Largas colas de público en la puerta del Teatro Cervantes. Numerosos (más de costumbre) medios especializados. La familia León-Barrios y su Carmina y Amén han desembarcado este sábado en el Festival de Málaga con el peso de ser una de las favoritas de la cita cinéfila. El cartel de "no hay entradas" en todas sus sesiones en la capital malagueña dan prueba de ello. Tercera película en competir en sección oficial de largometrajes, la secuela de Paco León, tras la original Carmina y Revienta (2012), ha levantado los primeros aplausos de lo que llevamos de competición. La premisa ya prometía mucho. Tras morir su marido súbitamente un sábado, Carmina (Carmina Barrios), protagonista de la anterior entrega, decide no dar parte de la defunción hasta el lunes, para así cobrar la paga extraordinaria que él tenía pendiente. Durante esas largas horas domingueras, Carmina y su hija (María León) deberán ocultar el cadáver a todos sus conocidos. Dos años después de alzarse con tres premios del Festival de Málaga (Premio especial del jurado, premio del público y mejor actriz para Carmina Barrios), Paco León retorna a su tierra fetiche (con permiso de su Sevilla natal) con el propósito de demostrar que las buenas sensaciones que despertó su ópera prima como realizador no fueron producto de la "suerte del novato". Rodeado nuevamente por su madre y hermana biológica, Carmina Barrios y María León, el sevillano ha perfeccionado y "profesionalizado", como él bien ha expresado esta mañana ante los medios, su técnica tras la cámara en esta secuela que, pese a abandonar el falso documental, se presenta aún más bizarra, natural y divertida si cabe que la primera. Paco León ha perfeccionado su técnica tras la cámara en una secuela aún más bizarra y divertida que la primera Sin un guion definitivo sobre la mesa, donde ha jugado un papel vital la improvisación de sus actores, Carmina y Amén cierra un "díptico dedicado a la figura de mi madre". "En la otra película me quedé muy descontenta, por tantos sofocones como había pasado y que no me dieran un duro. En esta me han pagado bien y a tiempo", ha bromeado por su parte Carmina Barrios, que, nuevamente, devora la cámara con cada mirada, conecta con el público con su espontaneidad, y de paso se merienda a cualquier intérprete que se ponga por delante, llámese Yolanda Ramos, Estefanía de los Santos, Manolo Solo o su propia hija, María León, que esta vez se muestra más comedida y creíble. Referencias a la corrupción política (con un simpático loro llamado Bárcenas que hará las delicias del público), el papel de la mujer ante un hijo discapacitado, el matrimonio, el amor o la libertad sexual aportan verdad y profundidad a un metraje que no olvida sus orígenes más gamberros y salvajes a cargo de Carmina Barrios, la cual protagoniza más de un momento entrañable a lo "Cinco horas con Mario", de Miguel Delibes. Carmina y Revienta supuso un hito en la cinematografía de nuestro país al estrenarse en multiplataforma. En esta ocasión, la secuela verá la luz el próximo 29 de abril solo en salas, tal y como ha aclarado su director en Málaga: "La primera me permitió poder estrenar en un formato multiplataforma por su presupuesto. Con Carmina y Amén no podemos hacer lo mismo. Estrenaremos en salas de cine con exclusividad". Junto a Carmina y amén, la sección oficial del Festival de Málaga ha acogido el estreno de A escondidas, un cóctel dramático sobre la juventud, la inmigración y la homosexualidad a cargo de Mikel Rueda, quien además firma el guion de su segundo largometraje tras Estrellas que alcanzar (2010). La cinta sigue los pasos, sin estructura lineal que termina siendo algo confusa para el espectador, de Rafa, un joven que comienza a cuestionarse su sexualidad y que cruzará su vida con Ibra, un marroquí a punto de ser deportado a su país y con el que entablará una especial relación. "La idea era hacer una película que fuese tierna", ha afirmado esta mañana en Málaga el realizador. Todo un reto si tenemos en cuenta que se tratan de temas cuando menos controvertidos entre la juventud actual. "Socialmente queda mucho camino por hacer. Hay una gran labor por hacer en los chavales que todavía les cuesta mucho hablar de determinados temas", ha explicado Rueda, el cual, con la ayuda de los debutantes German Alcarazu y Adil Koukouh, perfila una historia sencilla, sin florituras, pero llena de verdad, emoción y con un matiz didáctico que le beneficia. Rodada en celuloide que le aporta "esa textura a la historia que lo necesita", A escondidas es una película valiente que no solo explora el tema de la homosexualidad y el racismo entre los jóvenes de nuestro país, sino también la necesidad que aflora en cualquier adolescente por sentirse integrado en un colectivo definido de personas, que precisamente a través de sus acciones anulan sus valores y necesidades como ser humano y lo convierten en un títere a favor de una socialización dañina y hueca. "Es una manera en la que estás buscándote a ti mismo", ha recordado el cineasta, para quien sus protagonistas están tan llenos de prejuicios y valoraciones sociales que le impiden entregarse en cuerpo y en alma, aún cuando están a escondidas (de ahí el título de la película). A escondidas aúna el trabajo de siete años de la vida de Mikel Rueda, y en el que todo el equipo ha tenido que capitalizar todo su sueldo para sacarlo adelante. Ahora, su segundo largo está pendiente de cerrar estreno con distribuidora. Foto del cuerpo de texto: Pipo Fernández / Festivaldemalaga. 'A escondidas', la visión tierna de la homosexualidad
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