La música ha sido un tema recurrente en el cine desde hace muchos años en multitud de argumentos de películas de todo tipo. En lo referente al jazz no hay que olvidar que marca un antes y después en el cine ya que la primera película sonora tenia a este tipo de música muy presente en el argumento de la película, El cantor de Jazz de Alan Crosland. Muchos años después llega Whiplash de Damien Chazelle, una película que se ha convertido en una de las mejores de los últimos meses y que puede tener un papel importante en los Oscar de este año.

Si hay una definición que resuma Whiplash es sin duda electrizante, la película se desarrolla con un ritmo trepidante ayudado por un magistral montaje apoyado en una catarata de planos detalle en las escenas musicales de jazz. Las casi dos horas de film vuelan mientras el espectador permanece extasiado con el espectacular duelo que ofrecen Miles Teller y J.K. Simmons (gran favorito al Oscar a mejor actor secundario).

Teller es un joven baterista de jazz, que sueña con triunfar con este instrumento, que en un momento de su vida se cruza con Simmons, un profesor que quiere sacar el máximo rendimiento de sus alumnos sea como sea y sin importarle los métodos utilizados. A partir de este momento ambos formarán una relación maestro-discípulo, alejada de lo convencional, para intentar lograr el éxito juntos. El resto de personajes de la película pasan a un segundo plano eclipsados por ambos protagonistas.

Intentar lograr el éxito no es fácil

La película no olvida el humor apoyado en algún personaje secundario, aunque el mayor peso humorístico recae en el peculiar temperamento del personaje de Simmons. El film "juega" en el aspecto de la emoción y trata de exponer como el esfuerzo y la constancia acompañado por el sufrimiento son lo más importante para intentar triunfar, algo así como lo que enseñó Fama hace muchos años.

El final (que no será desvelado en esta crítica), es realmente apoteósico, consigue mantener con la boca abierta al espectador durante varios minutos y para ello no requiere de grandes artificios, se bastan ambos protagonistas, la música y el ambiente que logra crear Damien Chazelle (director y guionista) para terminar la película en la cresta de la ola. En definitiva una gran película a los ojos de un espectador que no sea un apasionado del jazz y probablemente una obra maestra para un amante del jazz.

Es hora de sentarse y disfrutar de una de las mejores películas del año, el espectáculo corre a cargo de Miles Teller, J.K. Simmons y Damien Chazelle, ¿Habrá aplauso al final? El de la mayoría del público y crítica ya lo han conseguido.