Pocas horas antes que Miyazaki anunciara su retirada del mundo de la dirección, éste había estrenado en el Festival de Venecia su última joya, The Wind Rises. A partir de allí, la película sólo se ha podido disfrutar en Japón o en los diferentes festivales de cine dónde ha estado. La cinta nos relata la biografía de Jiro, un chico que siempre había soñado en ser ingeniero aeronáutico y que acabó diseñando el avión Zero, caza que utilizaron los japoneses en la Segunda Guerra Mundial; pero, en medio de todo este proceso, estuvo enamorado de Kayo. A continuación tenéis el tráiler que ayer se publicó en Estados Unidos. Para los fans del Studio Ghibli en España, aún no hay fecha de estreno en nuestro país.

Se trata de la primera película del maestro del anime que no es una fantasía, ya que se trata de una biografía, de la vida que tuvo un personaje real; además de recrear diversos sucesos históricos que marcaron la vida de Jiro, como el terremoto de Kanto de 1923, la epidemia de tuberculosis, la Gran Depresión, la entrada de Japón en la Guerra... Pero esto no quiere decir que no haga uso de sus recursos fantásticos tan recurrentes en sus obras; pues esta obra utiliza más de una vez de los sueños del protagonista, lugar donde Miyazaki podrá jugar con su imaginación. Por otra parte, sigue con su tradición de dar vida a la naturaleza y a diversos objetos: el terremoto caracterizado con rugidos de un monstruo como si respirase, el viento como otro elemento principal de la historia que guía a los personajes, los ruidos del motor de los trenes están gravados a partir de los sonidos de la boca de una persona...

El amor vuelve a ser uno de los protagonistas de la obra, como en tantas obras de Miyazaki (La Princesa Mononoke, El Castillo Ambulante, El Viaje de Chihiro...), remarcando uno de los motivos principales del director japonés: el amor, sea cual sea su forma, es uno de los motores que mueven a las personas. Y este amor se hace presente desde la primera mirada que cruzan Jiro y Kayo, sentimiento que el espectador puede palpar y rodearse de él. Pero no debemos olvidar que también es un drama esta película, aunque podría ser mucho más duro si no fuera por el bonito estilo de Miyazaki, quien siempre intenta fijarse más en la cara buena de las cosas que en la mala.

Como antes se ha comentado, en el film también se narran algunos sucesos históricos. Pero, sutilmente, no solo los cuenta, también se puede ver la opinión que tiene el director de alguno de estos, especialmente los que tienen que ver con la política. Por ejemplo, el alemán que aparece en las vacaciones que se toma el protagonista en la montaña, le sirve para hablar de lo que está pasando en Alemania con Hitler; cuando los dos japoneses están de estancia en el país germánico, también dejan ir comentarios sobre lo mal que se invierte el dinero en Japón y de su retraso industrial; también deja ir alguna crítica a escondidas en contra de la guerra en la que Japón participó (recordamos que Miyazaki es muy pacifista)...

Visualmente se podría decir que el director japonés ha llegado a la cima. Contrapone los paisajes naturales con colores muy vivos, con grises y marrones en las calles industriales abarrotadas, la oscuridad o el frío en los momentos tristes, y las tonalidades cálidas en las situaciones más íntimas. Un arte visual que remarca lo maravillosa que puede ser la vida, el amor por la humanidad y el mundo en el que vive. Estas imágenes llenan de lirismo la historia, suavizando aquellos momentos más tristes y alzando la alegría y el amor hasta sus niveles más altos, provocando la emoción del público.

Como las otras películas de Miyazaki, la banda sonora está compuesta por Joe Hisaishi. Fantástica; como las otras veces, acompaña al espectador durante su recorrido por la vida de Jiro. El piano sigue siendo su instrumento principal pero, esta vez, alguna piezas musicales contienen instrumentos como el acordeón, el bajo... dándole un toque más occidental a estas canciones, ya que la historia, en algunas partes, tiene lugar en países como Italia (en los sueños) o Alemania (el viaje de los ingenieros).

Y con esta obra se despidió Miyazaki, dejando atrás algunas de las mejores películas de animación jamás hechas. Una marcha con un sabor agridulce para sus seguidores: agrio porque no veremos más obras del maestro, dulce ya que se retira sin haber hecho nunca una mala obra.