como su socio César Benítez agradecen que la realidad les haya acompañado en todo momento. Eso, o el exquisito mérito de sus guionistas hacía que llegaran, incluso, a anticiparse a los hechos reales. En cuanto al sistema de escritura, asegura que su equipo ideó primero el final y, sobre ese capítulo, se fue construyendo la historia hasta llegar al principio.
En otro orden de cosas, Gabilondo relató cómo fue su viaje a este barrio ceutí, una especie de “gueto” construido en cascada donde casi todas las casas son ilegales –“muy pocas están numeradas y, las que lo están, constituyen un auténtico caos” –.
Muchas casas son lujosas por dentro porque sus ocupantes se enriquecen con el contrabando
Allí, varias cosas llamaron su atención: los vistosos colores, y el hecho de que la barriada se encuentre enfrente del mar. Pero hubo algo más impactante aún: las casas que, aunque de apariencia humilde, “por dentro son de lujo” (por supuesto, un lujo “al estilo árabe”).
Entonces, el que entonces soñaba con hacer realidad una serie de televisión basada en ese barrio encontró la explicación a tantas contradicciones: al igual que muchas otras zonas de frontera, es evidente que bastantes residentes del Príncipe viven del contrabando y la comercialización de productos ilegales como el hachís.
Gabilondo: "Si esto ocurriera en Madrid o en Valencia, saldría mucho más a menudo en los periódicos"
Además, lo que refleja la trama de la ficción de Plano a Plano es absolutamente verídico: “en un barrio con un 40 o 45% de paro y muchísimo absentismo escolar, muchos chavales que están aburridos y piensan que su vida es una mierda terminan siendo captados por sectas o mafias que se los llevan a Siria y otros países”, certificó Gabilondo, para añadir su propia reflexión: “Estoy seguro de que si esto ocurriera en Madrid o en Valencia saldría muy a menudo en los periódicos, pero parece que en la barriada del Príncipe Alfonso no se hace tanto eco”.
De ahí, dice su creador, la importancia de una serie que pone el foco en las problemáticas de esa zona, un mundo que se mueve entre la violencia de la droga, la amenaza del yihadismo y las ansias de salir adelante de buena parte de sus vecinos.
Y continuó: “Es un lugar de complicado acceso en el que nadie quiere hablar, ni siquiera las autoridades. Se trata, para más inri, del barrio español con mayor número de armas de fuego (ilegales, por supuesto) y en él prima la conocida como ‘ley del silencio’.
En este barrio prima la 'ley del silencio' que refleja El Príncipe
Así, cuando se produce un tiroteo, los cuerpos de las víctimas se retiran de la calle, el lugar del crimen se limpia y al irrumpir en escena la Policía, todos silban.” Esto que Aitor relató sí ha quedado fielmente expresado en su serie a través, entre otros, del personaje de Faruq que encarna Rubén Cortada.
El Centro Nacional de Inteligencia, ¿bien plasmado?
Sobre la otra parte, esa no tan real y en la que tiran de imaginación y creatividad, Gabilondo hizo mención al modus operandi del CNI, lugar de trabajo de Javier Morey (Álex González). El productor reconoce haber contactado, sin mucho éxito, con los servicios secretos españoles: “No nos ayudaron demasiado, cosa que se entiende”.
Lo que sí es conocido por todos es que el Centro Nacional de Inteligencia trabaja reclutando gente: un policía, un militar y hasta la mujer de la limpieza pueden trabajar para ellos. Todo vale. No obstante, la serie de Telecinco ‘vende’ ciertas cosas que no se corresponden con la realidad.
En la vida real un agente del CNI no se envía desde Madrid, se capta ya integrado
“Normalmente un agente se capta ya integrado, no se envía desde Madrid”, señalaba Gabilondo en referencia al personaje de Morey. Pero precisamente porque los servicios secretos no les solucionaron apenas dudas, los productores han podido inventar lo que les ha dado la gana. “Y os lo habéis creído”, matiza Aitor.
“Nunca se manda a un espía (y menos con traje de Armani) al Príncipe. Pero tuvimos que maquillar la realidad para hacerla digerible...” Además, no hay que olvidar que todo cuanto los creadores se sacan ‘de la manga’ tiene su razón de ser: “Quizá mandar a un personaje ajeno al barrio funcionaba bastante bien porque se convertía en los ojos del espectador”.
El Príncipe también se ve en El Príncipe
Quien diera vida –junto a Benítez– a la familia Ben Barek confirma que, en la vida real, el barrio entero se para para ver la serie. De hecho, “es una pena que en Ceuta no haya audímetros”.
Gabilondo: "Es una pena que no haya audímetros en Ceuta; el barrio entero se para para ver la serie"
Pese a las voces que han denunciado la estigmatización que podría suponer la ficción de Mediaset para la ciudad autónoma, “los ceutíes la han seguido como cualquier persona de la península, especialmente los más jóvenes”. Y, según Gabilondo, “lo mismo ocurre en Marruecos, donde también se capta la señal de Telecinco".
El tema de la serie, asegura, lo han intentado tratar con naturalidad y “mucho respeto”, siendo “sensibles pero a la vez realistas”. Así, “intentamos dar argumentos para defender el punto de vista y el pensamiento de cada uno de los personajes”, concreta Aitor, para dejar claro que “no todos los árabes son malos”. De hecho, “Fátima no es mala; es la buena y es la prota”.