Muy raras veces en el panorama poprock puede apreciarse una voz y un discurso enteramente distinto, único, una personalidad escindida, emancipada, libre, al fin, de toda línea general. Eso es Maria Coma, la joven cantautora barcelonesa que este próximo 13 de noviembre presentará en Barcelona, en la Sala Apolo, su último disco, Celesta, después de haberlo rodado ya por varios enclaves de la geografía catalana (el estreno absoluto fue otro 13, el de septiembre, en el marco del Mercat de Música Viva de Vic).

Pese a la juventud esta señorita, nacida en la ciudad condal en 1986, Celesta es ya el tercer trabajo de estudio de una trayectoria cuyo origen se remonta a 2009 con el disco Linòleum y sigue en 2011 con Magnòlia. A esta trayectoria en estudio debe añadirse el directo Linòleum en concert (2010). Así que Maria Coma no es ninguna principiante, a estas aun leves alturas, si bien no lo fue nunca, o jamás se ha mostrado como tal.

Pianista, compositora y cantante, por este orden, estas tres facetas se reúnen en Maria Coma sin que ninguna de ellas se vea relegada a un papel menor, y esto es ya un rasgo de innegable excepcionalidad dentro del panorama (universal e histórico) de cantautores. Porque si las canciones de Maria Coma son—y efectivamente lo son—aperturas a un inmenso océano de sonoridades en las que pueden reconocerse los ecos de P.J. Harvey, Björk, Radiohead, Sigur Rós o, en cierto modo, Queen, pero también del jazz de Brad Mehldau o Chet Baker, así como del pianismo romántico de Chopin, ello se debe en gran parte a la condición de pianista, en el pleno sentido de la palabra, de la cantautora barcelonesa. Como verdadera pianista, Maria Coma es capaz de explorar en sus canciones armonías alejadas de los patrones más habituales (y manidos) de la música popular, y de ahí que sus canciones devengan, sin excepción, bocanadas de aire fresco. Asimismo, al margen de las armonías y sonoridades, el piano, como instrumento, es un elemento omnipresente en la música de Maria Coma, y lo es en toda su potencialidad, esto es, no reducido a una mera sucesión de acordes placados, como mayoritaria y tristemente acontece en el ámbito del poprock. No, Maria Coma, como pianista, aprovecha todos los recursos de su instrumento, extrayendo motivos ya melódicos, ya rítmicos, amén de las comentadas indagaciones armónicas, en un modo que muchas veces recuerda a un pianismo clásico, todo ello para terminar siendo integrado en el discurso global. El tema Bosc adormit (“bosque dormido”), del segundo disco, Magnòlia, es un bello y claro ejemplo de esto.

Como este Bosc adormit, las canciones de Maria Coma se constituyen como elementos vivos, organismos ante cuyo nacimiento, desarrollo y ocaso asiste el oyente o espectador. Así, en este tema, desde una suerte de limbo sonoro nacen los primeros acordes al piano [0:06], tras los cuales aparece, o amanece, la voz, todavía lejana (como sugiere el uso del megáfono) [0:40], esa voz de Maria, dulcemente aniñada, vacilante, sinuosa, y que siempre impone un cálida relación de intimidad con el oyente/espectador. Y entonces, una vez presentado el tema, entra toda la banda [1:14], sin alterar un ápice ese carácter de velada, como un insólito florecer en medio de la noche. Fluye la vida sobre el ritmo constante del contrabajo, y de repente… De repente, se detiene el curso [1:37]. Pero no es esto una vuelta al limbo, sino una mirada hacia dentro, una autoreflexión en soledad materializada por un melancólico solo de piano. Pero a este solo de piano, a esta mirada hacia dentro, le acompañarán en coro las voces de toda la banda, en un canto colectivo que redime a la vida de su soledad inherente [2:05], pues si el piano ha llorado, a su llanto solitario se han sumado todos, y es esta feliz solidaridad la que devuelve la esperanza, esperanza que brilla incandescentemente mediante esa suerte de himno que deja atrás (parcialmente) la apesadumbrada tonalidad menor del solo del piano y que se va afianzando progresivamente, primero con la voz de Maria y el piano [2:27], y luego con el estruendo de la banda al completo, hasta alcanzar la plenitud, el clímax, el fin. Y alcanzado el fin, de nuevo la nada.

Así es el devenir de esos entes plenos de vida que son las canciones de Maria Coma. Entes alumbrados de nuevo en ese nuevo trabajo de la cantautora, Celesta. Pero, ¿qué es más exactamente Celesta? Celesta es un disco grabado en la comarca catalana del Bergadà y producido por Amniòtic, la discográfica del batería Pau Vallvé, a su vez colaborador habitual de Coma. Sin embargo, Celesta es un trabajo concebido y compuesto por Maria Coma durante una reciente estancia en Berlín cuyo objeto era, según propias palabras de la cantautora, “alejarse de todo para poder hacer el siguiente disco desde un punto de vista distinto”. Un disco cuyos temas, según declara también su autora, están respectivamente dedicados a diferentes personas, a gente que, confiesa Coma, “desde la distancia vi que era importante para mí”. De modo que cada canción es una interpelación a alguien distinto, y de ahí también la variedad idiomática de los temas (mayoritariamente en catalán, pero también en español, inglés o incluso en alemán), que obedece a la distintas lenguas de los destinatarios de cada canción.

Otro aspecto que no debe ignorarse es uno al que el propio título del disco, Celesta, hace referencia. Y es que la gestación del nuevo disco de Maria Coma va unida a un proyecto paralelo de la cantautora consistente en la creación de un nuevo instrumento: un piano-celesta llamado clavi-nimbus, cuya sonoridad única es parte distintiva del nuevo trabajo discográfico. Asimismo, esto no es sino un nuevo ejemplo que corrobora la idiosincrasia absolutamente pianística de Maria Coma.

“La quotidianitat m’ignora. El realisme no em diu res.”

Estos son versos de Maria Coma, de su tema De nit (en Magnòlia). Y, ciertamente, cuesta encontrar en el panorama musical actual a personalidades tan al margen de la cotidianidad y tan capaces de crear un discurso tan radicalmente personal, esto es, de crear una realidad propia, extramuros de la realidad común, o más bien, de expresar esa realidad subjetiva, y de saber hacerlo mediante las teclas correctas, como Maria Coma, quien, a día de hoy, no ha equivocado ni una sola tecla. De ahí que el próximo 13 de noviembre, en la barcelonesa Sala Apolo, se espere un verdadero acontecimiento musical a cargo de esta joven creadora de mundos y exploradora intrépida de caminos insospechados, como ese pez que, solo, se adentra en la oscuridad, en la portada de Celesta.

Lista de los temas de Celesta:

  1. Orió
  2. L'últim cercle polar
  3. Berlin
  4. Després de l'hivern
  5. El silenci erem nosaltres
  6. Abismes
  7. Pestanyes per tot el bosc
  8. Forever and a day
  9. Schöne Stille
  10. Uthmannstrasse
  11. Celesta