Dicen que un 22 de Septiembre, del año 1994, se estrenó una serie llamada Friends. La trama nos presentaba la vida de seis amigos, residentes en Nueva York: la obsesiva Mónica (Courteney Cox) y su hermano paleontólogo, Ross Geller (David Schwimmer). Joey Tribbiani (Matt Leblanc), un actor de dudosa calidad, y Chandler Bing (Matthew Perry), experto en sarcamo. Y Phoebe Buffay (Lisa Kudrow), personaje difícilmente calificable. A ellos se une en el episodio piloto Rachel Green (Jennifer Aniston), una malcriada hija de papá, que acaba de dejar a su prometido plantado en el altar, y entra en el Central Perk (lugar habitual de reunión de la pandilla y escenario mítico de la serie) aún con el vestido de novia puesto, buscando a Mónica (pues fueron compañeras en el instituto) para quedarse con ella en la ciudad.


A priori, y así contado, no parece nada del otro mundo. Pero acabó convirtiéndose en la sitcom más exitosa de todos los tiempos, marcando a toda una generación que siguió las peripecias de los seis protagonistas durante sus diez temporadas de emisión. Con más de 20 millones de espectadores en Estados Unidos, supuso un antes y un después en la forma de hacer humor.


Guiones originales, historias divertidas, personajes dispares y comedia con toques románticos, hicieron rápidamente de la serie un éxito de crítica y público, llegando a conseguir que grandes actores de Hollywood como Robin Williams, Julia Roberts o Brad Pitt aparecieran haciendo un cameo en la misma, y otros como Bruce Willis tuviesen un personaje de varios capítulos.


Su tono desenfadado y la cercanía de sus personajes hizo que los espectadores se sintiesen muy ligados e identificados con ellos. 20 años después, sus capítulos siguen repitiéndose en las televisiones de todo el mundo, y continúan cautivando al público, lo que evidencia que la serie todavía perdura en el imaginario colectivo, y contaba con una fórmula tan efectiva que consigue superar el paso del tiempo, y las barreras culturales. El afecto por los protagonistas y actores se mantiene, y cualquier episodio, o la mayoría, puede ser visualizado sin perder ningún ápice de modernidad. Siguen siendo contemporáneos, y su humor es atemporal. Si bien la ropa, el estilo, el ambiente, es de los 90, las situaciones, relaciones, tramas y preocupaciones de sus protagonistas, las temáticas tratadas, se mantienen vigentes hoy día. Y no parece que vayan a caducar.