“La cancioncilla del oeste; el padrino, la musiquilla de escenas de amanecer” son ejemplos de canciones que todo el mundo conoce, en la misma medida en la que desconoce a su autor. Pero estas melodías no salieron de la nada y aunque se ignore al creador, estas canciones no nacieron del éter, fueron compuestas por artistas con nombre y apellido.

En primer lugar, “la cancioncilla del oeste” concebida como El bueno, el feo y el malo, del compositor italiano Ennio Morricone. Esta canción fue compuesta inicialmente para la película del mismo nombre. El señor Morricone es también el autor de la banda sonora de Los intocables de Eloitt Ness, obra que le brindó el Oscar a mejor banda sonora en la entrega de 1988.

¿Quién no sabría tararear la pegadiza melodía de La Pantera Rosa? Actualmente, bien por las películas, bien por la serie de animación, nadie puede decir que no conoce esta sucesión de notas. Sucesión de notas escurrida del cerebro del italo-americano Henry Mancini, creador de otras bandas sonoras de éxito como Desayuno con diamantes, obra que le mereció cuatro premios Oscar.

Resulta imposible pensar en música de mafiosos sin que se venga a la cabeza la sintonía de la saga de El padrino, obra del italiano Nino Rota, artista que también compuso varias óperas y otras bandas sonoras de éxito como La dolce vita.

Otro eterno conjunto de notas es el asociado a esa familia amarilla que tan bien es conocida, pero nadie sabría decir quien es Danny Elfman, su compositor, así como de la banda sonora de Batman o Pesadilla antes de navidad (candidata a un Globo de oro y un Emmy)

De todos estos casos, el más antiguo es el de “la típica melodía de amanecer” obra creada en 1867 por el compositor noruego Edward Grieg para la obra dramática Peer Gynt de Hernrik Ibsen.

Sin lugar a duda, estas obras se han ganado un hueco en la eternidad, como cualquier autor hubiera querido, pero a cambio de que su nombre fuera diluido, sino obviado.