El director Alexander Payne es conocido mundialmente por su particular formar de hacer cine y de retratar la vida cotidiana siempre con un ácido sentido del humor. Después del éxito de Los descendientes el pasado año, Payne compite en el Festival de Cannes con Nebraska, una cinta que supone el "regreso a casa" de su director.

La cinta es, además, la vuelta al festival del director, ausente desde A próposito de Schmidt, cinta que supuso en su día un verdadero éxito de crítica y público, y por la que no le faltaron los elogios. Esta vez, ha optado por una road movie que, como su propio título indica, supone el regreso de Payne a sus raíces. La historia nos habla de un padre de familia con serios problemas con la bebida que, tras ganar la lotería, emprende un viaje hacia las Grandes Llanuras de Nebraska para reclamar el premio, acompañado de sus hijos.  Por el camino se encontrarán con familiares, amigos, conocidos y desconocidos que irán marcando cada uno a su modo el particular viaje de la familia.

La familia, recurso cinematográfico de Payne

El propio Alexander Payne afirmó que la película era “una historia humorística y melancólica al mismo tiempo, un poco como en la vida". En la cinta puede verse de nuevo el gusto del director por las temáticas en torno a lazos familiares, aquello que nos une o que nos separa de nuestros progenitores y el modo en que enfrentamos dichas situaciones en nuestro día a día. Un poco como ya sucedió en la ya mencionada Los descendientes.  Destaca también en Nebraska la ausencia total de color, siendo la única película en blanco y negro que se proyecta en el Festival este año.

La segunda película en competición durante la jornada de ayer fue La vida de Adele, adaptación del cómic Blue is the Warmest Color.  Se trata del quinto largometraje de Abdellatif Kechiche, y el primero de todo ellos que ha sido seleccionado en Cannes. En la película se narra la apasionada y tormentosa relación amorosa que surge entre dos mujeres de clases sociales totalmente distintas, y los problemas que esto supondrá.

Con el paso del tiempo, y varias películas a sus espaldas, Kekiche se ha consagrado ya como uno de los directores franceses mas influyentes en el panorama actual. Interesado siempre por los temas de carácter social, puede verse un gusto hacia la inmigración en sus películas, con una clara crítica social como telón de fondo.

Esta vez, con La vida de Adele, el director adapta por primera vez una obra ya existente, pero el estilo del director continua presente: largos planos secuencias con un estilo naturalista y humanista para captar la esencia de la vida cotidiana en sus personajes.

Durante el día de ayer destacó también en el Festival la presencia de Daniel Noah, director de Max Rose, que presentó su largometraje en la selección de Proyecciones Especiales. También acudieron los actores del filme, incluyendo Jerry Lewis, que dotaron a la conferencia de prensa de un gran sentido del humor.