Desde hace algunos años, el 14 de febrero tiene un protagonista indiscutible, los enamorados. Una fecha marcada en el calendario y algo controvertida, pues tiene casi los mismos entusiastas que detractores. A pesar de lo popular de la fiesta que cada año acapara más seguidores (o enamorados), no todos saben de dónde procede este día. ¿Sabías que se remonta al Imperio Romano?
Lo cierto es, que seas amante o no del 14 de febrero no hay una mejor excusa para plantarte delante de la pantalla a ver una película, “romántica” por supuesto, y si es con tu pareja, aún mejor. El tema del amor ha sido siempre un eje central, tanto de canciones como de cine y literatura. Los largometrajes románticos se identifican muchas veces por su previsible final -y vivieron felices para siempre-, aunque hay algunos guiones que llegan a sorprenderte.
CASABLANCA, 1942 (Michael Curtiz)
Parece que los amores, cuanto más sufridos y reñidos, más gustan y más enganchan. Una historia de amor complicada, entre lo correcto y el amor ajeno a la razón. Casablanca, fue en inicio un film más de la factoría hollywoodiense pero ganó protagonismo con los años y es hoy en día un largometraje de culto. Humphrey Bogart, da al largometraje una elegancia inigualable y junto a Ingrid Bergman la catapultan a los grandes clásicos románticos. Una historia de amor atípica, sobre todo por su final.
TITANIC, 1997 (James Cameron)
Una apuesta segura para San Valentín, más de dos horas y media de largometraje que consiguió encandilar al público de los 90. Sus once estatuillas avalan el trabajo de Cameron, que supo transmitir la desventura del transatlántico más famoso de todos los tiempo bajo el argumento del gran amor entre Jack (Leonardo Di Caprio) y Rouse (Kate Witslet). Quién más y quién menos, ha imitado alguna vez la famosa escena en la proa del Titanic.
Claro queda, que lo que sorprendió al público no fue el hundimiento del transatlántico sino que Jack no cupiera con Rose en la puerta que flotaba después del naufragio.
SHAKESPEARE ENAMORADO, 1998 (John Madden)
Amores que nos hacen suspirar por las esquinas. Son mejores aun si se hace con las obras de Shakespeare de por medio. El film de John Madden está basado en la historia de amor del gran dramaturgo inglés con Viola de Lesseps, mientras éste estaba escribiendo Romeo y Julieta. Aunque el largometraje en su base tiene el fundamento de una historia real, el guión es practicamente de ficción.
Si hay una historia de amor por antonomasia que ha perdurado a través de las décadas ha sido la historia de Romeo y Julieta, que aunque símbolo de amor más puro (e irracional), hay que pararse a pensar, que bien, lo que se dicen bien, no acaba.
EL DIARIO DE NOA, 2004 (Nick Cassavetes)
La noche del 14 de febrero será redonda con la película de Cassavetes como carabina. El largometraje está basado en la obra de Nicholas Sparks, y no hay quien llegue al final sin soltar una lágrima. Siempre han dicho que el primer amor no se olvida, pero cuando te lo presentan de una manera tan brillante como en El diario de Noa, hace que incluso te lo creas.
Ryan Gossling (Noa) y Rachel McAdams (Allie) hacen una pareja cósmica en pantalla que te captura desde los primeros minutos de pantalla, para descubrir el trasfondo real de la película un poco más adelante.
Una historia de esas que te hacen suspirar y desear vivir una historia idéntica a la de los protagonistas.
BROKEBACK MOUNTAIN, 2005 (Ang Lee)
Una historia de amor común en un contexto complicado para los protagonistas, que logra poner de relieve la dificultad y el sufrimiento que conlleva enamorarse.
Desde sus inicios el relato en el que está basado el film de la escritora Annie Proulx se consideró en Hollywood como muy valioso para una versión en cine, pero también se temía como muy arriesgado financieramente, porque tocaba un tema -homosexualidad- considerado tabú y «veneno para la taquilla».