Tupés, chupas de cuero, cadillacs, jukebox, helados enormes, restaurantes con camareras sobre patines… Son los años 50 y los jóvenes viven al ritmo frenético de ese recién nacido llamado rock and roll. Elvis, Chuck Berry, Little Richard, Gene Vincent, Eddie Cochran o Buddy Holly son la banda sonora de una nueva generación, de una nueva juventud. Una banda sonora hecha por y para esa nueva juventud: el rock and roll es el primer género joven de la historia de la música. Sin embargo, dentro de esa banda sonora no solo hay sitio para Elvis y sus ilustres colegas. Así, en el seno mismo del rock and roll tiene lugar el auge máximo de los grupos vocales, que, al adoptar los ritmos vertiginosos del nuevo género, alumbraron el subgénero conocido popularmente como doo wop, en referencia a la onomatopeya rítmica recurrentemente empleada por estos grupos.

Sin embargo, para hablar del origen de estos grupos vocales que terminarían dando lugar al doo wop es necesario remontarse a algunos años atrás. Concretamente hasta los años 40, cuando empieza a desarrollarse un nuevo estilo de música vocal dentro de la comunidad afroamericana que bebe de la tradición góspel y, sobre todo, del rhythm and blues. Así, en esos años iría apareciendo una sucesión de grupos vocales afroamericanos que poco a poco cimentarían las bases de la gran eclosión que vendría luego con la llegada del rock and roll. Acaso el grupo más representativo de esa época sea The Ink Spots, una formación vocal pionera y de enorme popularidad durante los años 40 y que ejercería una gran influencia en los grupos vocales posteriores, como por ejemplo The Platters.

Pero ya por aquel entonces no todos los grupos vocales eran necesariamente afroamericanos y masculinos. Precisamente a mediados de los 40 aparecería una de las formaciones vocales más longevas y populares, The Chordettes, un cuarteto femenino blanco que popularizaría temas tan representativos como 'Mr. Sandman' o 'Lollipop'.

La llegada de los 50 y el advenimiento del rock and roll, sin embargo, renovaron el género vocal, lo rejuvenecieron, como hicieron con todo. De ese modo, en ciudades principalmente del noroeste de los Estados Unidos, como Nueva York, Chicago o Pittsburg, grupos de jóvenes adolescentes, muchas veces con la intención de impresionar a sus novias, empezaron a reunirse en los garajes de sus casas para realizar armonías vocales a capela aunando las influencias del rhythm and blues, el swing, el góspel y, en fin, de todo aquello que, junto, había de dar lugar al rock and roll. Rápidamente, estos grupos de jóvenes pasarían de reunirse en los garajes de sus casas a hacerlo en callejones, en busca de una acústica propicia, principalmente, de un eco que recogiera y diera profundidad a sus armonías vocales. A al mismo tiempo, la actividad en estos grupos vocales mantenía a muchos de estos jóvenes alejados de las drogas y la delincuencia. En el neoyorkino Bronx muchos músicos acudían a escuelas públicas para impartir clases y, con el tiempo, esas escuelas acondicionaron locales para que los jóvenes pudieran ensayar, toda vez que se mantenían alejados de la calle.

Estos fueron los orígenes de la mayoría de grupos de rock and roll vocal o doo wop.

Pero, ¿cómo se componían estos nuevos grupos? Como todo grupo coral, estas formaciones contaban un cantante para cada tesitura vocal: un tenor, un barítono, un bajo, y muchas veces también alguien que cantaba en falsete. Dentro de esta formación, en uno de los cantantes, generalmente en el tenor, recaía la voz principal, esto es, la melodía, mientras que los demás se ocupaban de los coros. Debe decirse también que al margen de la formación vocal, también había generalmente una parte instrumental, si bien muy mínima y que, por lo general, se reducía a una batería y poco más, reforzando el aspecto rítmico pero dejando toda la labor armónica a las voces. Una labor armónica que muy mayoritariamente se basaba en la progresión típica de la música popular estadounidense del noroeste: sucesivamente, tónica, superdominante, subdominante y dominante. Esto, en tonalidad de do mayor se traduciría respectivamente en los acordes de do, la, fa y sol.

Sobre esta armonía, o mejor dicho, a partir de esta armonía, las voces corales de los grupos hacían todo tipo de imaginativos acompañamientos que pretendían emular una instrumentación inexistente, además de aportar el componente rítmico típico del rock and roll. De ahí el uso de múltiples onomatopeyas usadas como motivos rítmico-melódicos (en cierta medida retomando la tradición del scat en el jazz) que se convirtieron en el rasgo distintivo del sonido de estos grupos, hasta el punto de que uno de esos motivos, el doo wop, se adoptara, si bien a posterioridad, para dar nombre al subgénero de rock and roll vocal. Como dato curioso, parece ser que el primer tema grabado en el que se empleó el motivo del doo wop fue 'Never', un single de Carlyle Dundee and The Dundees de 1954.

La lista de grupos vocales que aparecieron durante aquella segunda mitad de los años 50 es interminable. El doo wop era más popular que el batido de fresa y formaciones como The Silhouettes, The Chips o The Cadillacs, por citar solo a tres, copaban las listas de éxitos.

Si bien buena parte de los grupos eran formaciones de afroamericanos, siguiendo la tradición de los grupos de rhythm and blues, lo cierto es que el doo wop se convirtió en un fenómeno multirracial. Así, aparecieron muchas formaciones de blancos, y debe decirse que muchas de ellas fueron compuestas por italoamericanos. Acaso tras este hecho curioso deba leerse la especial inclinación de los italianos hacia el canto. Lo cierto es que, si los grupos negros seguían mayormente la estela de la herencia del rhythm and blues, estos grupos vocales de origen italoamericano aportaron un fuerte componente melódico y un aire claramente romántico a sus temas. Entre estos grupos italoamericanos están algunos tan populares y decisivos como Randy and The Rainbows (cuyo tema 'Denise', readaptado y transformado en 'Denis', se convertiría mucho después en un hit de Blondie), The Capris y, sobre todo, Dion and The Belmonts, cuyo álbum de debut, Presenting Dion and The Belmonts (1959) está considerado entre los grandes clásicos pioneros del rock and roll.

Con la llegada de los 60, y a medida que se asentaba esa nueva década, el fenómeno doo wop empezó a decaer. El fulgor de los 50 quedava cada vez más atrás. La brillantina quedó relagada dejando lugar a melenas cada vez más largas y desbocadas. La llamada invasión británica, con The Beatles y The Rolling Stones a la cabeza, se adueñó de las listas de éxitos, toda vez que, dentro de la música negra, el nuevo sonido Motown abría nuevos caminos. No obstante, pese a que el auge del doo wop se había apagado, lo cierto es que su influencia está presente en buena parte de las nuevas corrientes del rock que legaron en con los sesenta. Sin ir más lejos, las armonías vocales fueron un rasgo distintivo de The Beatles, sobre todo en sus primeros álbumes. Asimismo, el llamado surf rock recogió, en cierto modo, el testigo del doo wop, y de ello da buena cuenta un grupo señero como The Beach Boys.

Ya para terminar este breve recorrido por los derroteros del doo wop, y antes de dejar que nuestros pies se unan al frenesí de sus ritmos, huelga decir que este género vocal trascendió el ámbito anglosajón. Su impronta se expandió, como toda la cultura pop, a nivel internacional, y no quedó al margen de esa expansión el ámbito hispano, en que grupos como Los 3 sudamericanos, muy popular en la España de los 60 mantenían encendida, si bien tardíamente, como tantas cosas en este país, la llama del doo wop, con cosas tan divertidas como esta…