Cuando uno no está acostumbrado a las experiencias clandestinas de carácter gastronómico ni de otra índole, la visita a un “rincón del café” que además está mal indicado en las guías –Peu de la Creu 25 acoge una tienda de ropa- se convierte en una experiencia en sí misma.
Después de vagar por el Raval, mirar y remirar la dirección en el smartphone y aturdido por la falta de cafeína decido en un alarde de originalidad preguntar a otro ser humano. Me dirigen con amabilidad a Carrer de la Lluna 3, a una tienda-taller de bicicletas modernas denominada Bicious Cycles.
Es un local profundo, del que desde fuera no se atisba ninguna pista de su estimulante contenido, de modo que uno entra con expresión de panoli, vacilante hasta encontrar una mirada de ayuda.
El dependiente lo advierte con gesto compasivo y me remite a un chico joven que pinta la pared encaramado a una escalera. Este se gira, te sonríe cálido, desciende y se interesa por tu pedido, sin atisbo de ceremonia ni esnobismo. Es Marcos Bartolomé, el riojano de familia cafetera instigador de la trama. Es servicial y de pocas palabras. Y su café panameño de "El Magnífico" diabólico. ¿Azúcar o sacarina? No la ofrece, ni yo la solicito, ¿descafeinado? Te has equivocado de local compadre.
Intenso como ninguno su café doble te aturde aún rebajado con una nube de leche. Es amargo, crudo y no gustará a los no iniciados. Pero es de verdad. Lo entrega en un pequeño vaso de papel que muestra cuatro garras y cinco letras: s-a-t-a-n. El de abajo.
Marcos te despide tan educado como siempre y se encarama a la escalera. Pinta de blanco la pared con una pequeña brocha en vez de emplear el más prosaico rodillo. Trabaja pausado y con atención al detalle, es un artesano del averno.
+Nota: Satan's Coffee Corner (Lluna 3, El Raval, Barcelona). Sólo café para llevar, no dispone de café descafeinado. @satanscoffeeco