El concepto de "vampiro" en lo que podríamos llamar "ideario del terror colectivo" no es un concepto que se nos antoje desconocido o lejano. Son muchas las superproducciones que se acercan, con mayor o menor acierto, a esta emblemática figura pero ¿de dónde viene esta terrible tradición fílmica?
Para resolver esa duda debemos tener en cuanta a una de las películas más emblemáticas para este género, un film que supo poner en escena todos los elementos necesario para reproduccir una atmósfera literaria de verdadera presión psicológica: Nosferatu.
Concebida como una adaptación algo libre de la famosa novela de Bram Stoker, Drácula, a la que se le cambia el nombre ante la imposibilidad de la productora alemana Prana - Film de pagar derechos de autor, esta cinta nos transporta a 1838, a la apacible localidad de Wisborg, en la que Hutter y Ellen llevan una vida tranquila y feliz hasta que Hutter debe acudir a Transilvania por orden de su jefe, el oscuro agente inmobiliario Knock, para cerrar un trato con el Conde Orloc, que pretende comprar la finca que colinda con la casa de Hutter y Ellen. Durante una travesía, larga y estraña, Hutter topará con más de un lugareño que tratará de advertirle de lo que él considera fantasías: el conde Orloc es en realidad un vampiro.
Después de pernoctar en su castillo, Hutter despertará con sendas marcas en el cuello y un mal presententimiento con respecto a Ellen.
'Nosferatu' creó la imagen icónica del vampiro actual
A pesar de tratar un tema victoriano, esta película logrará lo que otras de su época no lograron: con una escasez de medios considerables recrean atmósferas y efectos que aún hoy día son capaces de dejarnos casi sin aliento. Murnau, muy influencia por film de su época, como El gabinete del Doctor Caligari de Wieni , crea escenarios que heredarán un curioso proceso del maestro Dreyer: la atmósfera de terror blanco. Esta película jugará con la luz, los focos potentes, los contrastes contínuos y los claoscuros para generan esa atmósfera terrorífica que sigue caracterizando la gran mayoría de las películas de este género, reformulando lo ya propuesto por Dreyer en Vampyr, contribuyendo, junto con esta, a crear la imagen icónica del vampiro tal y como hoy se entiende.
Pero este no será el único aspecto "dreyeriano" que recogerá Murnau y que pasará al cine actual. Al igual que en Vampyr, Murnau hara de la sombra un recurso poderoso, ligado a la figura del vampiro y lo convertirá casi en accesorio indespensable para la iconología moderna del vampiro, dejando tras de sí una de las escenas más famosas del mundo del vampiro, cuando Nosferatu mira a Ellen desde el marco de la puerta en su propia habitración.
Será en esta película en la que se explore una de las dimensiones más famosas de la figura del vampiro. En vez de representar la variable altamente erótica del vampiro, vinculada a los súcubos medievales y a la que la escrito Anne Rice sacará muchísimo partido en sus aclamadas novelas, Murnau se dencanta por la versión "maldita" de esta figura, presentandonos a un un monstruo deforme como símbolo visible de su maldición pero torturado y sensible, despojándolo de cualquier atisbo de supernaturalidad y colocando al monstruo al nivel de las criaturas humanas, que sufren y padecen, a pesar de su sed de sangre.
Murnau se decantó por una versión más humanizada del monstruo, sin poderes sobrenaturales que lo ensalzaran
Esta película será pionera en cuanto a la representación de la figura del vampiro que será llevaba al extremo con el remake que de esta misma película hará en 1979 el también cineasta alemán Werner Herzog, que, tomando como referecia esta película termianrá de crear la figura del vampiro para nuestra cultura popular, incluyendo en la cinta pasajes oníricos que vincularan al vampiro del cine con la figura de la rata y la peste, cosa que, más tarde, podremos ver en producciones más modernas como Entrevista con el vampiro, en la que las ratas estarán muy presentes.
Ambas películas usan los mismos elementos para identificar al vampiro y aunque parten de los mismo presupuestos y su época es diferente, ambas consiguen la misma atmósfera, ambas llegan al mismo punto de terror fantasmagórico puramente literario, sublimandolo e, incluso, dejando atrás su base literaria para ofrecernos un nuevo enfoque que pasará al pequeño inventario de eso que llamamos cine de terror.