Como si de una macabra metáfora zodiacal se tratase, la taquilla española acoge este mes de julio dos adaptaciones de novelas superventas centradas en la lucha contra el cáncer de sendas protagonistas y de sus atormentados seres queridos. Ahora y siempre (traducción no literal y de dudoso gusto de Now is good) llega este viernes y le toca hacer frente al éxito obtenido por Bajo la misma estrella, estrenada la semana pasada.
Casi dos años después de su debut en la vigésimo primera edición del festival de Chichester (Inglaterra), la historia de Tessa Scott, en la esquina derecha, contra un cáncer terminal, en la esquina izquierda, intentará despertar entre el público el mismo efecto que tuvo en su director y guionista Ol Parker (El exótico Hotel Marigold), quien reconoció que el libro del que parte el filme, Before I Die de la británica Jenny Downham, fue santo de su devoción desde el momento en que terminó de leerlo.
El libro del que parte el filme fue santo de la devoción del director y guionista, Ol Parker
No obstante, ya sea debido a una simple (aunque terrible) coincidencia o a una pésima estrategia de marketing, la fecha de estreno de Now is good resulta, además de tardía, desafortunada, porque cabe la posibilidad de que a los espectadores no les apetezca solapar dos narraciones formuladas en torno a un eje temático tan parecido. Aunque, quién sabe, quizá le cojan el gusto a presenciar calamidades humanas de este tipo y se lancen a la sala doce nada más salir de la tres. Será una pena cuando la realidad y sus cifras de recaudación confirmen una vez más que el cine de autor siempre sale perdiendo cuando se enfrenta a producciones que multiplican su presupuesto. En este caso, veinticuatro veces.
Lo personal gana en importancia a lo romántico
A pesar de que tanto el nefasto título en castellano como el póster promocional se empeñen en hacer creer lo contrario, Ahora y siempre no debería archivarse junto a cintas como Todos los días de mi vida, Cuando te encuentre o Querido John. Los apasionados del drama romántico deben saber que la tragedia que marca esta historia está contenida en un plano paralelo a la trama de amor adolescente; trama que está (evidentemente) presente en el filme, con un papel esencial, pero que no acapara todo el argumento.
Se ha trazado una protagonista sarcástica que no está dispuesta a soportar los dramas de nadie
La joven pero curtida Dakota Fanning interpreta con soberbia y serenidad a partes iguales al personaje principal, Tessa Scott. Su leucemia terminal le lleva a redactar una lista de todas las cosas ilegales e inmorales que quiere hacer antes de dejar atrás a su martirizado y entregado padre, su despistada madre y un hermano pequeño que no sabe muy bien de qué va el tema. Lejos de mostrarla cuidadosa y cariñosa, Parker y Fanning han trazado una Tessa sarcástica, una Tessa que no está dispuesta a soportar los dramas de nadie, a no ser que los considere superiores al suyo propio. Es ese humor, un tanto oscuro pero inocuo, uno de los puntos fuertes de la película. El hermano que todavía desconoce qué es y qué no es políticamente correcto y un puñado de situaciones comprometidas son los encargados de atenuar la desdicha reinante en el relato.
Brilla la sencillez narrativa entre la algarabía de sucesos que van desde la enfermedad de Tessa hasta la relación de sus progenitores divorciados, pasando por una mejor amiga (Kaya Scodelario, serie Skins) que tiene sus propios problemas y rodeando la situación personal de Adam, el príncipe del cuento, un Jeremy Irvine (War Horse) a quien se le da de lujo hacernos creer que el chico guapísimo de la puerta de al lado puede ser también adorable, considerado e incluso inequívocamente humano.
El director construyó la narración a partir de las distracciones que distancian a Tessa y al público de su enfermedad
Quizá lo único que chirríe sean los escenarios un tanto tópicos que (nos quieren hacer creer) son necesarios para que la protagonista experimente su leucemia de manera lejana gracias a paisajes increíbles, paseos en moto, ángeles en la nieve, fuegos artificiales, cerveza en vasos de plástico, compras sin límites, etcétera. Esta pequeña pega, por encontrar alguna dentro de un largometraje en general satisfactorio, no molesta en exceso gracias al trabajo del director de fotografía, Erik Wilson, que se encargó también de la excelente Submarino. Es así como el director consigue la vitalidad que, dice, se propuso desde un principio: en lugar de enfocar la película a través de una lente empañada por el cáncer de Tessa, Parker prefirió construir la narración a partir de todas las distracciones que distancian de su enfermedad tanto a ella como al público.
Después de una primera escena moderadamente osada, el armonioso diseño de los créditos iniciales nos regala un buen presentimiento. Es entonces cuando comenzamos a seguir a Fanning durante hora y media más y lo hacemos de forma fácil, observando no solo su lucha personal sino también las reacciones del resto de personajes, definidos de manera sólida a pesar de poder parecer numerosos. La familia, la mejor amiga y el primer amor cierran el cuadrilátero cuyo centro ocupa el cáncer de la protagonista, pero es Adam quien otorga el punto de partida, quien modifica la perspectiva de Tessa ante la vida y su condición, haciendo más llevaderas las amargas circunstancias.
Ahora y siempre no es una película triste, sino emotiva cuando tiene que serlo y, sobre todo, agradable en general. Agradable de ver e incluso agradable de volver a ver, ya que cumple con el nivel mínimo de entretenimiento que toda cinta debería imponerse como norma inamovible. El elenco crea una realidad que sería del todo creíble si no fuera por los tópicos de ensueño ya mencionados y por algunos profundos diálogos, recordatorio constante de que se trata de una ficción. Sin embargo, un bonito resultado final que consigue parecer sencillo a pesar de mucho trabajo y limitaciones en su producción es, definitivamente, digno de ver y de disfrutar.