Moore interpreta el papel de Alice Howland, una profesora de 50 años de la Universidad de Columbia especializada en la lengua, sobre todo en cómo los bebés aprenden los idiomas. Está casada con John Howland (Alec Baldwin), también doctor en Columbia pero en al ámbito de la neurología. Tienen tres hijos y todo parece ir mejor que nunca, con Alice en la cima de su carrera profesional, pero pequeños olvidos y momentos de desorientación repentinos provocan que se preocupe y busque asistencia médica. Ella temía cancer, pero el diagnóstico fue bastante diferente, alzhéimer precoz. Eso provocará que vaya perdiendo sus recuerdos de forma rápida, provocando que vaya perdiendo todos los conocimientos que ha ido adquiriendo. Además, se trata de un alzhéimer hereditario, preocupando a los hijos por si alguno ha recibido este gen.

Esta película, dirigida por Richard Glatzer y Wash Westmoreland, se trata de una adaptación del bestseller escrito por Lisa Genova, va reflejando la velocidad en la que progresa la enfermedad y la repercusión que tiene esta en la familia: algunos intentan eludir las responsabilidades y otros tratan de luchar contra lo que no se puede vencer. Pero lo más importante de esta película, la fuerza de la cinta se encuentra completamente en la interpretación de Julianne Moore, la mejor de su carrera interpretativa (aunque antes ya había hecho buenos trabajos en películas como Boogie Nights o Far From Heaven). Solamente con verle la cara, se puede apreciar el miedo que tiene y lo perdida que se siente frente los problemas que la acechan; pero a la vez también se le puede leer rastros de culpabilidad, por haber pasado el gen causante de la enfermedad a uno de sus hijos. Ella es la protagonista y aparece en casi todos los minutos de la película, incluso, cuando no se ve, sigue siendo ella el eje central (en algunas ocasiones los planos son subjetivos y el espectador pasa a ver lo que ella ve con sus ojos).

Si se presta atención a la historia y como se va desarrollando este melodrama, pocas cosas la diferencian de una TV movie tradicional; ya que no llega a profundizar mucho en los aspectos más dramáticos, mas bien se queda bastante con los niveles superficiales. Es decir, se parece a tantas otras películas que se han hecho sobre la evolución de una malaltía que va acabando poco a poco con la persona que la posee. De esta forma, no llega al nivel de otras cintas que tratan el alzhéimer, como uno de los mejores dramas del 2006, Lejos de ella, de Sarah Polley; o una de las últimas obras maestras de Michael Haneke, Amor. Posiblemente, lo que diferencia a estas de Siempre Alice es que la película protagonizada por Julianne Moore, aunque ella haga un trabajo excelente, la cinta en algunas ocasiones la muestra como una mujer demasiado calculadora y fría cuando toma decisiones ya estando enferma pero mientras ella sigue siendo consciente de quién es. Aunque también se la muestre frágil en bastantes ocasiones, parece mucho más realista los retratos que se hace de los que padecen de alzhéimer en los dos películas citadas antes.

Algunos puntos de la trama llegan a ser un poco forzados o poco verosímiles, provocando que se vea un poco afectado la creencia del espectador en la historia. Por otra parte, este punto negativo algunas veces se ve forzado por la interpretación de alguno de los actores secundarios, como la de Kate Bosworth, quien hace el papel de la hija mayor de Alice. Aunque este personaje ya no sea muy verosímil en si misma, el trabajo de la actriz aún acentúa más este defecto. Por otra parte, Kirsten Stewart, quién hace el papel de Lydia, la hija menor de la protagonista, comparte con el espectador uno de los mejores trabajos de su carrer y la verosimilitud de su personaje se acerca mucho a la de Alice; son los momentos en los que las dos actrices comparten pantalla los que parecen más reales (igual que cuando Moore absorbe todo el cuadro).

Pero, como la mayoría de historias sobre una enfermedad tan presente com el alzhéimer, y como esta afecta a las personas, provoca en más de una ocasión la emoción de los espectadores. Y esto se ve muy beneficiado gracias al papelón de Moore, quien consigue transmitir más ella con una mirada que cinco minutos de diálogo irrelevante. Y gracias a esto acaba siendo una buena película Siempre Alice, por el motivo y la actriz consigue lo que persigue el drama: la emoción y las lágrimas de quien mira la película. Ahora tocará esperar a ver si se lleva el Oscar a mejor actriz, de momento es quien tiene más papeletas de llevársolo por su victoria el pasado lunes en los Globos de Oro.