El cine francés siempre se ha caracterizado por su exquisitez y gran calidad, se pueden partir de ejemplos como Truffaut y Godard como botón de muestra, pero en los últimos años el cine galo, lejos de venirse abajo, ha sabido encontrar una forma particular de llevar a cabo el séptimo arte que le ha convertido para muchos en el mejor cine europeo de la actualidad.

Uno de los primeros ejemplos de este tipo de cine innovador, arriesgado, con guiones elaborados y bien trazados puede ser esta película de los albores de los años 90 (1991). Delicatessen, dirigida por Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro, narra la historia de un estrambótico grupo de vecinos en un mundo donde escasean los bienes primarios y donde se tienen que buscar la vida y usar modos poco éticos para sobrevivir.

El principal eje de la historia lo sostiene un carnicero que despacha a sus clientes en la parte de abajo del edificio y que como tiene dificultad para encontrar carne animal se decide por servir a cu clientela carne humana. Para ello coloca un falso anuncio para buscar un encargado de cuidar del edificio, lo que el nuevo inquilino desconoce es que su salario consistirá en convertirse en el alimento de los demás vecinos. Este hecho es cíclico, al principio de la película vemos al anterior “afortunado” y posteriormente llega la nueva víctima que es un antiguo payaso de circo. El espectador descubre que es algo habitual y que no es un caso aislado.

El post Apocalípsis

Los directores inician la película colocando el edificio en un solar desértico destacando los colores casi irreales predominando los tonos rojizos y marrones, de esta forma el espectador se da cuenta que no es un espacio vinculado al tiempo de la película (1991) si no que está situada en un futuro prácticamente post apocalíptico donde los seres humanos deben buscar los medios necesarios para sobrevivir ante tal precaria situación.

La película tiene partes que merecen un visionado obligatorio aunque es cierto que hay otras que quizás sobran algo más aunque en conjunto la película es muy entretenida y cuenta una historia original presentando uno a uno cada personaje con sus peculiaridades y ahondando algo más en profundidad en los personajes del carnicero y el del protagonista y supuesto afortunado de conseguir el puesto de trabajo en ese edificio.

Humor disparatado y absurdo muy negro

En el film francés se mezcla el humor disparatado con el absurdo y con grandes dosis de humor negro pero todo ello tratado con una delicadeza en los planos y la escenografía. Para muestra se puede ver una escena que forma parte del trailer de la película donde gracias al ritmo de los sonidos de las cosas cotidianas acompañado por un instrumento de cuerda se crea una especie de música que envuelve todo con un halo de suspense que va increscendo y cuyo resultado es magnífico.

Otro aspecto de análisis es que Delicatessen quizás inspiró de alguna manera a Alex De la Iglesia para La comunidad, ya que aunque obviamente es un argumento muy distinto, tiene la semejanza de que se desarrolla en un edificio y que sus personajes están todos, como se dice coloquialmente, como una cabra. La principal diferencia es que en Delicatessen muchos han perdido la cabeza por la situación que le se ha tocado vivir en cambio en la película de Alex de la Iglesia les mueve la codicia y el dinero por lo que tiene también un elemento quizás más realista.

Semejanzas con 13 Rue del Percebe

Pero no hay que creer que Delicatessen no tuvo inspiraciones anteriores, una de ellas puede ser el famoso cómic español 13 Rue del Percebe en el que se puede ver a través de un edificio prácticamente sin paredes las aventuras de este loco grupo de vecinos que viven situaciones disparatadas y que el lector va conociendo los entresijos de los personajes a medida que lee varias historietas de este cómic. Para mayor semejanza, en la parte de abajo del edificio de este cómic hay una tienda en la que también se venden alimentos, al igual que en Delicatessen. Además en algunas escenas del film francés desaparecen algunos suelos o paredes como en el cómic citado.

En 1991 esta película ya apuntaba a que el cine francés se iba a saber reinventar y no se iba a quedar anclado viviendo su pasado. Los últimos casi 30 años no han hecho más que confirmarlo y el cine francés goza de una soberbia salud que sigue encandilando a media Europa e incluso a Hollywood que ya ha llevado a cabo remakes como el de La cena de los idiotas (totalmente prescindible) y tiene preparado el de Intocable.

En definitiva Delicatessen es una película que sabrán apreciar las personas que buscan guiones inteligentes, fuera de lo convencional y con historias estrambóticas, si el espectador busca una comedia al uso con chistes y gags fáciles Delicatessen quizás no es su película, ya que este film eleva el humor a otra categoría con la impronta del cine francés y dirigidas por Jean-Pierre Jeunet (Amelie en 2001) y Marc Caro (esta dupla de directores fueron partícipes también de otras películas como La ciudad de los niños perdidos)