Jep Gambardella (Toni Servillo) no ha repetido el éxito de su novela de juventud, la mítica “El aparato humano”. Vive entregado al dolce far niente y a la noche romana. Aquella que atrapa y no deja salir a los de su credo. Una Roma hermosísima, desconocida en muchas ocasiones para el turista de postal, que se erige como protagonista de la historia sin caer en el panfleto turístico de, por ejemplo, Vicky Cristina Barcelona.

Las andanzas noctámbulas de Jep se bañan en whisky, canciones horteras a todo trapo, conversación-cháchara y paseos al alba por la ciudad, ya sea en solitario o acompañado de bellezas que no cumplen su canon intelectual. Vaga y vaga antes de regresar a su magnífico apartamento con vistas al Coliseo. Una tisana, un antiácido y un siempre simpático intercambio de palabras con su asistenta, uno de los secundarios que brillan.

Sorrentino ha creado su obra maestra

Los personajes aparecen y desaparecen –memorables la artista que estrella el comunismo y la santa de 104 años- en un carrusel veraniego de talento y desenfreno sin corsés de planteamiento-nudo-desenlace. Los secundarios "habituales" son magníficos; como Romano, el colega que vive aún en un piso de estudiantes o Lello, el juguetero que no se controla “que te fol..o”. Pero son los episódicos los que llenan el retrato de la decadencia de la edad, al tiempo que caen la ciudad y el país: el reportaje del Costa Concordia y el vecino pervertido y corrupto.

Paolo Sorrentino, quién tropezara en su primera incursión con el cine comercial vistiendo a Sean Penn de Robert Smith, ha creado una obra maestra. “La gran belleza” es gran cine. Del que reivindica el poder de la gran pantalla y las historias de dos horas frente a la pujanza de las series de televisión de HBO y sus derivados. Escapa de géneros y clichés, fascina y emboba al espectador. ¿Lo ideal? No lean esta reseñan ni ninguna crítica profesional. Vayan y sumérjanse en la Roma que ya no es imperio, en la vida de Jep Gambardella.

"La grande bellezza", escrita y dirigida por Paolo Sorrentino. 2013. 142 minutos. Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa.