Insensibles de Juan Carlos Medina lleva ya más de dos semanas en la gran pantalla.
A un grupo de niños les han detectado una extraña enfermedad, por la que son incapaces de sentir dolor físico. La ausencia de dolor en estos niños los hace peligrosos para ellos mismos y la gente que los rodean. David (Àlex Brendemühl), un brillante cirujano después de un terrible accidente de coche, descubre que tiene cáncer y la única vía posible es el transplante de médula. Tendrá que ahondar en el pasado para salvarse así mismo, descubriendo cosas espeluznantes sobre sus verdaderos padres. La relación con padre biológico, el cual se empeña en esconder la verdad, tiene todas las respuestas.
¿Es el dolor lo que nos hace humanos?, ¿puede éste enseñarse a alguien que no puede sentirlo?. El eje viral de la cinta es la enfermedad que hace insensibles al dolor a estos niños que adquieren una actitud autodestructiva. Aunque la película se encuadre en el marco de la segunda guerra mundial, éste no es el tema central de la película y solo sirve como argumentación a la trama. Escenas en ocasiones excesivas que hace la cinta de Medina pierda verosimilitud, pero que a su vez, no deja de envolverte hasta el final. Puede que lo que más nos preguntamos cuando estamos viendo la cinta es, ¿es el dolor propio, el sufrimiento proprio lo que nos hace sentir empatía y caridad por el mal ajeno?
Un reparto de lujo como Àlex Brendemühl, Juan Diego, Tómas Lemarquis, Derek de Lint, Ramon Fontserè, Silvia Bel, Félix Gómez, Bea Segura, Lluís Soler e Irene Montalà, hacen la escena intensa en todo momento.
El argumento del largometraje se convierte en un tema inexplorado y muy interesante que no decae en ningún momento de la cinta. El tema de los niños está tratado de manera excepcional por todo el reparto. Son en realidad, las relaciones humanas las que cobran protagonismo en la cinta de Juan Carlos Medina. Con una fotografía más que estudiada, te hacen entrar en un clima de intigra y casi terror, perdiéndote por los senderos que escruta David, el protagonista para llegar hasta la verdad.
Lo peor
Las referencias a la segunda guerra mundial hacen que el argumento flaquee en muchos puntos. Aunque hay ciertos acontecimientos históricos que se utilizan como engranajes narrativos, encontrar en ellos siquiera un atisbo de realidad es totalmente desacertado. En el fondo reposan los ecos del rapto de niños, del enfrentamiento de la Guerra Civil o de la Segunda Guerra Mundial, pero la película de Juan Carlos Mediana no pretende centrarse en esos temas (ni siquiera ser mínimamente fiel a la realidad) sino que tiene un corte muy distinto, centrándose en un tema que no suele explotarse en el cine: la paternidad.
Como ya pasó en otras cintas de Medina (REC), el exceso es uno de los principales problemas del autor. Coge un argumento y lo exagera hasta casi perderse, aunque a veces, como en este caso, es capaz de salvar la esencia real de la trama.