En la actualidad el cine es una forma expresiva que contiene el adjetivo artístico entre comillas y paréntesis. Aún así, existen algunos directores/creadores de prestigio que insisten en seguir experimentando, provando nuevas formas expresivas, nuevas maneras de narrar sus historias, tipología de encuadres y movimientos de cámara... Lógicamente, ya que son considerados artístas, dichos creadores no ciñen sus intereses únicamente al cine sino que tienen amplios conocimientos de otras artes.

David Lynch

David Lynch, mundialmente conocido por sus admiradores y los que odia profundamente su cine, es uno de los directores más estimulantes de la actualidad. Nacido en Montana, Estados Unidos, ejerce, además de director de cine y guionista, de productor de música electrónica. Compagina su tarea artística con otras inquietudes como la pintura, la música, la publicidad, la fotografía, e incluso el diseño de mobiliario.

Lynch posee una narrativa muy personal que mezcla el arte surrealista con un mundo tan bizarro como esotérico y onírico. Dicho lenguaje, muy poco convencional en el cine comercial, hace que contínuamente reinvente su cine y, a la vez, sorprenda tanto al gran público como a sus más fieles seguidores.

En esta escena de Carretera Perdida (Lost Highway, 1997) Lynch focaliza la atención en el diálogo entre los dos personajes. Uno de los factores que hace de esta escena un claro ejemplo de la valentía del realizador norteamericano es el silencio. De un inicio plagado de sonido ambiental, Lynch da paso a la intimidad de una conversación críptica y surrealista que, mezclada por una especie de paralelismo de situaciones, acabada por dejar una atmósfera tan inquietante como violenta.

Gaspar Noé

Noé, nacido en Argentina, es un director aficando en Francia que posee una trayectoria de lo más creativa con únicamente tres largometrajes a su espalda. No es un director con un discurso muy específico, aunque sí radical. Su estética tampoco está definida, es un director muy experimental que varía sus forma de hacer en sus tres largometrajes. Hijo de un conocido pintor argentino, centra todo su talento en el cine como camarógrafo, montador, productor y, como no, director y guionista.

En esta escena de Solo contra todos (Seul contre Tous, 1998) Noé rompe con todos los esquemas cinematográficos. La escena arranca con una conversación en un bar cortada por golpes de música acompañados con fragmentos en negro. Esto ayuda a crear una atmósfera violenta que, junto al diálogo del personaje, hace caminar la película. La siguiente escena, formada por fotografías y una voz en off, acaba de redondear la propuesta de Noé. Basa su presentación en una serie de imágenes con el personaje principal explicando parte de su vida. En un principio se podría valorar que el cine no está hecho para que te expliquen qué ha sucedido sino para ver lo que ha sucedido, pero aquí Noé se salta las supuestas normas y se rige por un espíritu más libre y experimental.

Lars von Trier

Si hablamos de experimentar en el cine no nos podemos dejar al cineasta danés Lars von Trier. Nacido como Lars Trier es junto a Thomas Vinterberg el precursos de las reglas del manifiesto Dogma 95, un movimiento fílmico que pretendía luchar contra las reglas y los esquemas del cine a mediados de los años 90. Von Trier es uno de los creadores europeos más radicales y provocadores de la actualidad. Aunque cimentó los pilares del movimiento Dogma 95 este director, conocido por sus excentricidades, no posee una técnica o una estética muy definida si hablamos de la totalidad de su obra cinematográfica. Aún así su curiosidad por el mundo del celuloide y, muy seguramente, su propia personalidad han hecho que su cine tenga un sello muy definido además de un contínuo descubrimiento de la técnica visual cinematográfica.

En Los Idiotas (Idioterne, 1998) Von Trier rehusa seguir las reglas establecidas por el cine y se dedica a filmar su película a su antojo. Visualmente responde a una grabación amateur sin cortes. Todo el filme posee planos largos en los que el camarógrafo sigue la acción que sucede en escena, como si se tratase de la grabación de una obra de teatro. El resultado que provocó el Dogma 95, que fue a la vez dentro del mismo movimiento totalmente reivindicativo y revolucionario, fue el hecho de que el cine es un arte vivo en el que la experimentación y la valentía son unas armas de doble filo que se deben utilizar si el objetivo del cineasta supera los límites del puro entretenimiento.